miércoles, 20 de julio de 2016

LOS DISTINTOS AMORES


LOS DISTINTOS AMORES

AMOR PERSONAL: El amor hacia sí mismo es, según Aristóteles, requisito indispensable para poder amar a otra persona; aunque no debe confundirse con el egoísmo. Dios ama a las personas, compadeciéndose de ellas y nosotros deberíamos hacer lo mismo. En la actualidad, el amor verdadero hacia Dios está caracterizado por el respeto y la adoración; con la disposición de ayudar a los demás; y esto último es lo que llamamos “amor al prójimo”. Amar implica tanto el deseo como el hecho de ser amado. Es posible tener un amor que no sea correspondido.

EL AMOR FRATERNAL: El amor fraternal es el amor primordialmente entre hermanos de padre y madre; o hermanos ya sea de mamá o de papá. Pero el amor fraternal se puede extender más allá de los que son hermanos de sangre; hasta el punto que puede sentirse hacia todos los seres humanos, principalmente cuando se está en busca de una experiencia de unión con todos los hombres; de solidaridad humana basándose en la experiencia de que todos somos iguales. En este sentido, alguien dijo que “Este amor se siente después de haber experimentado un intenso amor personal pero que no puede extenderse a toda la humanidad”. En efecto, nosotros podemos ser amables con todo el mundo, pero tenemos la tendencia de amar solo a unos pocos; porque se nos hace difícil sentir amor por todos los desconocidos. Es posible que, si esto se está constantemente practicando, después de muchas prácticas se pueda lograr. Sin embargo, es importante saber que no debemos solamente amar a las personas que nos aman, ya que Dios siempre ama a todos, lo cual se puede ver a diario, en las mañanas, cuando Dios hace salir el sol sobre buenos y malos; y sobre justos y pecadores.

AMOR MATERNO: Acerca del amor materno, alguien dijo: “Este amor es considerado una de las formas más elevada de amor; y es el más sagrado de todos los vínculos emocionales”. La esencia misma de este amor es cuidar de que el niño crezca, y esto significa desear que el niño esté siempre bajo protección hasta que se separe de la madre. El amor maternal y puro es un amor que no desea nada para sí; es quizá la forma de amor más difícil de lograr, ya que por lo general es innato.

AMOR ERÓTICO: Es el amor de las parejas (novios, esposos, amantes, etc.). El amor erótico es un anhelo de fusión completa; de unión con una única otra persona. Por su propia naturaleza, el amor  erótico es exclusivo y no universal; es también quizá, la forma de amor más engañosa que existe, y es un amor egoísta. Este amor es mal interpretado en la primera experiencia de enamorarse y su carácter engañoso está alimentado por el deseo sexual, el cual contribuye al mantenimiento de ilusiones vanas y engañosas. Muchos jóvenes modernos se dejan conducir del amor erótico y terminan en fracaso, porque es un amor engañoso.

AMOR A SÍ MISMO: Si un individuo es capaz de amar pro-activamente, también se ama a sí mismo. Si sólo ama a los demás, una persona no puede amar en absoluto. El egoísmo es usado como sinónimo de amor a sí mismo. La alternativa consiste en amar a los demás, lo cual es una virtud; o en amarse a uno mismo, lo cual es un vicio. La persona egoísta está únicamente interesada en sí misma; desea todo para ella; no siente placer en dar, sino solo en tomar. Para la persona egoísta, el mundo exterior es contemplado únicamente desde el punto de vista de lo que puede extraer de él; carece de interés por las necesidades de los otros; y también carece de respeto por la dignidad e integridad. No puede ver más allá de sí misma; juzga a toda persona y cosa desde el punto de vista de la utilidad para ella. La persona egoísta es básicamente incapaz de amar.

EL AMOR DE DIOS: La palabra «ágape» es una palabra de origen griego que expresa el amor que proviene de Dios. Este es el amor del cual nos habla la Biblia en Juan 3:16. El amor de Dios es un amor que connota sacrificio; y es un amor totalmente desinteresado. En 1 Corintios 13:13 la Biblia dice: “Ahora permanecen la fe, la esperanza, y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. El amor de Dios se manifiesta sobre nosotros, aún sin merecerlo. No había ninguna razón merecedora de parte de Adán y Eva cuando Dios los creó. Este fue un acto puramente derivado del amor de Dios. Efesios 2:4,5 dice: “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”. Nuestra relación con Dios y las demás personas debe estar basada en la fe (Hebreos 11:6) y en el amor (Juan 13:34). Pero como dijimos arriba, el amor es mayor que la fe.

