PODEMOS APRENDER DE ENOC (Primera Parte)
La Biblia enseña que en
el principio de la humanidad existieron dos hombres llamados con el mismo
nombre: ENOC.
El primer Enoc fue nieto
de Adán, ya que era hijo de Caín. Veamos lo que dice la Biblia de este hombre: «Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y
habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual
concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la
ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad
engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a
Lamec» (Génesis 4:16-18).
En estos versos de la
Biblia, vemos quien engendró al primer Enoc y cuáles fueron sus descendientes
inmediatos. Caín salió de la presencia de Dios, y habitó en la tierra de Nod,
al oriente del Edén. Entonces él y una hermana suya (Génesis 5:4) se casaron y
criaron una familia. Es bueno aclarar que cuando la Biblia dice que Caín
conoció a su mujer, eso quiere decir que él y ella llegaron a la intimidad. Hoy
en día es incorrecto que un hombre se case con una mujer de su propia familia.
En particular, con una mujer que sea hermana de sangre de ese hombre. Pero Caín
no tuvo otra alternativa. Sus hermanas de sangre eran las únicas mujeres en la
tierra.
Caín construyó la primera
ciudad en el mundo y la nombró Enoc, en honor a su hijo que tenía ese mismo
nombre. Esta historia se encuentra en Génesis capitulo 4. Léala, porque la
Palabra de Dios (la Biblia) es semejante a una semilla; que cuando está
sembrada en la mente, la Palabra de Dios dará ideas maravillosas y
entendimiento.
El segundo Enoc lo encontramos en el capítulo 5
del Génesis y en otros lugares de la Biblia. Este Enoc era nieto de un
tataranieto de Adán. De modo que este Enoc era de la séptima generación de Adán
(ver Judas 14 y 15). Este hombre descendió de Adán por el linaje de Set; y es
el Enoc que nos interesa hoy, y de quien nosotros debemos aprender. Es curioso
saber que, por lo que Judas escribió acerca de Enoc (Judas 14 y 15), los «Adventistas Del Séptimo Día» creen que
Enoc fue el primer adventista.
Algunos consideran que este
Enoc fue un patriarca; pero otros lo consideran como un profeta. La Biblia da
a entender que Enoc fue un profeta. Respecto a esto, debemos recordar que Moisés
fue quien escribió los primeros cinco libros (el Pentateuco) del Antiguo
Testamento; y a pesar de que Moisés no se refiere a Enoc como un profeta, el
libro de Judas en el Nuevo Testamento habla de él como profeta de Dios (Judas
1:14-15).
Según Judas 14 y 15,
Enoc profetizó acerca de los impíos, sobre los cuales el Señor Jesucristo ejecutará
juicio cuando venga otra vez. De modo que esta profecía todavía no se ha
cumplido. De los impíos, de quienes Judas habla, como habiéndose introducido
encubiertamente, dice: «l4 De
estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor
con sus santas decenas de millares, 15para hacer juicio contra
todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han
hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han
hablado contra Él» (Judas 14-15). Aquí vemos, pues, que solo el Señor Jesús
podrá efectuar esa separación entre los malos y los buenos.
En la Biblia encontramos
a Jared (que significa «enseñar»), de
quien Enoc fue su hijo; y él fue el primero de cuatro generaciones en predicar.
Enoc fue el papá de Matusalén, cuyo nombre quiere decir “Su muerte llevará”. Sin embargo, Enoc no murió, sino que fue
trasladado al Paraíso por Dios. Matusalén procreó a Lamec, que quiere decir: “Lamento / Murmullo”. Enoc vivió en la
era antediluviana y fue el bisabuelo de Noé, porque este era hijo de Lamec.
Cuando Enoc nació, Adán contaba con 612 años de edad; y Enoc cesó su vida
terrenal 47 años después de la muerte de Adán.
Enoc llegó a ver la
corrupción de la tierra; y como profeta, fue un predicador del reino de Cristo.
El dejó la semilla sembrada para el ministerio de Noé. Algunos creen que Adán
ordenó a Enoc al sacerdocio de Dios, cuando Enoc tenía 25 años de edad. Puesto
que la gente vivía muchísimos años en esos tiempos, una persona de 25 años de
edad, era todavía un muchacho. Por ejemplo, Abraham dispuso a sacrificar a su
hijo Isaac, por mandato de Dios, cuando «el
niño Isaac» tenía 25 años de edad. Isaac todavía era un muchacho.
