jueves, 11 de agosto de 2016

EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL


EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL


En Segunda Tesalonicenses 1:3,4 leemos: «Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor. De modo que nosotros mismos hablamos de ustedes con satisfacción en las iglesias de Dios, por la fortaleza y la fe que ustedes muestran en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufre»


En estos versículos vemos el gran elogio que Pablo ofreció a los cristianos tesalonicenses.


San Pablo nos ofrece una imagen asombrosa del cuerpo de creyentes que estaban creciendo en unidad y amor. La fe y el amor de los tesalonicenses sobrepasaban los de otras iglesias. Obviamente, estos cristianos no estaban tratando de mantener su fe tan solo hasta que Jesús regrese. Ellos estaban aprendiendo; se movían y crecían espiritualmente; y sus vidas daban evidencia de ese hecho. Según Pablo, ellos eran el tema de todas las iglesias en Asia. Aparentemente, las predicaciones que estas personas escuchaban les provocaban un caminar más profundo con Cristo. Pues el Espíritu Santo en ellos rompió toda barrera étnica y de color.

En aquel tiempo, los cristianos estaban bajo una intensa persecución. Pero eso no fue obstáculo para que otros cristianos dejaran de visitar la extraordinaria iglesia de los tesalonicenses. Una muchedumbre de personas llegaba de forma inesperada. Sin embargo, estos visitantes no iban para ser deslumbrados por señales y maravillas; ni para ser maravillados por una predicación poderosa. Ellos iban para ser testigos del gran milagro en una iglesia que se movía al unísono en el amor de Cristo. Ellos querían ver por sí mismos como una reunión de creyentes fuertes y firmes crecía en la gracia y el conocimiento de Dios.



Podemos decir que en estos cristianos de Tesalónica se cumplía lo que leemos en Hechos 2:42, que dice: «Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración»

Nosotros debemos orar para que nuestras vidas espirituales crezcan; y así estar preparados para cuando Cristo regrese. Amén.

Principio 1: Todo cristiano, si está lleno de la Verdad del Espíritu Santo, debe estar creciendo espiritualmente.

Si Usted ha sido nutrido con el agua viva y el alimento de la palabra de Dios, usted debe experimentar un crecimiento espiritual continuo en su vida. Esto debe suceder en forma automática; y aunque es automático, usted también debe estar deseando crecer. San Pablo describe nuestro crecimiento espiritual como una obra del Espíritu Santo (1 Corintios 6:11). Pablo dice que el Espíritu siempre está obrando y transformándonos de gloria en gloria (2 Corintios 3:18). El Espíritu Santo está renovando nuestra mente constantemente. Él está poniendo nuestra carne a muerte y llevando pureza a nuestro ser interno.

El Espíritu Santo obra en nuestros corazones para echar fuera la ira, la amargura, el resentimiento y todo tipo de maldad; y al mismo tiempo, produce en nosotros bondad, ternura y perdón hacia las demás personas. Podemos decir que, en este caso, el Espíritu Santo nos está criando en Cristo; nos está enseñando que todo lo que decimos y hacemos debe ser digno del Señor.

Recordemos que Cristo varias veces nos dijo que Dios enviaría al Espíritu Santo (Juan. 7:39; 14:16,17); y también nos dijo que íbamos a nacer de nuevo a través del Espíritu (San Juan 3:3). Y aún más, no solo nacemos espiritualmente a través del Espíritu, sino que también el mismo Espíritu nos va criando en Cristo si nosotros se lo permitimos.

Pablo nos insta, diciendo: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo...» (1 Corintios 11:28). «Examínense y vean si permanecen en la fe. Pruébense a sí mismos...» (2 Corintios 13:5). Con esto, el apóstol Pablo nos está diciendo: “OBSERVE SI USTED ESTÁ CAMINANDO SEGUN LA PALABRA DE DIOS”.

Si usted como cristiano aún está apático acerca de su crecimiento espiritual, entonces usted no ha permitido que el Espíritu de Dios obre en usted. Hágase las siguientes preguntas: ¿estoy más entusiasmado con Jesús y Su iglesia cada día? O, ¿aún guardo rencor, resentimientos? ¿Tengo yo raíces de amargura, a pesar de las advertencias de Dios? ¿Estoy creciendo espiritualmente; o mi crecimiento se ha atrofiado?