Algo muy significativo en el amor es que “el amor nunca dejará de ser” (1 Corintios 13:8). Cuando venga lo que es perfecto (o sea, Cristo y su Reino), no tendremos más necesidad de tener fe, “Pues la fe es la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). También, cuando Cristo regrese de nuevo (la Biblia enseña que Jesucristo regresará otra vez), ya no habrá más necesidad de esperanza; pues la esperanza bienaventurada es la venida de Cristo (Tito 2:13); y una vez que Cristo haya regresado por segunda vez, ¿para qué esperarla? Vemos entonces, que llegará un día cuando se acabarán la fe (bíblica) y la esperanza. Sin embargo, el amor nunca se acabará ni dejará de ser. ¿Por qué no? La Biblia nos enseña que el amor nunca pasará ni cesará, porque “Dios es amor” (1 Juan 4:8,16). Entonces, para que el amor deje de ser, Dios mismo tendría que dejar de ser y eso es imposible; pues Dios es eterno. Dios, nuestro Señor y Creador, es el principio y el fin (Isaías 41:4; Apocalipsis 1:8). Dios siempre ha sido y siempre será: ¡Pues él es eterno! Así también, el amor es eterno.

AMOR A DIOS: El amor a Dios es la actitud religiosa y constante en tener fe al Creador. Las buenas obras no hacen que Dios nos ame más o nos ame menos. ¿Cómo se manifiesta nuestro amor hacia Dios? La Biblia enseña que nuestro amor hacia Dios no es simple casualidad; es producto del amor que Dios ha tenido por nosotros (1 Juan 4:19). El amor que nosotros tenemos hacia Dios, aun cuando este amor ha sido don de Dios para nosotros, nos pone en la posición de poder amar a nuestro prójimo (Marcos 12:30-31). Cada vez que uno está amando, está participando de la divinidad y de la gracia. Ser transformado en el amor, eso es amor a Dios.

Aunque para el mundo, nosotros debemos ser dueños de nuestra propia persona y propiedades; más que todo debemos tomar muy en cuanto que no somos dueños de nosotros mismos y de lo que poseemos. En este mundo, frente a los demás, sí que somos dueños, pero en esencia no somos dueños de nosotros mismos y de nuestras propiedades. El dueño único sólo es Dios. Nosotros solo somos responsables de lo que Dios nos ha dado para administrar.

Nosotros deberíamos pensar un poco en todo esto que se ha escrito, para no caer en el desamor y en el egoísmo, los cuales no son nada buenos. Otra de las desviaciones que hay en el amor es el hedonismo. Esta doctrina tiene como principales representantes a Epicuro y a Lucrecio. En el hedonismo, el placer (hedoné, en griego) es el valor supremo, al cual se subordina todos los demás. La regla de esta conducta práctica es: “procurar al máximo el placer con el mínimo de dolor”.  En cambio, Jesucristo y otros grandes personajes de la Biblia han enseñado, diciendo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.

CONCLUSIONES: El valor del amor es muy bonito. Pero vemos que día a día se ha estado perdiendo poco a poco ese valor. Al mismo tiempo, vemos que el egoísmo cada vez más es lo que está quedando en el corazón de las personas en la actualidad. Nosotros, las personas, somos las que podemos hacer sentir lo mágico del amor; ya que el ser humano es un sujeto, y no un objeto como muchas veces se le considera en una relación sexual. El amor más bonito que encontramos es el amor de Dios; y en verdad, en torno a este es que gira el mundo, porque Dios es el que nos enseña a amar y la manera en que verdaderamente deberíamos amar. Como vimos, los principios que rigen el amor han sido distorsionados por los seres humanos, y en especial en la actualidad por los jóvenes que creen que el amor es sólo sexo o el desear a la otra persona. En la actualidad, el amor a Dios es el que más se nos ha olvidado; y, por consiguiente, el amor a nuestros semejantes; porque no tratamos de hacer nada por las personas que nos rodean, sino que somos indiferentes de lo que les está pasando.

Espero que este escrito acerca de “el amor” le sea de provecho.

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