Por lo que dice el Libro
de Judas acerca de Enoc, eso cataloga a Enoc como el primer profeta que existió
en la tierra. ¿Es el mensaje de Enoc un mensaje de juicio, que denuncia la
iniquidad del mundo? Si, lo es. Así que el primer profeta en la Biblia presentó
un mensaje de juicio y denunciaba la iniquidad que existía en sus días. Lo
interesante es que Enoc en este mensaje dio una profecía de tiempo. Génesis 5:21-22
dice: “2lVivió Enoc sesenta y
cinco años, y engendró a Matusalén. 22Y caminó Enoc con Dios, después
que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas”. Aquí
vemos que las actividades de Enoc estaban relacionadas con diferentes ocasiones
específicas de su tiempo que pasó aquí en este mundo.
Una profecía de tiempo
es cuando Dios primero por medio de un profeta anuncia ciertas acciones a favor
o en contra del hombre, las cuales ocurrirán en ciertos tiempos. Luego Dios en
el futuro usa otro profeta para confirmar, cuando van a ocurrir las profecías
que anunció el primer profeta. Cristo conectó los dos eventos de Enoc: El
juicio de Dios por medio del diluvio y el juicio final contra los impíos.
Cristo los confirmó en Mateo 16:27 y en Mateo 24:37-39.
Enoc vivió en una época
corrompida, cuando el poder moral estaba muy debilitado. La contaminación moral
abundaba a su alrededor; pues ya se estaba vislumbrando la corrupción que conduciría
al diluvio. Sin embargo, Enoc caminó con Dios (Génesis 5:24). Él educó su mente
a la devoción, para así pensar en las cosas que eran puras y santas; y sus conversaciones
se referían a temas santos y divinos. Él fue compañero de Dios. Caminó con él,
y recibió su consejo. ¡Qué privilegio!
Enoc tuvo que luchar contra
las mismas tentaciones de nosotros. La sociedad que lo rodeaba no era más amiga
de la justicia que la sociedad que nos rodea en la actualidad. La atmósfera que
respiraba estaba contaminada por el pecado y la corrupción, tal como lo está la
nuestra; y sin embargo, Enoc no se ensució con los pecados que prevalecían en
su tiempo. Así también, nosotros podemos permanecer puros y sin corrompernos tal
como lo hizo el fiel Enoc. Todo lo que tenemos que hacer es decidirnos a
hacerlo.
Parece que Enoc aprendió
algunas cosas acerca de Dios, que nosotros no hemos podido aprehender. Fíjense,
solo una pequeña porción de uno de los sermones de Enoc ha sido preservada para
nosotros, pero los temas de esos sermones eran inconfundibles: “He aquí, vino el Señor con sus santas
decenas de millares, 15para hacer juicio contra todos, y dejar convictos
a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de
todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él”
(Judas 14-15). Claramente había un poderoso sentido de la santidad en este
hombre, que recibió abundante revelación sobre el Dios a quien servía.
Enoc fue el prototipo de
los santos vivos; de los 144,000. Observen su antecedente: la Biblia dice que caminó con Dios por trescientos años antes de ser
trasladado (Génesis 5:22); Enoc tuvo un carácter notable, y muchos miran su
vida muy por encima de la que los otros mortales pueden alcanzar. Pero la vida
y el carácter de Enoc, fueron tan santos que pudo ser trasladado al Cielo sin
ver muerte –– La Biblia enseña que todos tenemos una cita con la
muerte; y todos nosotros sabemos que es así (Hebreos 9:27). Pero Enoc se libró
de esa cita (nunca la tuvo); él representa las vidas y los caracteres de todos
los que serán trasladados cuando Cristo venga otra vez.
La Biblia dice que “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver
muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese
traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5). Así mismo,
Dios hoy nos llama a que tengamos una fe, un comportamiento y una comunión tal
como esa; para alcanzar una santidad como la de Enoc. Porque así deberá ser la
santidad de aquellos que serán redimidos de entre los hombres, en la segunda
venida del Señor Jesús.
Entonces, los 144,000
(Apocalipsis 7:4; 14:1,3) y una gran multitud, ascenderán juntos al Cielo, así como
Enoc ascendió antes de la destrucción del mundo por el diluvio. Estos también serán
traspuestos de la tierra antes de la destrucción por el fuego del que nos habla
el Apocalipsis. El apóstol Pablo dice: “51He
aquí, les digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos
transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados
incorruptibles, y nosotros seremos transformado” (1 Corintios 15:51,52). También
Pablo dijo: I6Porque el Señor
mismo con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán primero. 17Luego nosotros los que
vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”
(1 Tesalonicenses 4:16-17).
