jueves, 18 de agosto de 2016

EL CRECIMIENTO: CONTINUACIÓN


EL CRECIMIENTO

No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo deseamos. Pues  Dios ha facilitado todo lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer; familia de la cual Él es el amoroso Padre.

Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo dependerá de cada uno de nosotros.

Imagínese en las reuniones, a todos los que toman asientos lado a lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).

Tal como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento físico y el crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La mayoría de nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La clave es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe estar bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas en las clases bíblicas, si es que asistimos.


Debemos saber que la vida cristiana es una de desarrollo, porque consiste en llegar a conocer a nivel cada vez más profundo al verdadero Dios inagotable, por medio de nuestro Señor y Salvador.

En los tiempos de Pablo, éste quería que los cristianos de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro caso, para poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y poner en práctica lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación personal con Él y con Cristo.

El crecimiento es algo que todos necesitamos; pues la vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.

La vida espiritual es un proceso activo mediante el cual analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los resultados por las normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita experiencia, estudio de la Biblia, oración y una relación íntima con Dios el Padre y con Cristo; porque es necesario someternos a Cristo para que Él viva en nosotros y así crecer.

En este proceso de refinamiento, es normal que haya fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento cristiano en Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero»

Es normal que haya caídas en nuestra marcha. Por eso Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras. Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento sólido de la edad adulta.

Tal como ya hemos visto en otras exposiciones, el crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar de crecer, creyendo que ya hemos tocado el techo. Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha prometido estar involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura toda la vida. Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo en el día de Cristo Jesús»

Jesús es la fuente del crecimiento espiritual. Esto se halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan arraigados y edificados en él, apoyados en la fe, tal como fueron instruidos, y siempre dando gracias»

Bien se ha dicho que la vida cristiana es como montar en una bicicleta; pues sabemos que, en una bicicleta, si la persona no avanza, se cae. Por tanto, debemos avanzar y crecer.

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