martes, 26 de julio de 2016

EL PROFETA ENOC, PARTE 1


PODEMOS APRENDER DE ENOC (Primera Parte)


La Biblia enseña que en el principio de la humanidad existieron dos hombres llamados con el mismo nombre: ENOC.


El primer Enoc fue nieto de Adán, ya que era hijo de Caín. Veamos lo que dice la Biblia de este hombre: «Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén. Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. ­­­­­­Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec» (Génesis 4:16-18).


En estos versos de la Biblia, vemos quien engendró al primer Enoc y cuáles fueron sus descendientes inmediatos. Caín salió de la presencia de Dios, y habitó en la tierra de Nod, al oriente del Edén. Entonces él y una hermana suya (Génesis 5:4) se casaron y criaron una familia. Es bueno aclarar que cuando la Biblia dice que Caín conoció a su mujer, eso quiere decir que él y ella llegaron a la intimidad. Hoy en día es incorrecto que un hombre se case con una mujer de su propia familia. En particular, con una mujer que sea hermana de sangre de ese hombre. Pero Caín no tuvo otra alternativa. Sus hermanas de sangre eran las únicas mujeres en la tierra.


Caín construyó la primera ciudad en el mundo y la nombró Enoc, en honor a su hijo que tenía ese mismo nombre. Esta historia se encuentra en Génesis capitulo 4. Léala, porque la Palabra de Dios (la Biblia) es semejante a una semilla; que cuando está sembrada en la mente, la Palabra de Dios dará ideas maravillosas y entendimiento.


El segundo Enoc lo encontramos en el capítulo 5 del Génesis y en otros lugares de la Biblia. Este Enoc era nieto de un tataranieto de Adán. De modo que este Enoc era de la séptima generación de Adán (ver Judas 14 y 15). Este hombre descendió de Adán por el linaje de Set; y es el Enoc que nos interesa hoy, y de quien nosotros debemos aprender. Es curioso saber que, por lo que Judas escribió acerca de Enoc (Judas 14 y 15), los «Adventistas Del Séptimo Día» creen que Enoc fue el primer adventista.


Algunos consideran que este Enoc fue un patriarca; pero otros lo consideran co­mo un profeta. La Biblia da a entender que Enoc fue un profeta. Respecto a esto, debemos recordar que Moisés fue quien escribió los primeros cinco libros (el Pentateuco) del Antiguo Testamento; y a pesar de que Moisés no se refiere a Enoc como un profeta, el libro de Judas en el Nue­vo Testamento habla de él como profeta de Dios (Judas 1:14-15).


Según Judas 14 y 15, Enoc profetizó acerca de los impíos, sobre los cuales el Señor Jesucristo ejecutará juicio cuando venga otra vez. De modo que esta profecía todavía no se ha cumplido. De los impíos, de quienes Judas habla, como habiéndose introducido encubiertamente, dice: «l4 De estos también profetizó Enoc, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, 15para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra Él» (Judas 14-15). Aquí vemos, pues, que solo el Señor Jesús podrá efectuar esa separación entre los malos y los buenos.


En la Biblia encontramos a Jared (que significa «enseñar»), de quien Enoc fue su hijo; y él fue el primero de cuatro generaciones en predicar. Enoc fue el papá de Matusalén, cuyo nombre quiere decir “Su muerte llevará”. Sin embargo, Enoc no murió, sino que fue trasladado al Paraíso por Dios. Matusalén procreó a Lamec, que quiere decir: “Lamento / Murmullo”. Enoc vivió en la era antediluviana y fue el bisabuelo de Noé, porque este era hijo de Lamec. Cuando Enoc nació, Adán contaba con 612 años de edad; y Enoc cesó su vida terrenal 47 años después de la muerte de Adán.


Enoc llegó a ver la corrupción de la tierra; y como profeta, fue un predicador del reino de Cristo. El dejó la semilla sembrada para el ministerio de Noé. Algunos creen que Adán ordenó a Enoc al sacerdocio de Dios, cuando Enoc tenía 25 años de edad. Puesto que la gente vivía muchísimos años en esos tiempos, una persona de 25 años de edad, era todavía un muchacho. Por ejemplo, Abraham dispuso a sacrificar a su hijo Isaac, por mandato de Dios, cuando «el niño Isaac» tenía 25 años de edad. Isaac todavía era un muchacho.