Enoc fue un
representante del pueblo de Dios; y esto tenía el respaldo de que él caminó con
el Señor. Debido a esto, Enoc conocía a Dios y había aprendido por la experiencia
a reconocerle en sus obras; tanto que pareció bien a Dios, en su soberanía,
llevarse a Enoc de este mundo sin ver la muerte. Una pregunta que se deriva de
aquí es: ¿Es posible que el Señor camine a nuestro lado, ayudándonos, bendiciéndonos,
cuidándonos, sin saberlo nosotros, sin darnos cuenta de eso? Si, es posible. Ahí
en Lucas 24:13-32 (en el camino hacia Emaús), el Señor Jesús ya resucitado se
presenta a dos discípulos y les enseña las Escrituras mientras caminan a su
lado; sin darse cuenta ellos, que era el mismo Jesús, con quien estuvieron con
Él durante tres años.
Alguien una vez dijo que
el Señor Jesús no tiene favoritos, pero si tiene íntimos. No es ningún secreto
que ante cada situación especial (en la Transfiguración, por ejemplo), el Señor
Jesús se quedaba solo con algunos de sus discípulos. Pedro, Jacobo y Juan eran
los elegidos. ¿Era eso favoritismo? ¡De ningún modo! Mejor era por cercanía;
intimidad; porque ellos habían demostrado al Señor que querían caminar cerca de
Él; querían conocerle y seguirle de cerca. Así mismo pasó con Enoc, quien quiso
tener intimidad con Dios. Hoy en día no es fácil tener una intimidad así con
Dios, porque vivimos rodeados de las epidemias generadas por el pecado de los
tiempos modernos; y por eso necesitamos un intercesor, un mediador (abogado)
que nos represente ante Dios –– necesitamos a Jesucristo, el único mediador (1 Timoteo
2:5). Sin embargo, nosotros debemos esforzarnos en andar en perfección delante
de Dios, porque así nos lo ordena Jesús en Mateo 5:48.
Enoc tenía, según la cronología
bíblica, unos 318 años de edad cuando murió Adán. Para los que eran fieles a
Dios, la muerte de Adán tuvo que haber proyectado una sombra de incertidumbre
sobre el futuro; pues, a pesar de su vida de arrepentimiento y piedad, Adán murió
como muere todo pecador. Dios, para despejar esa incertidumbre, y dar a sus
hijos fieles la seguridad de que serían recompensadas sus vidas de fe, para eso
trasladó a Enoc.
Fíjense, Dios demostró
en el caso de Adán que «la paga del
pecado es muerte”» (Romanos 6:23); pero con Enoc demostró, que «la dádiva de Dios es vida eterna»
(también Romanos 6:23). Entonces, el traslado de Enoc probó que, aunque el
pecado separa al hombre de Dios, hay un camino para evitar esa separación; y el
hombre puede volver a Dios a través de ese camino. ¿Cuál es ese camino? Ese camino es el sendero de la fe en Cristo Jesús.
Desde el momento en que Adán
pecó, el mundo jamás ha podido estar libre del mal y sus efectos. No obstante,
Dios siempre ha tenido testigos fieles. En el periodo antediluviano Dios
utilizó hombres santos del linaje de Set como testigos suyos, tales como a:
Cainán (el “tocador de flauta” o “cantante de alabanzas”), Mahalaleel (“alabanza de Dios”) y Jared (“el que se postra a orar”). Ellos fueron
adoradores de Dios; hombres que invocaban el nombre del Creador y se llamaban a
sí mismos según un nombre adaptado a Dios. Nuestro héroe de hoy, el Enoc de Set
(un “adiestrado” o “dedicado”) fue realmente un dedicado
siervo de Jehová, quien se distinguió por caminar siempre con Dios. Él fue también
un profeta lleno del Espíritu de Dios; un testigo poseedor de una maravillosa compenetración
en el plan que Dios ha preparado para el hombre, el cual llegará a su clímax en
la segunda venida de Cristo (Judas 14).
A través de estos
testigos y su inspirada predicación de la palabra de Dios, el Espíritu Santo actuó
como juez en medio de la humanidad. Por medio del Espíritu de Dios, ellos
instruyeron, reprendieron y exhortaron a los hombres en un esfuerzo por
refrenarlos y hacerlos que se apartaran de los malos caminos que los hombres habían
escogido.
