Esta vida se puede comparar a estar nadando (existiendo) en el océano de la creación (el universo). Después de mucho nadar (existir), la persona termina ahogándose (se muere); y nadie se escapa de la experiencia de pasar por la muerte. Pero, Jesucristo dijo: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá» (San Juan 11:25). Eso es como si Jesucristo está conduciendo un barco en el océano de la creación; y él nos invitar a subirnos a su barco, trayéndonos una esperanza de seguir viviendo, aunque experimentemos la muerte. ¿No es eso una ganancia? De todas maneras, nadie se escapará de la muerte. ¿Por qué los ateos no pueden entender o visualizar esa ganancia? No debemos esperar más; subámonos ya, al barco de Jesucristo y vivamos para siempre con él.
domingo, 18 de septiembre de 2016
miércoles, 14 de septiembre de 2016
COMO MEDIR SU CRECIMIENTO ESPIRITUAL
Como medir su crecimiento
espiritual
Al aprender algo nuevo acerca de Dios surge
una emoción profunda en nuestro ser. El Señor Jesús lo comprendió bien y se
preocupó porque sus discípulos tuvieran mucho que aprender durante los tres
años que estuvo con ellos. Cristo mismo personalmente supervisó su desarrollo
espiritual y emocional. Antes de su muerte, Cristo entregó a sus seguidores una
promesa formidable, al decirles: «Cuando venga el Consolador, que yo les
enviaré de parte del Padre, el Espíritu de verdad que procede del Padre, el
testificará acerca de mi» (Juan 15:26, NVI). ¡Qué promesa tan llena de
esperanza! El Espíritu de Dios no solo los guiaría a profundidades mayores de
entendimiento espiritual, sino que también les recordaría todo lo que habían
escuchado y aprendido del Salvador.
Tal y como el Espíritu de Dios estuvo con los
discípulos, consolándolos y enseñándoles, también está con nosotros hoy en día.
Cierto que hay ocasiones en que nos sentimos como si Dios no estuviera
interviniendo en nuestra vida. Sin embargo, lo está. Quizá hasta tenemos que
luchar en contra de un sentimiento de desilusión y duda, pero siempre
recordemos que Dios jamás deja de estar activo en nuestras vidas. Él sabe bien
los planes que tiene para nosotros y se ha comprometido a terminar cada uno de
ellos (1 Tesalonicenses 5:24). Ya sea que lo sentimos o no, Dios nos hace estar
más conscientes de su verdad espiritual.
domingo, 28 de agosto de 2016
MITOS SOBRE LA MADUREZ ESPIRITUAL
MITOS SOBRE LA MADUREZ ESPIRITUAL
MITO #1 SOBRE LA MADUREZ: ◄El crecimiento espiritual es automático, una vez
se haya nacido de nuevo►
Muchas
iglesias creen en este mito, porque no tienen un plan organizado para
comunicarse con los recién nacidos/convertidos. Tampoco tienen ninguna
estrategia comprensiva para desarrollar la madurez de los miembros. Ellos dan
por sentado que los cristianos automáticamente madurarán, si asisten a los
cultos de la iglesia.
LO
CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL ES INTENCIONAL. Exige de la persona una
dedicación al crecimiento. La persona debe desear crecer; decidir crecer; y
hacer un esfuerzo para crecer. Si el crecimiento espiritual fuera automático, a
esta fecha hubiera más cristianos en todo el mundo, ya que, con solo escuchar
una porción de una prédica, la persona comenzaría a crecer espiritualmente y
automáticamente. Sin embargo, este no es el caso.
Mito #2: ◄El crecimiento espiritual es místico, y la madurez la logran solo
unos cuantos elegidos►
LO CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL ES MUY
PRÁCTICO. Cualquier creyente puede madurar si
desarrolla los hábitos necesarios para el crecimiento espiritual. San Pablo con
frecuencia comparaba la preparación para la vida cristiana con la manera en que
los atletas se preparan y se mantienen en buena forma física. Es necesario
prepararnos espiritualmente. Cristo estuvo en el desierto por 40 días y 40
noches; y de seguro que allá se preparó más, espiritualmente hablando.
Nosotros
tarde o temprano tendremos que abandonar esta vida física e irnos a la vida
espiritual; y para eso tenemos toda la vida que Dios nos presta; para
prepararnos espiritualmente y estar listos para pasar una eternidad con Cristo.
Pero si no estamos listos……y sabiendo que nadie sabe hasta cuándo Dios nos
prestará la vida. Por eso hay que aprovechar el tiempo y prepararnos para una
transición suave y segura.
Mito #3: ◄El crecimiento espiritual puede ocurrir instantáneamente si tan solo se logra encontrar la clave correcta►
Muchos cristianos sinceros
pasan toda su vida buscando sinceramente una experiencia, una conferencia, un
avivamiento, un libro, o una sola verdad que los transforme instantáneamente en
un creyente maduro. Su búsqueda es inútil. LO CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO
ESPIRITUAL ES UN PROCESO GRADUAL DE DESARROLLO. No hay acortamientos en
el camino a la madurez. Quizás por eso Cristo solía decir: «Mi tiempo aún no ha
llegado» (San Juan 2:4).
Mito #4: ◄La madurez
espiritual se mide por lo que se sabe►
Muchas iglesias evalúan la
madurez espiritual solamente a base de cuán bien usted pueda identificar
personajes bíblicos, interpretar pasajes bíblicos, citar versículos bíblicos, y
explicar la teología bíblica. Aunque el conocimiento de la Biblia es
fundamental para la madurez espiritual, no es la medida total de ella. LO
CIERTO ES QUE LA MADUREZ SE MUESTRA MÁS CON EL COMPORTAMIENTO QUE CON LAS
CREENCIAS. La vida cristiana no es solo un asunto de credos,
convicciones y conocimiento; incluye la obediencia a Dios, la conducta y el
carácter. Por su obediencia total, Dios exaltó a Cristo hasta lo máximo
(Filipenses 2:5-11).
