miércoles, 11 de noviembre de 2009

SAN JUAN 6:15

Tu, visitante, has notado que el nombre de este blog es: «Sin Jesucristo Estoy Perdido». ¿Por qué se le dio este nombre? Hay que ser cristianamente espiritual para entender cualquier respuesta a esta pregunta. Y también hay que entender el rol de Jesucristo para la humanidad; y en particular el rol de Él para cada persona. Hay un versículo en la Biblia que nos podría dar una pista acerca de la respuesta a la pregunta de arriba. Me refiero al versículo San Juan 6:15, en el cual se lee: «Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo» Sin duda alguna, en este versículo se entiende que un grupo de personas tuvieron la intención de apoderarse de Jesús y hacerle un Rey. Esas personas entenderían que la única solución para ellos estaba en Jesús. En otras palabras, entendieron que sin Jesús estaban perdidos y por eso tuvieron la intención de hacerlo un Rey a la fuerza. Primero que todo, voy a declarar que esa multitud de quizás unas 10 mil personas (incluyendo niños y mujeres) ignoraba que las Sagradas Escrituras apuntaban hacia el hecho de que Jesús (Cristo) había de entrar en gloria y en triunfo a través del sufrimiento; no a través de entusiasmos temporales (ver San Lucas 24:25-27; 44-46).

El versículo nos dice que Jesús al notar la intención de la multitud, se retiró él solo (sin discípulos). Claro, Jesús se retiró prontamente y sin esperar por sus discípulos, quienes estarían ocupados en unas tareas finales, consecuencias de las actividades de la ocasión (se calcula que sería las 7:30PM cuando Jesús se retiró). Además, con esa actitud de la multitud, no es una manera prudente el apoderarse de una persona, aun bajo la intención de declararla como el Rey de un pueblo. Jesús (Cristo), mientras estuvo en este mundo, Él se comportó como una persona totalmente humilde; y él no iba a aceptar honores humanos que no estuvieran de acuerdo con la voluntad de Dios, según su obediencia perfecta a su Padre celestial. Hay que entender que esa multitud estaba llena de entusiasmo debido a un milagro extraordinario y beneficioso que Jesús acababa de realizar; y con el cual benefició a miles de personas.

Hoy en día no es difícil encontrar muchas personas quienes declaran que Jesuscristo les ha beneficiado con todas clases de gracias y favores de una forma extraordinaria. Tales personas como respuesta a eso, deben entronizar a Cristo; no de la forma como la multitud quiso hacerlo, sino en los corazones de ellos; haciendo de Jesús un verdadero Rey espiritual que reina en los corazones de ellos. Esta debe ser una de las metas de toda persona que se declara ser cristiana. Sin embargo, la multitud del versículo pensaba en un rey que lo sustentase materialmente; y los llevase al triunfo en lo secular y en lo político; no en lo espiritual como es el plan de Dios.

También sucede que hoy en día hay muchas personas que son indiferentes a Cristo y a su plan, porque en sus corazones anhelan un «Salvador» mundano; que les lleve al triunfo en esta vida presente; sin tener nada en cuenta las promesas espirituales que Jesús ha establecido en los Evangelios. Por esa razón, vemos que muchos individuos en los pueblos de todas las regiones no se acercan a una iglesia porque están «ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida» (Lucas 8:14); y no entienden que hay una vida espiritual, la cual se debe buscar por medio de Jesus (Cristo), según lo ha establecido Dios a través de todas las Escrituras de la Biblia.

Leyendo el pasaje bíblico que abarca los últimos versículos antes de Juan 6:15, podemos ver que la gran multitud de personas quedó bien satisfecha con el banquete que Cristo les brindó. Pues ellos comieron panes y pescados como nunca los habían saboreados, ya que ese alimento fue preparado por el poder milagroso proveniente de Dios. Podemos decir que el júbilo y la alegría prevalecía en esa multitud de personas; pues por medio de Cristo «todos se admiraban de la grandeza de Dios» (Lucas 9:43). En esa multitud, la gente entendieron que con Cristo se podía experimentar otras dimensiones fuera de lo ordinario; y entendieron también que lo mejor para ellos era asegurar el gran potencial de lo que Cristo podía hacer.

Nosotros los cristianos hoy en día entendemos, que el verdadero gran potencial de Cristo está en su Reino venidero; y que en ese Reino, podemos experimentar un verdadero gozo, paz, y justicia. Sin embargo, la gente en la multitud buscaba el potencial de Cristo de acuerdo a los intereses de este mundo. En cambio, nosotros hoy en día, y lo repito, entendemos que el verdadero potencial de Cristo está en su Reino venidero; y entendemos también que por eso, Cristo mismo en Lucas 12:31 nos dijo que busquemos primeramente «el reino de Dios, y todas estas cosas nos serán añadidas» Entonces, vemos que lo que la gente de esta multitud buscaba y le interesaba con mucho anhelo era "las cosas añadidas", ignorando lo principal, que es «el reino de Dios» Eso mismo sucede hoy en día, porque la gente quiere y anhela "las añadiduras", y por eso no buscan a Dios; o no lo buscan correctamente; o la búsqueda de Dios la involucran con todas actividades humanas estrictamente de esta vida presente. Porque esa gente está concentrada en asuntos de esta vida, más que en el plan de Dios y de Cristo.

