miércoles, 27 de julio de 2016

PODEMOS APRENDER DE ENOC (Segunda Parte)


PODEMOS APRENDER DE ENOC (Segunda Parte)

Todos sabemos que después que Adán y Eva perdieron su gracia, ellos fueron expulsados del Edén. Pues Dios los separó del alcance al Árbol de La Vida. Sin embargo, a pesar de que Adán y Eva pecaron, y que eso dio motivo para que toda la humanidad llegara a estar separada del camino a la vida eterna, ¡Dios todavía otorgó Sus bendiciones y gracia hacia aquellos pocos que verdaderamente lo buscaban y lo amaban! Entre esos pocos estaban Abel, Enoc, y Noe; quienes fueron bendecidos por Dios y lo aceptaron, obteniendo Su GRACIA.

Las Escrituras registran que Abel era justo ante los ojos de Dios (Génesis 4:4, Hebreos 11:4). Enoc, como vimos en otro tratado, caminaba con Dios y agradaba a Dios (Génesis 5:22, 24; Hebreos 11:5). El Nuevo Testamento confirma que estos dos hombres justos (Abel y Enoc) estarían disfrutando de vidas eternas, juntos con Noé y los otros hombres y mujeres justos del Antiguo Testamento, de los cuales sus obras justas son mencionadas en Hebreos 11.

Enoc caminó con Dios por trescientos años antes de su traslado al Paraíso. ÉL educó su mente y corazón para sentir siempre que estaba en la presencia de Dios; y cuando se encontraba con dudas, sus oraciones ascendían para que Dios lo guardase. Uno puede deducir que Enoc rehusó hacer cualquier cosa que ofendiese a Dios. Continuamente mantuvo al Señor delante de él. Su oración debió haber estado orientada a decir: “Mi Creador, enséñame tu camino para que no pueda yo errar. ¿Que es lo que tu deseas de mi? ¿Que haré para honrarte?”

Así se mantuvo constantemente eligiendo su camino y su curso de acción en armonía con los mandamientos de Dios; y tenía perfecta seguridad y confianza de que su Padre celestial le ayudaría. Enoc no tenía un pensamiento ni una voluntad propia, sino que siempre estaba sumergido en la voluntad de Dios. El fue un representante de aquellos que estarán en la tierra cuando Cristo regrese; y que serán trasladados al Cielo sin ver la muerte. (1 Tesalonicenses 4:16,17). Podemos decir que Enoc vivió una vida de santidad hasta lo máximo; y que él cumplió con aquel lema que dice que el fin principal del hombre y la mujer es glorificar a Dios y gozarse de él para siempre.

¡Qué pasaje tan bendito es el de Génesis 5:24! Enoc caminaba con Dios. Ellos recorrían los caminos juntos. Esto es una bella imagen de lo que es la vida en devoción. Siempre que se piensa en este pasaje, se puede uno imaginar la gran escena: Enoc comenzando el día; entrando en la presencia del Señor; y el Señor yendo a visitar a Enoc; y así cada día, hasta que parece que el Señor mismo lamentaba no tener continuamente a Enoc a su lado; y Enoc también pensaba lo mismo de Dios. De modo que un día, caminando juntos, el Señor le dice a Enoc: «Oye Enoc, basta ya de tanto arriba y abajo, hoy mismo te vienes conmigo y se acabó. Caminaremos juntos eternamente, pero más cerca de mi» ¡Y se lo llevó Dios...! ¡Que hermoso!

Esto sucedió porque Enoc era un hombre que «vivía» con y para Dios, tal como leemos en Hebreos 11:5, donde dice: «tuvo testimonio de haber agradado a Dios» Entonces, conocer a Dios es proceder como Enoc, o sea, andar con el Creador; relacionarse con Él y vivir con Él.

Enoc era un hombre muy ocupado. Él predicó la justicia en un mundo plagado de maldad. Pero por lo que a Enoc se le recuerda en la Biblia es que él “caminó con Dios”. Fue su relación con Dios y su caminar con el Creador lo que hizo grande a Enoc delante de Dios. Caminar con Dios es tener comunión con Él; y conocer que Su Palabra es imprescindible, pues nos permite conocerlo para tener más intimidad con Él; porque debemos conocer Su voluntad para agradarle.