Mito #5: ◄El crecimiento
espiritual es un asunto personal y privado►
Esta es una aberración
(error) norteamericana con la verdad. La idolatría del individualismo en
nuestra cultura ha influenciado la manera en que pensamos sobre el crecimiento
espiritual. Mucha de la enseñanza sobre la formación espiritual se basa y se
concentra en el yo, sin ninguna referencia a nuestra relación con los demás
cristianos. Esto es totalmente no bíblico e ignora mucho del Nuevo Testamento.
LO CIERTO ES QUE LOS CRISTIANOS NECESITAMOS DE LAS RELACIONES PARA CRECER. No
crecemos en el aislamiento, sin los demás. Nos desarrollamos en el contexto de
la confraternidad.
Mito #6: ◄Lo único
necesario para ayudar a crecer es el estudio bíblico►
Muchas iglesias
evangélicas han sido establecidas sobre este mito. Algunos las llaman “iglesias
de sala de clase”. LO CIERTO ES QUE ES NECESARIA UNA VARIEDAD DE
EXPERIENCIAS CON DIOS PARA PRODUCIR LA VERDADERA MADUREZ ESPIRITUAL. Además del estudio bíblico, son necesarios
las experiencias de adoración, el ministerio, la confraternidad, y el
evangelismo. En otras palabras, el crecimiento espiritual ocurre como resultado
de la participación en todos los cinco propósitos de la iglesia.
Durante Su estadía en
Israel como persona, Cristo estuvo activo en todos los cinco propósitos de la
Iglesia. Porque él buscaba conocimiento de las escrituras (San Mateo 4:4,7),
adoraba al Padre (San Lucas 4:8), se encargaba de Su ministerio (San Marcos
3:13-19), convivía con los discípulos y la gente (San Mateo 4:40-42) y estuvo
dedicado a la evangelización (San Mateo 9:35). Los cristianos maduros hacen más
que estudiar la vida cristiana—ellos la experimentan.
Que Dios le bendiga
viernes, 19 de agosto de 2016
EL CRECIMIENTO: CONTINUACIÓN
EL CRECIMIENTO:
CONTINUACION
El crecimiento espiritual
no se da sin dolor. Cada uno de nosotros tiene que hacer frente a nuestras
propias dificultades del crecimiento. Pablo, Pedro y cualquier otro cristiano
verdadero del pasado, tuvieron que afrontar los desafíos que exigieron de ellos
el tener que crecer.
Muchos acontecimientos en
nuestros días nos obligan a examinarnos y reconocer en dónde nos hemos desviado
del ejemplo que nos dio Cristo.
Para concluir este tema, es importante
tener en cuenta que, en el crecimiento espiritual, como en todo crecimiento,
hay un proceso de maduración.
Una persona en el Reino de Dios, no nace
siendo un adulto, sino que nace (espiritualmente) siendo como un niño; y luego
vamos creciendo como hijos bajo el cuidado de nuestro Padre Celestial. Para eso nuestro
Padre Celestial dispone del Espíritu Santo.
Pedro caminó con Jesús durante tres años. Vivió los momentos más
gloriosos del ministerio del Señor. Pedro vio como Cristo sanó a los ciegos y
calmó las tormentas. Sin embargo, cuando tuvo que tomar una decisión pública
por Cristo, Pedro lo negó (Mateo 26:34).
Pero cuando Pedro recibió la promesa en el aposento alto, la
plenitud del Espíritu Santo lo capacitó para ser un testigo fiel. La lección
aquí es clara: No cambiamos porque veamos milagros y maravillas; ni porque
participamos en una hermosa celebración. Por eso Judas Iscariote, aunque vio
milagros de Cristo, nunca cambió.
Lo único que
realmente influye en la transformación es la experiencia personal con Cristo, a
través de su Espíritu Santo. Por eso debemos ir a donde está Cristo. Debemos acudir a nuestro
Salvador y Ayudador mediante el crecimiento. Este ha de ser el anhelo que surge
de cada corazón; pues estamos en el mundo para buscar de Cristo y a Cristo;
sabiendo que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).
jueves, 18 de agosto de 2016
EL CRECIMIENTO: CONTINUACIÓN
EL CRECIMIENTO
No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre
hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo
deseamos. Pues Dios ha facilitado todo
lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la
Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha
facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer;
familia de la cual Él es el amoroso Padre.
Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una
buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa
para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo dependerá
de cada uno de nosotros.
Imagínese en las reuniones, a todos los que toman asientos lado a
lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la
diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son
diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).
Tal
como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento físico y el
crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La mayoría de
nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así
espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La clave
es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe estar
bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la
orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo
que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas
en las clases bíblicas, si es que asistimos.
Debemos saber que la vida cristiana es una de desarrollo,
porque consiste en llegar a conocer a nivel cada vez más profundo al verdadero
Dios inagotable, por medio de nuestro Señor y Salvador.
En los tiempos de Pablo, éste quería que los cristianos
de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro caso, para
poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y poner en práctica
lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación personal con Él y con
Cristo.
El crecimiento es algo que todos necesitamos; pues la
vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro
crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural
que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de
una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.
La vida espiritual es un proceso activo mediante el cual
analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los resultados por las
normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita experiencia, estudio de la
Biblia, oración y una relación íntima con Dios el Padre y con Cristo; porque es
necesario someternos a Cristo para que Él viva en nosotros y así crecer.
En este proceso de refinamiento, es normal que haya
fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento cristiano en
Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero»
Es normal que haya caídas en nuestra marcha. Por eso
Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen
ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta
que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un
proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras.
Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento sólido
de la edad adulta.
