domingo, 18 de septiembre de 2016

Esta vida se puede comparar a estar nadando (existiendo) en el océano de la creación (el universo). Después de mucho nadar (existir), la persona termina ahogándose (se muere); y nadie se escapa de la experiencia de pasar por la muerte. Pero, Jesucristo dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (San Juan 11:25). Eso es como si Jesucristo está conduciendo un barco en el océano de la creación; y él nos invitar a subirnos a su barco, trayéndonos una esperanza de seguir viviendo, aunque experimentemos la muerte. ¿No es eso una ganancia? De todas maneras, nadie se escapará de la muerte. ¿Por qué los ateos no pueden entender o visualizar esa ganancia? No debemos esperar más; subámonos ya, al barco de Jesucristo y vivamos para siempre con él.



miércoles, 14 de septiembre de 2016

COMO MEDIR SU CRECIMIENTO ESPIRITUAL


Como medir su crecimiento espiritual

Al aprender algo nuevo acerca de Dios surge una emoción profunda en nuestro ser. El Señor Jesús lo comprendió bien y se preocupó porque sus discípulos tuvieran mucho que aprender durante los tres años que estuvo con ellos. Cristo mismo personalmente supervisó su desarrollo espiritual y emocional. Antes de su muerte, Cristo entregó a sus seguidores una promesa formidable, al decirles: «Cuando venga el Consolador, que yo les enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, el testificará acerca de mi» (Juan 15:26, NVI). ¡Qué promesa tan llena de esperanza! El Espíritu de Dios no solo los guiaría a profundidades mayores de entendimiento espiritual, sino que también les recordaría todo lo que habían escuchado y aprendido del Salvador.


Tal y como el Espíritu de Dios estuvo con los discípulos, consolándolos y enseñándoles, también está con nosotros hoy en día. Cierto que hay ocasiones en que nos sentimos como si Dios no estuviera interviniendo en nuestra vida. Sin embargo, lo está. Quizá hasta tenemos que luchar en contra de un sentimiento de desilusión y duda, pero siempre recordemos que Dios jamás deja de estar activo en nuestras vidas. Él sabe bien los planes que tiene para nosotros y se ha comprometido a terminar cada uno de ellos (1 Tesalonicenses 5:24). Ya sea que lo sentimos o no, Dios nos hace estar más conscientes de su verdad espiritual.

Hay varias maneras de medir el crecimiento espiritual y una de ellas es examinando el nivel de nuestra fe. La madurez cristiana refleja un nivel de fe que no se altera fácilmente cuando llega la adversidad. Otra manera de medir el crecimiento espiritual es investigando para ver si tenemos hambre profunda y permanente por las cosas de Dios. Debemos tener en cuenta que no todo crecimiento espiritual puede verse y medirse por la actividad cristiana que desarrollemos. En muchas ocasiones el mayor crecimiento espiritual ocurre en momentos de silencio y meditación (Cristo solía estar solo en los montes). Aun los momentos de tinieblas emocionales pueden conducirnos a un crecimiento espiritual extraordinario. El crecimiento se lleva a cabo cuando nosotros reconocemos nuestra incapacidad total y nuestra necesidad de Cristo. ¡Bendito sea su nombre!

Dios le bendiga