Es que cuando se camina con Dios; cuando se le teme con reverencia, aunque ruja la tormenta; aunque parezca que no se ve el final del túnel del tiempo; o la luz del final de la vida, todo resulta más que perfecto. ¿Y sabe usted por qué? Porque la bendita comunión con Dios nos es suficiente para estar confiados en Su Soberanía. En nuestro caminar con Dios, hallaremos el consuelo, la enseñanza, la sabiduría, la reprensión y el amor que nos son necesarias para vivir victoriosamente; y nos ayudarán a madurar para la otra vida del futuro.

Todo esto se cumple según el grado de amor que tengamos hacia Cristo; según el deseo que tengamos de conocer más íntimamente al Señor; según nuestro celo y diligencia por hacer crecer la amistad con el Señor; según hayamos derramado nuestra alma y corazón en absoluta confianza en él. Según todo esto, así también será nuestra comunión con Dios en su Reino; pero, por medio de Cristo, nuestro abogado.

No olvidemos que hay diferentes grados de gloria y recompensa. ¡Cómo lamentaremos el habernos dejado “despistar” por los quehaceres! (como le estaba sucediendo a Marta, Lucas 10:41). No importa cuán legítimos sean los quehaceres, deberíamos actuar como Enoc. Para eso debemos practicar la vieja vida de devoción de los antiguos hijos de Dios (Proverbios 22:28; 23:10).

Es algo asombroso el pensar que a diario Enoc tenia una devoción con Dios. Sería algo así como estar siempre dando un paseo con el Señor; hablando con él y orando. También, debemos estar esperando que Jesús algún día a cada uno diga: “Sabes, yo siempre vengo a tu casa, hoy quiero que vengas a mi casa”; y simplemente nos vamos con Jesús; y quizás hoy sea el día, o mañana sea el día, ¡Quien sabe! Sin embargo, muchas veces preferimos estar en este mundo, porque no sabemos lo que nos estamos perdiendo en la otra vida. Si nosotros como hijos de Dios, entendemos estas cosas, entonces concentremos todas nuestras metas de la vida, a una meta especial: ¡La Meta de vivir completamente para el Señor Jesús, hasta que Él venga o nos lleve!

Este primer hombre que fue arrebatado, Enoc, nos demostró con su vivir que esto es posible. Ya hemos visto en Hebreos 11:5 que: Por la fe Enoc fue trasladado para no ver la muerte y no fue hallado, porque Dios le había trasladado. Le buscaron la gente por días, ¡Pero no le hallaron! Enoc caminó sencillamente con Dios usando una fe genuina. ¿No es un ejemplo para nosotros? Enoc “desapareció”; y si no fue hallado fue porque lo buscaron. Quizás antes algunas personas se habían burlado de él debido a su religiosidad; pero cuando de repente no se encontraba más, lo buscaron durante días o hasta semanas — pero no pudieron encontrarlo.

Entonces lo que le sucedió a Enoc es un prototipo de lo que nos va a pasar a nosotros. Antes de su arrebatamiento, Enoc tenía lo que usted y yo hoy en día necesitamos: Enoc recibió la confirmación del Espíritu de Dios «de haber agradado a Dios». Si usted y yo, querido hermano, ahora nos ponemos en silencio ante Dios y nos examinamos, ¿Tenemos el testimonio del Espíritu Santo de que somos hijos de Dios? (después de adultos, no todos somos hijos de Dios) Si NO tenemos ese testimonio, entonces no estamos listos para el arrebatamiento.

Al caminar Enoc con Dios, esto no era algo penoso para él, sino que parece haber sido muy natural; andar sencillamente y con fe genuina al mismo paso que Dios. Caminar con Dios es permanecer en una vida divina; significa en primer lugar que la persona permanece siendo muy natural; que no simula piedad; significa querer ser naturalmente como Jesús. Acerca de Job la Biblia dice: «Y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal» (Job 1:1). ¿No hemos de esperar que Enoc fuera así también?