Tal como ya hemos visto en otras exposiciones, el
crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar de crecer,
creyendo que ya hemos tocado el techo.
Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha prometido estar
involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura toda la vida.
Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y si Dios empezó
tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo
en el día de Cristo Jesús»
Jesús es la fuente del crecimiento espiritual. Esto se
halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron
a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan
arraigados y edificados en él, apoyados en la fe, tal como fueron instruidos, y
siempre dando gracias»
miércoles, 17 de agosto de 2016
DIOS QUIERE QUE CREZCAMOS
DIOS DESEA QUE CREZCAMOS
ESPIRITUALMENTE
¿No es emocionante ver a los bebés crecer? Igualmente lo es en el
aspecto espiritual. Muchos pasajes bíblicos subrayan la necesidad de
crecimiento espiritual. En el Antiguo Testamento, Salmos 92:13 nos dice del
crecimiento que ha comenzado. En el Nuevo Testamento encontramos en 2
Tesalonicenses 1:3, donde nos dice del crecimiento en la fe y de un amor que
abunde; y en 2 Pedro 3:18 encontramos acerca del crecimiento como un mandato.
Para ser lo que deberíamos ser; y hacer lo que deberíamos hacer,
es necesario que crezcamos espiritualmente (ver Efesios 4:11-16). En este
sentido, Cristo es la medida. Cristo es la única persona completamente madura
espiritualmente que alguna vez vivió sobre la tierra. Este crecimiento del que
habla Efesios 4:11-16 es posible únicamente en Cristo; y si cada miembro del
cuerpo de Cristo crece, la Iglesia crecerá (versículo 16).
En todos estos versículos, Dios está diciendo que ya es hora de
que crezcamos; es hora de que seamos lo que deberíamos ser:
a) En nuestras emociones;b) En nuestro andar diario;
c) En nuestra respuesta a la vida;
d) En la manera como manejamos las exigencias de la vida;
e) En la manera como tratamos con las demás personas;
f) En nuestra relación con Cristo.
Lamentablemente, en el ambiente espiritual, muchos de nosotros no
hemos crecidos como deberíamos.
También siempre esto es lamentable cuando sucede en el mundo material:
1) Los niños que no crecen físicamente;2) Los niños que no crecen mentalmente;
3) Los que no se desarrollan emocional ni socialmente
En el ámbito espiritual, no solamente es trágico; también es
desastroso.
En el siglo I, hubo algunos en la Iglesia que no siguieron el plan
de Dios para el crecimiento (1 Corintios 3.1-3; Hebreos. 5.11-14). Pero esto no
ha sido solamente en el siglo (I). Hoy en día tenemos iglesia KINDERGARTEN;
llenas de cristianos que todavía son BEBÉS. En las iglesias muchos tenemos programas
sin propósito; concebidos por personas sin profundidad, para gentes sin Dios.
En una de esas iglesias, una madre le decía a su joven hijo predicador: “La tarea más difícil que tendrás, es la de
amamantar a los santos veteranos”. Por eso es que cada uno de
nosotros debe examinarse a sí mismo y preguntarse: ¿Cuánto he crecido en los
últimos dos... cinco... diez años
No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre
hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo
deseamos. Pues Dios ha facilitado todo
lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la
Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha
facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer;
familia de la cual Él es el amoroso Padre.
Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una
buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa
para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo
dependerá de cada uno de nosotros.
Imagínese en los cultos, a todos los que toman asientos lado a
lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la
diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son
diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).
Tal como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento
físico y el crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La
mayoría de nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así
espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La
clave es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe
estar bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la
orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo
que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas en
las clases bíblicas, si es que asistimos.
Debemos saber que la
vida cristiana es una de desarrollo, porque consiste en llegar a conocer a
nivel cada vez más profundo al verdadero Dios inagotable, por medio de nuestro
Señor y Salvador.
En los tiempos de Pablo, éste quería que los
cristianos de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro
caso, para poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y
poner en práctica lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación
personal con Él y con Cristo.
El crecimiento es algo que todos necesitamos;
pues la vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro
crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural
que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de
una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.
La vida espiritual es un proceso activo
mediante el cual analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los
resultados por las normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita
experiencia, estudio de la Biblia, oración y una relación íntima con Dios el
Padre y con Cristo; porque es necesario someternos a Cristo para que Él viva en
nosotros y así crecer.
En este proceso de refinamiento, es normal
que haya fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento
cristiano en Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no
hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero»
Es normal que haya caídas en nuestra marcha.
Por eso Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen
ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta
que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un
proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras.
Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento
sólido de la edad adulta.
Tal como ya hemos visto en otras
exposiciones, el crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar
de crecer, creyendo que ya hemos tocado
el techo. Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha
prometido estar involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura
toda la vida. Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y
si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará
hasta concluirlo en el día de Cristo Jesús»
Jesús es la fuente del crecimiento
espiritual. Esto se halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan arraigados y edificados en él, tal como fueron instruidos, y siempre dando gracias»
Bien se ha dicho que la vida cristiana es
como montar en una bicicleta; pues sabemos que, en una bicicleta, si la persona
no avanza, se cae. Por tanto, debemos avanzar y crecer.
lunes, 15 de agosto de 2016
SEÑALES PROCEDENTES DE ADÁN Y EVA
SEÑALES
PROCEDENTES DE ADAN Y EVA
La
mayor parte de la humanidad ha escuchado hablar de Adán y Eva: La primera
pareja de humanos que Dios creó, según la Biblia cristiana. Pero no todos los
que han escuchado o leído acerca del relato de Adán y Eva, aceptan esa
información bíblica.