Usted tiene que hacerse estas preguntas y hallar respuestas positivas. Es posible que experimentemos UN CRECIMIENTO ABUNDANTE O EXCESIVO en muchas áreas de nuestra vida, y permanecer como niños en otras. Pablo llegó a decir: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas, cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño» (1 Corintios 13:11).

Principio 2: Algunos cristianos están creciendo, pero no lo saben.

Algunos creyentes le pueden contar a usted acerca del crecimiento espiritual de ellos. Y claramente, usted puede apreciar el cambio en sus vidas. Ellos testifican cómo el Espíritu Santo ha vencido al enemigo; y usted se regocija con ellos en las victorias. Sin embargo, este grupo de cristianos no representa a todos los cristianos que crecen. Muchos de los creyentes no se enteran del progreso espiritual en sus vidas. Ellos son diligentes, caminan en santidad y temor de Dios. Oran, leen la Biblia y buscan al Señor con todo corazón. Y se han alejado de toda lujuria y malos hábitos. No existe obstrucción en su crecimiento espiritual. En resumen, la vida de Cristo va en aumento en estos santos.

Cierto es que llegará un momento cuando el Espíritu les dará testimonio de sus obras buenas. Es casi seguro que algunos cristianos tesalonicenses estaban asombrados cuando escucharon la resplandeciente evaluación que Pablo hizo acerca de ellos (2 Tesalonicenses 1:3,4).

Sin embargo, Pablo sabía que muchas veces el crecimiento espiritual es algo escondido. Las escrituras lo comparan con el crecimiento de las flores y los arboles: Oseas 14:5-6 dice: «Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano»

Algunos creyentes puede que objeten que estén creciendo. Pero si estamos constantemente creciendo espiritualmente, llegará un tiempo cuando el mismo Espíritu nos dará testimonio de eso. En el libro de Isaías, Dios promete, diciendo: «Porque yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos» (Isaías 44:3). También Dios se refiere a su pueblo como «árboles de justicia...» (Isaías 61:3). El Señor mismo dice que somos árboles y flores; somos su sembrado que está muy cuidado; y él envía su rocío y su lluvia sobre nosotros.

Nosotros podemos hacer una pequeña prueba que revela si el crecimiento espiritual está tomando lugar en nosotros. Sencillamente pregúntese lo siguiente: ¿TENGO SED DE DIOS? ¿QUIERO MÁS DE JESÚS Y SU SANTIDAD? Si las respuestas son afirmativas, usted puede estar seguro que está creciendo. ¿Por qué? Dios promete derramar sus aguas vivientes sobre todos aquellos que tienen sed de Él. Jesús dijo: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados» (Mateo 5:6).

Sencillamente, Dios juzga el crecimiento espiritual de usted por su hambre y sed de Él. Así que, si usted es sincero acerca de su caminar con Cristo, y está disponible para que Dios le dirija y le corrija, usted no debes desanimarse por cualquier falta de crecimiento que perciba. El verdadero crecimiento espiritual está tomando lugar dentro de usted; sea que usted lo perciba o no. Dios promete que todo aquel que tenga hambre y sed de Él, será saciado con Su propia mano. Dios nos rociará del cielo; y nos dará todos los nutrientes necesarios para producir una vida abundante en nosotros. Eso es así, sea que lo veamos suceder o no.

Principio 3: Muchos cristianos que están creciendo piensan que están cayendo.


Algunas personas cuando llegan a ser salvas no vuelven a luchar con el pecado que le asediaba. Ellos testifican, diciendo que en el momento que vinieron a Jesús, el Señor les quitó las tentaciones. Por ejemplo, hay personas que fueron drogadictas. Pero años atrás fueron salvas por la misericordia de Dios, y ya no tienen problemas de adicción. Aun más, muchas de esas personas en la actualidad son ministros y trabajadores sociales.