Por lo que dice el Libro de Judas acerca de Enoc, eso cataloga a Enoc como el primer profeta que existió en la tierra. ¿Es el mensaje de Enoc un mensaje de juicio, que denuncia la iniquidad del mundo? Si, lo es. Así que el primer profeta en la Biblia presentó un mensaje de juicio y denunciaba la iniquidad que existía en sus días. Lo interesante es que Enoc en este mensaje dio una profecía de tiempo. Génesis 5:21-22 dice: 2lVivió Enoc sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. 22Y caminó Enoc con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas”. Aquí vemos que las actividades de Enoc estaban relacionadas con diferentes ocasiones específicas de su tiempo que pasó aquí en este mundo.


Una profecía de tiempo es cuando Dios primero por medio de un profeta anuncia ciertas acciones a favor o en contra del hombre, las cuales ocurrirán en ciertos tiempos. Luego Dios en el futuro usa otro profeta para confirmar, cuando van a ocurrir las profecías que anunció el primer profeta. Cristo conectó los dos eventos de Enoc: El juicio de Dios por medio del diluvio y el juicio final contra los impíos. Cristo los confirmó en Mateo 16:27 y en Mateo 24:37-39.


Enoc vivió en una época corrompida, cuando el poder moral estaba muy debilitado. La contaminación moral abundaba a su alrededor; pues ya se estaba vislumbrando la corrupción que conduciría al diluvio. Sin embargo, Enoc caminó con Dios (Génesis 5:24). Él educó su mente a la devoción, para así pensar en las cosas que eran puras y santas; y sus conversaciones se referían a temas santos y divinos. Él fue compañero de Dios. Caminó con él, y recibió su consejo. ¡Qué privilegio!


Enoc tuvo que luchar contra las mismas tentaciones de nosotros. La sociedad que lo rodeaba no era más amiga de la justicia que la sociedad que nos rodea en la actualidad. La atmósfera que respiraba estaba contaminada por el pecado y la corrupción, tal como lo está la nuestra; y sin embargo, Enoc no se ensució con los pecados que prevalecían en su tiempo. Así también, nosotros podemos permanecer puros y sin corrompernos tal como lo hizo el fiel Enoc. Todo lo que tenemos que hacer es decidirnos a hacerlo.


Parece que Enoc aprendió algunas cosas acerca de Dios, que nosotros no hemos podido aprehender. Fíjense, solo una pequeña porción de uno de los sermones de Enoc ha sido preservada para nosotros, pero los temas de esos sermones eran inconfundibles: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, 15para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Judas 14-15). Claramente había un poderoso sentido de la santidad en este hombre, que recibió abundante revelación sobre el Dios a quien servía.


Enoc fue el prototipo de los santos vivos; de los 144,000. Observen su antecedente: la Biblia dice que caminó con Dios por trescientos años antes de ser trasladado (Génesis 5:22); Enoc tuvo un carácter notable, y muchos miran su vida muy por encima de la que los otros mortales pueden alcanzar. Pero la vida y el carácter de Enoc, fueron tan santos que pudo ser trasladado al Cielo sin ver muerte –– La Biblia enseña que todos tenemos una cita con la muerte; y todos nosotros sabemos que es así (Hebreos 9:27). Pero Enoc se libró de esa cita (nunca la tuvo); él representa las vidas y los caracteres de todos los que serán trasladados cuando Cristo venga otra vez.

La Biblia dice que “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5). Así mismo, Dios hoy nos llama a que tengamos una fe, un comportamiento y una comunión tal como esa; para alcanzar una santidad como la de Enoc. Porque así deberá ser la santidad de aquellos que serán redimidos de entre los hombres, en la segunda venida del Señor Jesús.


Entonces, los 144,000 (Apocalipsis 7:4; 14:1,3) y una gran multitud, ascenderán juntos al Cielo, así como Enoc ascendió antes de la destrucción del mundo por el diluvio. Estos también serán traspuestos de la tierra antes de la destrucción por el fuego del que nos habla el Apocalipsis. El apóstol Pablo dice: “51He aquí, les digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformado” (1 Corintios 15:51,52). También Pablo dijo: I6Porque el Señor mismo con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16-17).