La
mayoría de la humanidad acepta que hubo un comienzo cuando el ser humano empezó
a habitar la faz de la tierra. Pero, como ha de esperarse, hay diferentes
versiones acerca del origen humano; y la versión que más desafía el relato
bíblico es la teoría de la evolución. En realidad, todos queremos comprender
cómo apareció la existencia del ser humano; y de ahí es que no todos los
individuos se conforman con simplemente «creer» tal y cual relato. Sin embargo,
los cristianos por FE aceptamos el relato bíblico de la aparición humana; y a
esa fe le agregamos cualquier matiz razonable que confirme o respalde la
tolerancia que vertimos a nuestra fe. Afortunadamente, es muy común que el
cristiano que practique la fe bíblica, a lo largo de la trayectoria ese
cristiano encuentra razones lógicas las cuales apoyan su fe.
Por
ese lado, yo me siento bienaventurado porque ahora yo puedo comprender ciertas
indicaciones que apuntan a señalar que todos descendemos de una primera pareja
humana.
¿A qué
me refiero? Veamos: Normalmente dos humanos de sexos opuestos se casan, se
unen; o simplemente tienen relaciones sexuales casuales. Sea cual sea el caso, no
importa las dos personas de sexos opuestos que se casen o se unan
conyugalmente; de esas dos personas vienen hijos o proles en forma normal. No
importa que se una un escandinavo con un africano; o un aborigen australiano
con un esquimal del polo norte; o un pigmeo africano con un aborigen del
Amazona, etc. De esas uniones conyugales siempre vienen hijos en forma normal.
Esta es la más distintiva herencia que tenemos, la cual es procedente de una primera
pareja. Es una característica universal heredada de ellos dos y que une a todas
las personas del mundo.
Los científicos
han hecho experimentos, pero NO han podido hacer nacer un hijo en forma normal
de un hombre y una mona; o de una mujer y un mono (o con cualquier otro
animal). Solo de humanos con humanos sin importar la raza, o dónde se originó
esa persona, pueden resultar los hijos humanos; y eso por fuerza de lógica
indica que todos descendemos de una pareja original que fue 100% humana.
Ahí no
pudo haber intervenido UNA
EVOLUCION, donde uno de los dos era de solo 75% humano; o 99% humano. Sino que
cada uno de esa primera pareja, desde un principio era 100% humano.
También
por fuerza de lógica, cada uno de esa pareja NO pudo haber tenido un antepasado
o ascendiente que fuera menos del 100% humano; y puesto que nos estamos
refiriendo a LA PRIMERA PAREJA, ha de suponerse que ellos fueron los primeros
humanos y por eso no tuvieron ascendientes humanos.
Hay
otros detalles que apuntan a esa primera pareja. Por ejemplo, ¿Por qué todas
las mujeres del mundo están unidas con la ocurrencia menstrual? ¿De quién la
heredaron, todas las mujeres? También los hechos muestran que de estos dos
primeros humanos han resultados las diversidades de hombres y mujeres que
existen actualmente en el mundo, donde los ambientes naturales han puesto
características regionales en ellos.
CONCLUSION:
Hay señales claras de que existió UNA Y SOLO UNA PRIMERA PAREJA DE HUMANOS, varón
y hembra, que tuvieron que ser 100% humanos. ¿Y cual fue esa pareja? La Biblia
cristiana a esa pareja la llama ADAN Y EVA. Ciertamente hay y habrá personas
que no aceptan ni aceptarán el relato bíblico de que la humanidad entera ha
descendido de ADAN y EVA de la Biblia cristiana; y eso es así porque esas
personas INTENCIONALMENTE han decidido estar en contra del relato bíblico del
origen del hombre y la mujer.
Aquí
presento un canto de Rubén Hermitaño acerca de este tema: Haga “CLIC” abajo:
domingo, 14 de agosto de 2016
EL CRECER ESPIRITUALMENTE
EL CRECER ESPIRITUALMENTE
Debemos tener presente que el
crecimiento espiritual es una de las cosas más importantes en la vida
cristiana, ya que no podremos alcanzar todas las bendiciones que Dios nos tiene
reservada si no crecemos espiritualmente. Jesús dijo que hay que
nacer de nuevo para poder ver el Reino de Dios. (San Juan 3:3). Él se refería
al NACIMIENTO ESPIRITUAL el cual tiene lugar por medio del Espíritu Santo. Pero
no basta con nacer espiritualmente; es necesario también CRECER en el Espíritu.
Sabemos que físicamente crecemos porque el hambre nos obliga a comer. Pero en
lo espiritual, la persona tiene que desear CRECER; y por eso muchos no crecen
espiritualmente.
Hay cuatro razones las cuales
detienen nuestro crecimiento en Cristo. En Hebreos 5:11-14 leemos: «A propósito
de esto tendríamos muchas cosas que decir, pero nos cuesta exponerlas, porque
se han vuelto lentos para comprender. Ustedes deberían ser maestros después de
tanto tiempo, y, en cambio, necesitan que se les vuelvan a enseñar los primeros
pasos de las enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no alimento sólido. El que
se queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en santidad,
no es más que un niño pequeño. A los adultos se les da el alimento sólido, pues
han adquirido la sensibilidad interior y son capaces de distinguir lo bueno y
lo malo»
En este pasaje bíblico de arriba
encontramos una advertencia a los hebreos, la cual nosotros hoy en día no
podemos ignorar. Lo que estaba sucediendo en aquel tiempo no es muy diferente a
lo que sucede hoy en día. Nosotros dejamos de crecer en el espíritu cuando
somos LENTOS PARA COMPRENDER.
Muchas veces la Biblia para algunas
personas no es fácil de entender. Pero esto se puede superar. Sucede que en
muchas ocasiones nos ponemos a leer la Biblia, pero nos aburrimos porque no la
entendemos; y entonces la ponemos a un lado.
