EL CRECIMIENTO
No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre
hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo
deseamos. Pues Dios ha facilitado todo
lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la
Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha
facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer;
familia de la cual Él es el amoroso Padre.
Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una
buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa
para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo dependerá
de cada uno de nosotros.
Imagínese en las reuniones, a todos los que toman asientos lado a
lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la
diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son
diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).
Tal
como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento físico y el
crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La mayoría de
nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así
espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La clave
es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe estar
bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la
orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo
que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas
en las clases bíblicas, si es que asistimos.
Debemos saber que la vida cristiana es una de desarrollo,
porque consiste en llegar a conocer a nivel cada vez más profundo al verdadero
Dios inagotable, por medio de nuestro Señor y Salvador.
En los tiempos de Pablo, éste quería que los cristianos
de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro caso, para
poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y poner en práctica
lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación personal con Él y con
Cristo.
El crecimiento es algo que todos necesitamos; pues la
vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro
crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural
que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de
una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.
La vida espiritual es un proceso activo mediante el cual
analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los resultados por las
normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita experiencia, estudio de la
Biblia, oración y una relación íntima con Dios el Padre y con Cristo; porque es
necesario someternos a Cristo para que Él viva en nosotros y así crecer.
En este proceso de refinamiento, es normal que haya
fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento cristiano en
Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no hago el bien que
quiero, sino el mal que no quiero»
Es normal que haya caídas en nuestra marcha. Por eso
Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen
ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta
que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un
proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras.
Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento sólido
de la edad adulta.
Tal como ya hemos visto en otras exposiciones, el
crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar de crecer,
creyendo que ya hemos tocado el techo.
Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha prometido estar
involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura toda la vida.
Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y si Dios empezó
tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo
en el día de Cristo Jesús»
Jesús es la fuente del crecimiento espiritual. Esto se
halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron
a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan
arraigados y edificados en él, apoyados en la fe, tal como fueron instruidos, y
siempre dando gracias»
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