Por otro lado, el
pensamiento de Dios es de vida y no de muerte; por eso la Palabra de Dios es
vida. De modo que Dios está en contra de la muerte y a favor de la vida (ver
Ezequiel 18:32). Cuando damos una mirada hacia atrás en el tiempo, podemos ver
a Enoc, que rompió una larga historia de muerte. Como dice la Biblia: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció,
porque le llevó Dios» (Génesis 5:24). Sin embargo, lo que sucedió a Enoc es
una excepción en el curso del hombre caído; y que nos muestra cual es el
pensamiento de Dios cuando un hombre entra en una comunión real con Él. Por
tanto, este pensamiento de Dios es de vida y no de muerte; y siempre ha sido así.
Por tanto, eso continuará siendo así; pues Dios lo va a tener plena y
gloriosamente expresado en la compañía de creyentes, quienes serán trasladados
a la presencia de Dios, como sucedió con Enoc; y no verán la muerte ni el
sepulcro.
¿En qué formas nos dejó
Enoc ejemplos, para imitar sus pasos? En Enoc vemos a una persona redimida que
caminó con Dios en la senda de la redención. En Hebreos 11:5, ya vimos de Enoc
lo siguiente: «Por la fe Enoc fue
traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y
antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios» 2
Corintios 4:18 nos dice: «No mirando
nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se
ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» Por tanto, LA FE y
la obediencia de Enoc son ejemplos para cada uno de nosotros; que nos indican cual
es la clave para que el Señor nos muestre maravillas (Mateo 21:21; Filipenses
2:8).
El andar de Enoc con
Dios, no era en arrobamiento o en visión, sino el cumplimiento de los deberes
de su vida diaria. Enoc no se aisló de la gente, para convertirse en un ermitaño.
Recordemos que él tenía una obra que hacer para Dios en el mundo. En el seno de
la familia y en sus relaciones con los hombres, ya sea como esposo o padre, o
como amigo o ciudadano, Enoc fue un firme y constante siervo de Dios. En medio
de una vida de activa labor, Enoc mantenía fielmente su comunión con Dios.
Cuanto más intensas y urgentes eran sus labores, tanto más constantes y fervorosas
eran sus oraciones.
Enoc solía apartarse,
durante ciertos lapsos de tiempo, de todo trato humano para estar con Dios. Después
de permanecer algún tiempo entre la gente, trabajando para beneficiarla
mediante la instrucción y el ejemplo, se retiraba con el fin de estar solo,
para satisfacer su sed y hambre de aquella divina sabiduría que solo Dios puede
dar. Manteniéndose así en comunión con Dios.
Enoc llegó a reflejar más
y más la imagen divina. Podemos imaginarnos que él tenía el rostro radiante de
una luz santa, semejante a la que resplandece del rostro de Jesús. Cuando
regresaba de estar en comunión con Dios, hasta los impíos miraban con
reverencia ese sello del cielo en su semblante. Recordemos lo que le pasaba a
Moisés después que salía de estar en la presencia de Dios (Éxodo 34:28-35).
Desde el Edén, Dios no
manifiesta tener un santuario para su morada en la tierra. Sin embargo,
afirmamos que hubo hombres que disfrutaron de la revelación personal de Dios.
Entre estos hombres tenemos a: Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, etc. Sin
embargo, debido a que Adán y Eva escogieron DESOBEDECER a Dios, y NO
obedecieron Su mandato, ellos perdieron bendiciones de Dios y perdieron Su
gracia; e incurrieron en el juicio de Dios.
Pero el hecho de que
Dios retiró Su gracia de Adán y Eva, y trajo juicio sobre toda la humanidad, no
significa que el carácter de Dios y Su naturaleza ha cambiado. ¡De ninguna
manera! Dios ha sido y siempre será el mismo. Dios todavía es, y ha sido
siempre, un Dios de AMOR. Dios todavía es, y ha sido siempre, un Dios de
GRACIA. Por eso vemos que, aun cuando Dios estaba pronunciando sentencia sobre Adán
y Eva por sus pecados, al mismo tiempo, Él estaba profetizando (Génesis 3:15)
acerca de un Salvador venidero y la gracia que vendría hacia toda la humanidad
a través de Él –– Jesucristo. La misma Biblia dice que por gracia llegamos
a ser salvos (Efesios 2:8). ¡Gloria sea a Jesús!
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