Eso sucede porque ninguna persona puede
obtener el significado de la Palabra de Dios simplemente con leerla. Para poder
obtener el significado de su Palabra, tenemos que estudiarla, meditar en ella,
y más importante, tenemos que aplicarla en nuestro diario vivir. Si no estamos
haciendo esto, entonces se nos hará muy difícil poder entender lo que Dios
quiere con nosotros. En este caso, será muy difícil llegar a conocer el
verdadero significado de su mensaje
En el caso del pasaje bíblico de arriba,
los hebreos se habían vuelto haraganes. Ellos estaban oyendo a los maestros y
predicadores; y de vez en cuando leían las Escrituras. Pero ellos no estaban
prestando atención.
Para poder llegar a tener un
entendimiento de la Palabra de Dios, tenemos que leerla y concentrarnos; y en
algunos casos tenemos que escucharla y concentrarnos. No existe otra manera.
No es suficiente con oír lo que se dice;
tenemos que escuchar atentamente. Pues existe una gran diferencia entra el oír
y el escuchar. Todos podemos decir que oímos; pero no todos podemos decir que
escuchamos. Y esto mismo es lo que estaba sucediendo entre los hebreos. Ellos
estaban oyendo lo que se les decía, pero no estaban escuchando.
La segunda razón que causa a que no
crezcamos es que no queremos hacerlo. En muchas ocasiones, no lo queremos
porque sabemos que nos conlleva a obligaciones que no estamos dispuestos a
aceptar. Nos encontramos contentos con saber que somos salvos; que tendremos
vida eterna; que Cristo murió por nuestros pecados; o simplemente no tomamos en
cuenta que es necesario crecer espiritualmente. Cristo dijo: «No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme» (San Mateo
10:38).
Estos principios tan básicos es la
“LECHE” de la Palabra de Dios que nos habla Hebreos 5:12,13. Estas son las
verdades que deben ser enseñadas y predicadas para que los cristianos se animen
a crecer espiritualmente; porque tal comportamiento es para los NO CREYENTES;
para los que no están salvos y para los nuevos creyentes. Son verdades que
deben ser aprendidas rápidamente por los creyentes. Para esto, el creyente
tiene que moverse hacia la madurez; el creyente debe querer crecer. En el
ambiente natural del cuerpo físico, el hambre nos obliga a comer; y por ende al
comer, CRECEMOS en tamaño y en peso. Pero en lo espiritual el creyente tiene
que DESEAR CRECER.
Si no estamos dispuestos a crecer,
entonces nuestra victoria se convierte en una tragedia. Imagínense que nuestros
hijos e hijas dejen de crecer físicamente y que nunca lleguen a la madurez. Eso
sería una tragedia; pues ellos no serían normales (en África hay muchos casos
de esto). De igual modo, no es normal decir que somos cristianos si no tenemos
un crecimiento espiritual; si no nos movemos de los principios básicos a la
madurez.
La tercera razón por la cual no crecemos
espiritualmente es porque no conocemos la Palabra de Dios. No hemos tomado el
tiempo de escuchar, estudiar, meditar y de vivir la Palabra; todavía no hemos probado el camino de la
santidad sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).
La Biblia es la que nos enseña de Dios,
de Jesucristo, del hombre, de la vida, del mundo, y como vivir vidas justas; y
a esto se une la orientación que nos imparte el Espíritu Santo.
Pero debemos pensar en Dios. Pensemos en
lo inmenso y glorioso que Él es. ¿Cuánto tendremos que estudiar y qué tiempo
nos tomará para tener un entendimiento completo de esto?
En este caso, los hebreos (en Hebreos
5:12,13) no estaban dispuestos a poner el tiempo y la energía que conocer a
Dios requiere. Nosotros no podemos tomar este tipo de actitud. Tenemos que
tomar el tiempo para conocer a nuestro Padre y tener un crecimiento, para
acercarnos a Él a través de Jesucristo.
Todos sabemos que nos tomará tiempo; que
no será fácil, pero tenemos que hacerlo. Si no lo hacemos, entonces nosotros
mismos estamos deteniendo nuestro crecimiento espiritual; nosotros mismos no
nos dejamos desarrollar; nosotros mismos estamos causando la tragedia. Si no
tomamos el tiempo necesario nunca podremos apreciar la justicia de Dios. No
podremos apreciar la vida que Cristo vino a traernos.
La cuarta razón por la cual se detiene el crecimiento espiritual,
es porque no ejercitamos nuestros sentidos mentales y espirituales. ¿Qué
significa esto? Ejercitar los sentidos mentales y espirituales es discernir
espiritualmente entre el bien y el mal.
Lo que sucede es que muchas veces vemos las cosas en la carne (no
en el espíritu) y no nos damos cuenta del mal. No ejercitamos nuestros
sentidos. El cristiano maduro sabe cuándo mirar y cuando no, qué tomar y que no
tomar, cuando escuchar y cuando no escuchar, con quien asociarse y con quien
no, etc. No podemos dejar nuestra defensa descuidada en ningún momento.
Siempre tenemos que estar moviéndonos hacia adelante, hacia el
crecimiento. Tenemos que ejercitar todo lo que Dios nos ha dado. Si no es así,
entonces lo estamos despreciando. Tenemos que estar en alerta para controlarnos
y disciplinarnos nosotros mismos. Tenemos que concentrarnos y mantener nuestro
foco en Jesucristo, Su vida, y el propósito de su misión.
La Palabra de Dios dice, en Hebreos 6:1 – «Así que sigamos
adelante hasta llegar a ser adultos, dejando a un lado las primeras enseñanzas
acerca de Cristo. No volvamos otras ves a las cosas básicas….»
Esto no nos está diciendo que nos olvidemos de la doctrina de
Cristo, sino que tenemos que sobrepasar el punto básico; ni tampoco nos dice
que olvidemos las enseñanzas básicas; sino movernos de éstas a otras más
superiores.