Enoc fue un representante del pueblo de Dios; y esto tenía el respaldo de que él caminó con el Señor. Debido a esto, Enoc conocía a Dios y había aprendido por la experiencia a reconocerle en sus obras; tanto que pareció bien a Dios, en su soberanía, llevarse a Enoc de este mundo sin ver la muerte. Una pregunta que se deriva de aquí es: ¿Es posible que el Señor camine a nuestro lado, ayudándonos, bendiciéndonos, cuidándonos, sin saberlo nosotros, sin darnos cuenta de eso? Si, es posible. Ahí en Lucas 24:13-32 (en el camino hacia Emaús), el Señor Jesús ya resucitado se presenta a dos discípulos y les enseña las Escrituras mientras caminan a su lado; sin darse cuenta ellos, que era el mismo Jesús, con quien estuvieron con Él durante tres años.


Alguien una vez dijo que el Señor Jesús no tiene favoritos, pero si tiene íntimos. No es ningún secreto que ante cada situación especial (en la Transfiguración, por ejemplo), el Señor Jesús se quedaba solo con algunos de sus discípulos. Pedro, Jacobo y Juan eran los elegidos. ¿Era eso favoritismo? ¡De ningún modo! Mejor era por cercanía; intimidad; porque ellos habían demostrado al Señor que querían caminar cerca de Él; querían conocerle y seguirle de cerca. Así mismo pasó con Enoc, quien quiso tener intimidad con Dios. Hoy en día no es fácil tener una intimidad así con Dios, porque vivimos rodeados de las epidemias generadas por el pecado de los tiempos modernos; y por eso necesitamos un intercesor, un mediador (abogado) que nos represente ante Dios –– necesitamos a Jesucristo, el único mediador (1 Timoteo 2:5). Sin embargo, nosotros debemos esforzarnos en andar en perfección delante de Dios, porque así nos lo ordena Jesús en Mateo 5:48.


Enoc tenía, según la cronología bíblica, unos 318 años de edad cuando murió Adán. Para los que eran fieles a Dios, la muerte de Adán tuvo que haber proyectado una sombra de incertidumbre sobre el futuro; pues, a pesar de su vida de arrepentimiento y piedad, Adán murió como muere todo pecador. Dios, para despejar esa incertidumbre, y dar a sus hijos fieles la seguridad de que serían recompensadas sus vidas de fe, para eso trasladó a Enoc.


Fíjense, Dios demostró en el caso de Adán que «la paga del pecado es muerte”» (Romanos 6:23); pero con Enoc demostró, que «la dádiva de Dios es vida eterna» (también Romanos 6:23). Entonces, el traslado de Enoc probó que, aunque el pecado separa al hombre de Dios, hay un camino para evitar esa separación; y el hombre puede volver a Dios a través de ese camino. ¿Cuál es ese camino? Ese camino es el sendero de la fe en Cristo Jesús.


Desde el momento en que Adán pecó, el mundo jamás ha podido estar libre del mal y sus efectos. No obstante, Dios siempre ha tenido testigos fieles. En el periodo antediluviano Dios utilizó hombres santos del linaje de Set como testigos suyos, tales como a: Cainán (el “tocador de flauta” o “cantante de alabanzas”), Mahalaleel (“alabanza de Dios”) y Jared (“el que se postra a orar”). Ellos fueron adoradores de Dios; hombres que invocaban el nombre del Creador y se llamaban a sí mismos según un nombre adaptado a Dios. Nuestro héroe de hoy, el Enoc de Set (un “adiestrado” o “dedicado”) fue realmente un dedicado siervo de Jehová, quien se distinguió por caminar siempre con Dios. Él fue también un profeta lleno del Espíritu de Dios; un testigo poseedor de una maravillosa compenetración en el plan que Dios ha preparado para el hombre, el cual llegará a su clímax en la segunda venida de Cristo (Judas 14).


A través de estos testigos y su inspirada predicación de la palabra de Dios, el Espíritu Santo actuó como juez en medio de la humanidad. Por medio del Espíritu de Dios, ellos instruyeron, reprendieron y exhortaron a los hombres en un esfuerzo por refrenarlos y hacerlos que se apartaran de los malos caminos que los hombres habían escogido.