Pero para una multitud de cristianos, la historia es diferente. Años después de su conversión, todavía siguen luchando contra una poderosa tentación. Porque una vieja corrupción se ha mantenido en ellos; y es algo que odian y no quieren volver a ver. Para estas personas, esa atadura es lo que no permite que ellos alcancen la plenitud de Dios. Ellos llevan culpabilidad y reproche en sus vidas. No importa cuanto luchen, esa lujuria no los deja. Al pasar el tiempo, se desaniman y sus almas gimen.

Si usted está pasando por esa situación, anímese y manténgase firme. Usted en si está creciendo en medio de su lucha. Si usted tiene el temor de Dios en su corazón, usted saldrá más fuerte de la tormenta. En esa lucha contra el enemigo, usted está ejercitando y llamando toda la gracia y poder de Dios. Y aunque se sienta débil, esa gracia y ese poder le están fortaleciendo. Bajo estas condiciones, ante Dios las oraciones de usted tienen más urgencia; y también todo orgullo es quitado. Así que, ésta tormenta le está poniendo en GUARDIA ESPIRITUAL en toda área de su vida.

Cuando usted está cooperando con el Espíritu Santo en la lucha por vencer el pecado, usted está creciendo en el conocimiento de la obra del Espíritu. Cada vez que se levanta la oposición, la gracia de Dios aumenta. Usted tiene que saber que en medio de la tempestad, usted está echando raíces espirituales. Dios está desarrollando en usted una humildad profunda; y un dolor y una tristeza más grandes debido al pecado; una hambre más elevada por la justicia de Dios.

Aquellos cristianos que no conocen LA GUERRA ESPIRITUAL, pueden mirar con desdén a los hermanos y hermanas que luchan. Pero usted no tiene esa actitud. Ahora, por sus propias luchas, usted es más tierno hacia las debilidades y fallas de los demás. Porque aunque usted no se haya dado cuenta, el Señor ha usado la tormenta para profundizar las raíces de la compasión de Cristo en usted. Así es que no se desanime. Si usted tiene hambre y sed de justicia de Dios, Él siempre estará con usted y nunca le desamparará (Mateo 5:6). José del que se nos habla en el libro de Génesis pasó por todas estas cosas. Pero al final resultó triunfante, porque él nunca se dio por vencido.

En resumen, Dios está haciendo de usted un experimentado soldado de la cruz; marcado por la batalla, pero inteligente y valiente en esa batalla. A veces usted se puede decepcionar de usted mismo; pero el Señor no. El puede actuar en forma soberana en cualquier momento y sacarle de la lucha. Sin embargo Él todavía no lo hace, porque ve que eso está produciendo en usted una sed mayor por Él. Su nueva sed por Cristo no estaba presente en usted antes que entrara en LA GUERRA ESPIRITUAL (Efesios 6:12). Y ahora usted está creciendo más fuerte, a pesar de la continua batalla. Cierto es que usted ha resistido solo por fe. Y aunque usted has tropezado, siempre se levanta y vuelve a la cruz. Y en el proceso, usted está más santo, más humilde y más como Jesús. También es cierto que el diablo quiere convencerle de que su lucha contra el pecado demuestra que usted está en maldad; no lo crea. El diablo es un mentiroso y ha atrapado a un sinnúmero de cristianos con sus mentiras infernales.

La Biblia dice que Dios no apagará el pabilo que humeare (Isaías 42:3). Por eso, si usted quiere crecer espiritualmente, pídale al Espíritu Santo que brille Su luz en su área débil o de pecado; y clame a Él, más o menos diciendo: “Señor, quiero dar la medida con Tu palabra. Y sé que solo tú tienes el poder para lograrlo en mí. Por favor, ayúdame a entender por fe que tú estás no solo dispuesto a obrar en mí, sino que ya estás haciendo que yo crezca espiritualmente”.

Tenga en cuenta que esa es una oración que todos debemos hacer muy frecuentemente. Dios quiere que usted y yo sepamos, que en medio de la tormenta, Él está a nuestro lado. Él está regando su Espíritu; alimentando nuestras almas; echando raíces fuertes en nosotros; porque el Padre Celestial nuestro nos está preparando para una gran cosecha.

Que Dios le siga bendiciendo

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