Nunca podemos ignorar, descuidar u olvidar como fuimos salvados
por Cristo. Lo que aquí nos está diciendo es que tenemos que tomar los
principios básicos de Jesucristo, guardarlos en nuestros corazones y empezar a
construir sobre ese fundamento.
Ellos deben ser las partes principales de nuestras vidas. Porque
los principios básicos de Jesucristo son para que construyamos sobre ellos.
Tenemos que crecer espiritualmente si queremos recibir las
bendiciones que nuestro Padre Celestial nos tiene guardada por medio de Cristo
(ver Efesios 4:15). Amén.
jueves, 11 de agosto de 2016
EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL
En Segunda Tesalonicenses 1:3,4 leemos: «Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor. De modo que nosotros mismos hablamos de ustedes con satisfacción en las iglesias de Dios, por la fortaleza y la fe que ustedes muestran en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufre»
En estos versículos vemos el gran elogio que Pablo ofreció a los cristianos tesalonicenses.
San
Pablo nos ofrece una imagen asombrosa del cuerpo de creyentes que estaban
creciendo en unidad y amor. La fe y el amor de los tesalonicenses sobrepasaban
los de otras iglesias. Obviamente, estos cristianos no estaban tratando de
mantener su fe tan solo hasta que Jesús regrese. Ellos estaban aprendiendo; se
movían y crecían espiritualmente; y sus vidas daban evidencia de ese hecho.
Según Pablo, ellos eran el tema de todas las iglesias en Asia. Aparentemente,
las predicaciones que estas personas escuchaban les provocaban un caminar más
profundo con Cristo. Pues el Espíritu Santo en ellos rompió toda barrera étnica
y de color.
En
aquel tiempo, los cristianos estaban bajo una intensa persecución. Pero eso no
fue obstáculo para que otros cristianos dejaran de visitar la extraordinaria
iglesia de los tesalonicenses. Una muchedumbre de personas llegaba de forma
inesperada. Sin embargo, estos visitantes no iban para ser deslumbrados por
señales y maravillas; ni para ser maravillados por una predicación poderosa.
Ellos iban para ser testigos del gran milagro en una iglesia que se movía al
unísono en el amor de Cristo. Ellos querían ver por sí mismos como una reunión
de creyentes fuertes y firmes crecía en la gracia y el conocimiento de Dios.
Podemos
decir que en estos cristianos de Tesalónica se cumplía lo que leemos en Hechos
2:42, que dice: «Y eran fieles en
conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en
reunirse para partir el pan y en la oración»
Nosotros
debemos orar para que nuestras vidas espirituales crezcan; y así estar
preparados para cuando Cristo regrese. Amén.
Principio 1: Todo cristiano, si está lleno de la Verdad
del Espíritu Santo, debe estar creciendo espiritualmente.
Si Usted ha sido nutrido con el agua viva y el alimento
de la palabra de Dios, usted debe experimentar un crecimiento espiritual
continuo en su vida. Esto debe suceder en forma automática; y aunque es
automático, usted también debe estar deseando crecer. San Pablo describe
nuestro crecimiento espiritual como una obra del Espíritu Santo (1 Corintios
6:11). Pablo dice que el Espíritu siempre está obrando y transformándonos de
gloria en gloria (2 Corintios 3:18). El Espíritu Santo está renovando nuestra
mente constantemente. Él está poniendo nuestra carne a muerte y llevando pureza
a nuestro ser interno.
El Espíritu Santo obra en nuestros corazones para echar
fuera la ira, la amargura, el resentimiento y todo tipo de maldad; y al mismo
tiempo, produce en nosotros bondad, ternura y perdón hacia las demás personas.
Podemos decir que, en este caso, el Espíritu Santo nos está criando en Cristo;
nos está enseñando que todo lo que decimos y hacemos debe ser digno del Señor.
Recordemos que Cristo varias veces nos dijo que Dios
enviaría al Espíritu Santo (Juan. 7:39; 14:16,17); y también nos dijo que
íbamos a nacer de nuevo a través del Espíritu (San Juan 3:3). Y aún más, no
solo nacemos espiritualmente a través del Espíritu, sino que también el mismo
Espíritu nos va criando en Cristo si nosotros se lo permitimos.
Pablo nos insta, diciendo: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo...» (1 Corintios 11:28). «Examínense y vean si permanecen en la fe.
Pruébense a sí mismos...» (2 Corintios 13:5). Con esto, el apóstol Pablo
nos está diciendo: “OBSERVE SI USTED
ESTÁ CAMINANDO SEGUN LA PALABRA DE DIOS”.
Si usted como cristiano aún está apático acerca de su
crecimiento espiritual, entonces usted no ha permitido que el Espíritu de Dios
obre en usted. Hágase las siguientes preguntas: ¿estoy más entusiasmado con Jesús y Su iglesia cada día? O, ¿aún guardo
rencor, resentimientos? ¿Tengo yo raíces de amargura, a pesar de las
advertencias de Dios? ¿Estoy creciendo espiritualmente; o mi crecimiento se ha
atrofiado?
Usted tiene que hacerse estas preguntas y hallar
respuestas positivas. Es posible que experimentemos UN CRECIMIENTO ABUNDANTE O EXCESIVO en muchas áreas de nuestra
vida, y permanecer como niños en otras. Pablo llegó a decir: «Cuando yo era niño, hablaba como niño,
pensaba como niño, juzgaba como niño; mas, cuando ya fui hombre, dejé lo que
era de niño» (1 Corintios 13:11).
Principio 2:
Algunos cristianos están creciendo, pero no lo saben.