Por otro lado, el pensamiento de Dios es de vida y no de muerte; por eso la Palabra de Dios es vida. De modo que Dios está en contra de la muerte y a favor de la vida (ver Ezequiel 18:32). Cuando damos una mirada hacia atrás en el tiempo, podemos ver a Enoc, que rompió una larga historia de muerte. Como dice la Biblia: «Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios» (Génesis 5:24). Sin embargo, lo que sucedió a Enoc es una excepción en el curso del hombre caído; y que nos muestra cual es el pensamiento de Dios cuando un hombre entra en una comunión real con Él. Por tanto, este pensamiento de Dios es de vida y no de muerte; y siempre ha sido así. Por tanto, eso continuará siendo así; pues Dios lo va a tener plena y gloriosamente expresado en la compañía de creyentes, quienes serán trasladados a la presencia de Dios, como sucedió con Enoc; y no verán la muerte ni el sepulcro.


¿En qué formas nos dejó Enoc ejemplos, para imitar sus pasos? En Enoc vemos a una persona redimida que caminó con Dios en la senda de la redención. En Hebreos 11:5, ya vimos de Enoc lo siguiente: «Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios» 2 Corintios 4:18 nos dice: «No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» Por tanto, LA FE y la obediencia de Enoc son ejemplos para cada uno de nosotros; que nos indican cual es la clave para que el Señor nos muestre maravillas (Mateo 21:21; Filipenses 2:8).


El andar de Enoc con Dios, no era en arrobamiento o en visión, sino el cumplimiento de los deberes de su vida diaria. Enoc no se aisló de la gente, para convertirse en un ermitaño. Recordemos que él tenía una obra que hacer para Dios en el mundo. En el seno de la familia y en sus relaciones con los hombres, ya sea como esposo o padre, o como amigo o ciudadano, Enoc fue un firme y constante siervo de Dios. En medio de una vida de activa labor, Enoc mantenía fielmente su comunión con Dios. Cuanto más intensas y urgentes eran sus labores, tanto más constantes y fervorosas eran sus oraciones.


Enoc solía apartarse, durante ciertos lapsos de tiempo, de todo trato humano para estar con Dios. Después de permanecer algún tiempo entre la gente, trabajando para beneficiarla mediante la instrucción y el ejemplo, se retiraba con el fin de estar solo, para satisfacer su sed y hambre de aquella divina sabiduría que solo Dios puede dar. Manteniéndose así en comunión con Dios.


Enoc llegó a reflejar más y más la imagen divina. Podemos imaginarnos que él tenía el rostro radiante de una luz santa, semejante a la que resplandece del rostro de Jesús. Cuando regresaba de estar en comunión con Dios, hasta los impíos miraban con reverencia ese sello del cielo en su semblante. Recordemos lo que le pasaba a Moisés después que salía de estar en la presencia de Dios (Éxodo 34:28-35).


Desde el Edén, Dios no manifiesta tener un santuario para su morada en la tierra. Sin embargo, afirmamos que hubo hombres que disfrutaron de la revelación personal de Dios. Entre estos hombres tenemos a: Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, etc. Sin embargo, debido a que Adán y Eva escogieron DESOBEDECER a Dios, y NO obedecieron Su mandato, ellos perdieron bendiciones de Dios y perdieron Su gracia; e incurrieron en el juicio de Dios.


Pero el hecho de que Dios retiró Su gracia de Adán y Eva, y trajo juicio sobre toda la humanidad, no significa que el carácter de Dios y Su naturaleza ha cambiado. ¡De ninguna manera! Dios ha sido y siempre será el mismo. Dios todavía es, y ha sido siempre, un Dios de AMOR. Dios todavía es, y ha sido siempre, un Dios de GRACIA. Por eso vemos que, aun cuando Dios estaba pronunciando sentencia sobre Adán y Eva por sus pecados, al mismo tiempo, Él estaba profetizando (Génesis 3:15) acerca de un Salvador venidero y la gracia que vendría hacia toda la humanidad a través de Él –– Jesucristo. La misma Biblia dice que por gracia llegamos a ser salvos (Efesios 2:8). ¡Gloria sea a Jesús!


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