Una cosa buena de la gente en la multitud, fue que ellos pudieron vislumbrar la grandeza de Cristo; y del mismo modo, vislumbraron lo que Él puede dar. Pero se interesaron más en las añadiduras de Cristo y desecharon lo más importantes, que son: 1) La salvación; y 2) las riquezas gratuitas que Él tiene reservadas en su Reino; pues a la gente le interesaba las comidas y demás cosas perecederas. Romanos 14:17 nos dice que «el reino de Dios no es comida ni bebidas, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» También, Colosenses 3:1 nos dice que «si, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios» Nosotros los cristianos al nacer de nuevo, eso equivale a "haber resucitado con Cristo"; y por tanto, tenemos que estar seguro de que estamos buscando las cosas de arriba, que son las principales. En cambio, las cosas de abajo, que eran las que la gente de la multitud buscaba, son las "añadiduras" que Cristo ofrece; las cuales son secundarias y solamente sirven de ayuda para llegar a la salvación y a las verdaderas riquezas de Cristo. No importa cuán muchas o grandes sean "estas añadiduras", nunca se pueden comparar con las grandes riquezas que Dios y Jesús tienen reservadas para sus hijos. Por eso, Jesús dijo: «¿Qué aprovecha al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?" (Mateo 16:26).

Esta gente fue suficientemente afortunada, hasta el punto de poder ver la realeza de Cristo, lo cual ellos debieron haber agradecido tremendamente; pues el mismo Jesús en Mateo 13:17 nos dijo: «Muchos profetas y gente buena quisieron ver esto que ustedes ven, y no lo vieron; quisieron oír esto que ustedes oyen y no lo oyeron» Por eso, esta gente estaba correcta en querer hacer a Cristo el Rey perfecto que la humanidad necesita. Sin embargo, ellos no solo quisieron hacer a Cristo "rey por la fuerza", sino que también ellos le querían hacer un Rey de este mundo; y Cristo en Juan 18:36 claramente declaró diciendo: «Mi Reino no es de este mundo» Por tanto, Cristo jamás iba a aceptar que esa multitud se apoderase de él y le hiciera rey. Además, en ese entonces en Judea, el país donde se encontraban, había un rey llamado Herode Antipa, quien reinaba entre los israelitas como cualquier otro rey de las regiones vecinas; y Cristo no vino a esta tierra a quitar, por la fuerza, la soberanía a ningún rey.

Ciertamente Cristo es un rey; y aun podemos decir que Cristo es más que un rey; pues Apocalipsis (Revelación) 19:16 nos dice que él es «REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» Por tanto, Cristo es nuestro gran Rey espiritual. Pero aquella multitud forzosamente quiso hacerle un rey terrenal; de lo cual, Cristo rehusó tal oferta; porque el reino de Cristo no se manifestará de la manera como lo hacen los reinos que hay y que han habido en esta tierra. El reino de Cristo, cuando se revele a todas las naciones, se manifestará con una superioridad tremenda; más allá de lo que se puede uno imaginar; y para darnos una idea de cómo será el Reino de Cristo, es bueno que leamos a Mateo 25:31-46.

Cristo sabía que iba a ser rey; pero no un rey a la manera como esa multitud quería; porque el Reino de Cristo ha estado destinado a que tenga todo el respaldo de Dios, como nunca ningún reinado terrenal lo ha tenido. Nosotros los cristianos debemos estar muy satisfechos, muy contentos y muy seguros de que Cristo será el más grande de todos los reyes habido y por haber, así como será «REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES» Nosotros tenemos que esperar que, en nuestra vida espiritual, vayamos a estar participando allá en el reino de Cristo. Para cada uno de nosotros, esta es una esperanza tremenda, la cual no podemos descuidadar; como nos dice la Biblia: «¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?» (Hebreos 2:3). Entonces, por nada en el mundo debemos descuidar esta salvación. Cristo es un Rey, y Su Reino está establecido YA, allá en los lugares celestiales; y en cierto modo, también aquí en la tierra.

Solo falta que Cristo se manifieste a nosotros, como Rey que es. Ahora, ¿Cómo se manifestará Cristo cuando venga a establecer su Reino? 1 Tesalonicenses 4:16,17 nos dice: «Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de alcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del Cielo y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor» Esto que nos dice 1 Tesalonicenses es lo que, en los círculos cristianos se llama «El Rapto»; porque un día, Cristo va a comenzar a venir y con su venida, estas cosas van a suceder en un abrir y cerrar de ojos, tal como la Biblia nos dice; y desde ese momento, Cristo comenzará a manifestarse como «REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES»; y ahí estará el Señor Jesús como Rey; como el Rey que rechazaron los israelitas hace unos 2009 años; y es nuestra obligación luchar y batallar para ser partícipes del gran banquete que se ofrecerá en la Nueva Jerusalén, de la cual nos habla la Biblia. ¡Cristo es nuestro Rey!