Algunos creyentes le pueden contar a usted acerca del
crecimiento espiritual de ellos. Y claramente, usted puede apreciar el cambio
en sus vidas. Ellos testifican cómo el Espíritu Santo ha vencido al enemigo; y
usted se regocija con ellos en las victorias. Sin embargo, este grupo de
cristianos no representa a todos los cristianos que crecen. Muchos de los
creyentes no se enteran del progreso espiritual en sus vidas. Ellos son
diligentes, caminan en santidad y temor de Dios. Oran, leen la Biblia y buscan
al Señor con todo corazón. Y se han alejado de toda lujuria y malos hábitos. No
existe obstrucción en su crecimiento espiritual. En resumen, la vida de Cristo
va en aumento en estos santos.
Cierto es que llegará un momento cuando el Espíritu les
dará testimonio de sus obras buenas. Es casi seguro que algunos cristianos
tesalonicenses estaban asombrados cuando escucharon la resplandeciente
evaluación que Pablo hizo acerca de ellos (2 Tesalonicenses 1:3,4).
Sin embargo, Pablo sabía que muchas veces el crecimiento
espiritual es algo escondido. Las escrituras lo comparan con el crecimiento de
las flores y los arboles: Oseas 14:5-6 dice: «Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus
raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del
olivo, y perfumará como el Líbano»
Algunos creyentes puede que objeten que estén creciendo. Pero si estamos constantemente
creciendo espiritualmente, llegará un tiempo cuando el mismo Espíritu nos dará
testimonio de eso. En el libro de Isaías, Dios promete, diciendo: «Porque yo derramaré aguas sobre el
secadal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu
generación, y mi bendición sobre tus renuevos» (Isaías 44:3). También Dios
se refiere a su pueblo como «árboles de
justicia...» (Isaías 61:3). El Señor mismo dice que somos árboles y flores;
somos su sembrado que está muy cuidado; y él envía su rocío y su lluvia sobre
nosotros.
Nosotros podemos hacer una pequeña prueba que revela si
el crecimiento espiritual está tomando lugar en nosotros. Sencillamente
pregúntese lo siguiente: ¿TENGO SED DE DIOS? ¿QUIERO MÁS DE JESÚS Y SU
SANTIDAD? Si las respuestas son afirmativas, usted puede estar seguro que está
creciendo. ¿Por qué? Dios promete derramar sus aguas vivientes sobre todos
aquellos que tienen sed de Él. Jesús dijo: «Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados»
(Mateo 5:6).
Sencillamente, Dios juzga el crecimiento espiritual de
usted por su hambre y sed de Él. Así que, si usted es sincero acerca de su
caminar con Cristo, y está disponible para que Dios le dirija y le corrija,
usted no debes desanimarse por cualquier falta de crecimiento que perciba. El
verdadero crecimiento espiritual está tomando lugar dentro de usted; sea que usted
lo perciba o no. Dios promete que todo aquel que tenga hambre y sed de Él, será
saciado con Su propia mano. Dios nos rociará del cielo; y nos dará todos los
nutrientes necesarios para producir una vida abundante en nosotros. Eso es así,
sea que lo veamos suceder o no.
Principio 3: Muchos cristianos que están creciendo piensan que están cayendo.
Principio 3: Muchos cristianos que están creciendo piensan que están cayendo.
Algunas personas cuando llegan a ser salvas no vuelven a
luchar con el pecado que le asediaba. Ellos testifican, diciendo que en el
momento que vinieron a Jesús, el Señor les quitó las tentaciones. Por ejemplo,
hay personas que fueron drogadictas. Pero años atrás fueron salvas por la
misericordia de Dios, y ya no tienen problemas de adicción. Aun más, muchas de
esas personas en la actualidad son ministros y trabajadores sociales.
Pero para una multitud de cristianos, la historia es
diferente. Años después de su conversión, todavía siguen luchando contra una
poderosa tentación. Porque una vieja corrupción se ha mantenido en ellos; y es
algo que odian y no quieren volver a ver. Para estas personas, esa atadura es
lo que no permite que ellos alcancen la plenitud de Dios. Ellos llevan
culpabilidad y reproche en sus vidas. No importa cuanto luchen, esa lujuria no
los deja. Al pasar el tiempo, se desaniman y sus almas gimen.
Si usted está pasando por esa situación, anímese y manténgase
firme. Usted en si está creciendo en medio de su lucha. Si usted tiene el temor
de Dios en su corazón, usted saldrá más fuerte de la tormenta. En esa lucha
contra el enemigo, usted está ejercitando y llamando toda la gracia y poder de
Dios. Y aunque se sienta débil, esa gracia y ese poder le están fortaleciendo.
Bajo estas condiciones, ante Dios las oraciones de usted tienen más urgencia; y
también todo orgullo es quitado. Así que, ésta tormenta le está poniendo en
GUARDIA ESPIRITUAL en toda área de su vida.
Cuando usted está cooperando con el Espíritu Santo en la
lucha por vencer el pecado, usted está creciendo en el conocimiento de la obra
del Espíritu. Cada vez que se levanta la oposición, la gracia de Dios aumenta.
Usted tiene que saber que en medio de la tempestad, usted está echando raíces
espirituales. Dios está desarrollando en usted una humildad profunda; y un
dolor y una tristeza más grandes debido al pecado; una hambre más elevada por
la justicia de Dios.
Aquellos cristianos que no conocen LA GUERRA ESPIRITUAL,
pueden mirar con desdén a los hermanos y hermanas que luchan. Pero usted no
tiene esa actitud. Ahora, por sus propias luchas, usted es más tierno hacia las
debilidades y fallas de los demás. Porque aunque usted no se haya dado cuenta,
el Señor ha usado la tormenta para profundizar las raíces de la compasión de
Cristo en usted. Así es que no se desanime. Si usted tiene hambre y sed de
justicia de Dios, Él siempre estará con usted y nunca le desamparará (Mateo
5:6). José del que se nos habla en el libro de Génesis pasó por todas estas
cosas. Pero al final resultó triunfante, porque él nunca se dio por vencido.
En resumen, Dios está haciendo de usted un experimentado
soldado de la cruz; marcado por la batalla, pero inteligente y valiente en esa
batalla. A veces usted se puede decepcionar de usted mismo; pero el Señor no.
El puede actuar en forma soberana en cualquier momento y sacarle de la lucha.
Sin embargo Él todavía no lo hace, porque ve que eso está produciendo en usted
una sed mayor por Él. Su nueva sed por Cristo no estaba presente en usted antes
que entrara en LA GUERRA ESPIRITUAL (Efesios 6:12). Y ahora usted está
creciendo más fuerte, a pesar de la continua batalla. Cierto es que usted ha resistido
solo por fe. Y aunque usted has tropezado, siempre se levanta y vuelve a la
cruz. Y en el proceso, usted está más santo, más humilde y más como Jesús. También
es cierto que el diablo quiere convencerle de que su lucha contra el pecado
demuestra que usted está en maldad; no lo crea. El diablo es un mentiroso y ha
atrapado a un sinnúmero de cristianos con sus mentiras infernales.
La Biblia dice que Dios no apagará el pabilo que humeare
(Isaías 42:3). Por eso, si usted quiere crecer espiritualmente, pídale al Espíritu
Santo que brille Su luz en su área débil o de pecado; y clame a Él, más o menos
diciendo: “Señor, quiero dar la medida
con Tu palabra. Y sé que solo tú tienes el poder para lograrlo en mí. Por
favor, ayúdame a entender por fe que tú estás no solo dispuesto a obrar en mí, sino
que ya estás haciendo que yo crezca espiritualmente”.
Tenga en cuenta que esa es una
oración que todos debemos hacer muy frecuentemente. Dios quiere que usted y yo sepamos, que en
medio de la tormenta, Él está a nuestro lado. Él está regando su Espíritu;
alimentando nuestras almas; echando raíces fuertes en nosotros; porque el Padre
Celestial nuestro nos está preparando para una gran cosecha.
Que Dios le siga bendiciendo
miércoles, 10 de agosto de 2016
¿POR QUÉ LOS MUERTOS EN CRISTO DUERMEN?
¿POR QUE LOS MUERTOS EN CRISTO DUERMEN?
Realmente la muerte es como
quedarse dormido. Por eso 1 Tesalonicenses 4:13 nos dice: «Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen
[en la muerte], para que no se
entristezcan como los otros que no tienen esperanza»
Cuando Lázaro murió,
Jesús, en Juan 11:11 a sus discípulos les dijo: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido y voy a despertarlo» Luego la
Biblia dice: «En realidad Jesús quería decirles que Lázaro estaba muerto, pero los
discípulos entendieron que se trataba del sueño natural. Entonces Jesús les
dijo claramente: LAZARO HA MUERTO...» (Juan 11:13-14).
Daniel 12:2 dice: «Muchos de los que duermen en el lugar del
polvo despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror
eterno»
Sin embargo, ¡el morir en la carne no es
ya el fin! Isaías 26:19 dice: «Tus
muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán. ¡Despierten
y den gritos de júbilo todos ustedes, que yacen en el polvo! Porque tu rocío es
cual rocío de hortalizas, y la tierra darás sus muertos»
De aquellas personas que mueren y
cumplieron con Dios y Jesús, el Señor les dice por medio del profeta Oseas: «De la mano del Seol los redimiré, los
libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh
Seol...» (Oseas 13:14).
Lo más lindo de todo esto es que el poder
de la resurrección lo tiene Cristo, por eso 1 Corintios 15:21-22 nos dice: «Pues, dado
que la muerte es mediante un hombre, la resurrección de los muertos es también
mediante un hombre. Porque, así como en
Adán todos están muriendo, así también en Cristo todos serán vivificados»
Por tanto, las personas buenas como las
malas serán resucitadas. Por eso Jesús en Juan 5:28-29 nos dice: «No se asombren de esto; llega la hora en
que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien
resucitarán para la vida, pero los que obraron el mal irán a la condenación»
Los justos resucitarán cuando Cristo
regrese otra vez. Por eso 1 Tesalonicenses 4:16-17 dice: «Cuando se dé la señal por la voz del arcángel y la trompeta divina, el
mismo Señor bajará del cielo. Y primero resucitarán los que murieron en Cristo.
Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos,
llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y estaremos con el
Señor para siempre»
¿Cómo seremos después de la resurrección?
Filipenses 3:20-21 nos dice: «Mas
nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador,
al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra,
para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual
puede también sujetar a sí mismo todas las cosas»
¿Hasta cuándo vivirán los justos
resucitados? Lucas 20:36 dice: «De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los
ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección»
¿Qué tiempo esperarán los injustos después
de la primera resurrección antes de ser resucitados? Esperarán mil años, porque
Apocalipsis 20:4-5 nos dice: «También vi
unos tronos, y sentados en ellos los que tienen poder para juzgar. Vi también
las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por causa de las
enseñanzas de Jesús y de la Palabra de Dios. Vi a todos los que no habían
adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente o
en la mano. Volvieron a la vida y reinaron mil años con el Mesías [Jesús]. Esta es la primera resurrección. El resto
de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años»
¿Cuál será el final de
los injustos? Apocalipsis 20:9 dice: «Pero descendió fuego del cielo, y los
devoró»
¿Quiénes son los injustos? Apocalipsis
21:8 nos dice: «Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son
repugnantes en su suciedad, y asesinos y fornicadores y los que practican
espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que
arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda»
NOTA: Las citas bíblicas son
de la Biblia católica y la Biblia Reina-Valera 1960.
Que Dios le siga
bendiciendo
Suscribirse a:
Entradas (Atom)