Caminar con Dios significa también que uno sigue en pos del Señor en obediencia; y que uno hace lo que Él pida que se haga. En 2 Pedro 2:15 leemos: «Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad» Nosotros debemos evitar ser como éstos. Salmos 101:2-3 dice: «Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mi. En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa. No pondré delante de mis ojos cosa injusta...» Esto debemos buscar y hacer.

Caminar con Dios significa, además, que ya no se busca salidas para esquivar la voluntad del Señor; ni miramos con anhelo hacia atrás. Recordemos que Jesús dijo: «Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios» (Lucas 9:62); y también dijo: «Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:33). Algunos dicen al Señor: “Si, quiero hacer Tu voluntad”. Pero en la práctica, su vida muchas veces es completamente diferente. Enoc fue un hombre que hacía la voluntad de Dios. Ya vimos en Hebreos 11:5, que «Por la fe Enoc fue trasladado» «Fe» significa: entrar, tomar, agarrar firmemente las cosas de Dios. Solamente así alcanzaremos la meta deseada. Y así es también con la salvación y el perdón en Cristo.

La Iglesia necesita hoy hombres y mujeres que, como Enoc, caminen con Dios; y que revelen a Cristo a todo el mundo. Los mensajeros celestiales están esperando para comunicarse con los que han anulado el yo; cuyas vidas son un cumplimiento de las palabras: «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a si mismo por mí» (Gálatas 2:20). De tales hombres y mujeres necesita la Iglesia para que su luz alumbre al mundo, con rayos claros y nítidos.

Es el propósito de Dios que todos seamos probados para ver si somos leales. Por eso Dios le permite a Satanás manifestarse como mentiroso, acusador y homicida. De esa manera el triunfo final de su pueblo será más señalado y más glorioso.

Podemos decir que Enoc fue una joya entre los de su genealogía. ¡Enoc el hombre que NO murió! Enoc fue llevado en el vigor de su vida, pues comparado con los de su tiempo, Enoc era relativamente joven. Fíjense, de la familia de Enoc sabemos: Que su padre Jared vivió 965 años (Génesis 5:15); Su abuelo Mahalaleel vivió 895 años; Su hijo Matusalén vivió 969 años (la persona que más años ha vivido); Enoc solo vivió 365 años.

La familia de Enoc le ha de haber extrañado, cuando ya no le volvieron a ver, porque Enoc era un hombre justo en sus caminos. De la vida y desaparición de Enoc nosotros podemos aprender (y hemos estado aprendiendo) muchas cosas, y una de ellas es que antes de que Dios nos lleve con él:

1. HAY QUE TENER BUENA REPUTACION: No se llega a ningún lugar, al menos que agrademos a Dios. Claramente la Biblia en nuestro pasaje leído, nos dice que Enoc Caminó con Dios. Enoc:

2) Había agradado a Dios (Hebreos 11:5);
3) Enoc era un hombre de FE; (Hebreos 11:6).
4) Su vida demostraba su fe.

No importa donde estemos viviendo ni con quién estemos viviendo, podemos, si queremos, llegar a caminar con Dios como lo hizo Enoc. Observemos:

1) Gálatas 5:16 nos dice: «Andad en el Espíritu» (como Enoc);

2) Gálatas 5:25 nos habla de que «Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu»;

3) Efesios 4:1 nos dice que todos debemos andar como es digno.

Enoc daba testimonio de amar a Dios y andar con él. Todos los vecinos de Enoc sabían que él era un hombre de Dios, ya que, en su vida, reflejaba los atributos del Creador. En cuanto a nosotros, todos queremos ser un día llevados por Dios (no por el diablo). Pero antes de querer eso, necesitamos tener buen testimonio de agradar a Dios. ¿Y cómo se alcanza este buen testimonio? Hebreos 11:5 nos dice que HAY QUE AGRADAR A DIOS. Hay que tratar de quedar bien con Dios; al fin y al cabo, de él es que vendrá la salvación (Apocalipsis 22:12); y nuestro socorro también (Salmos 121:1,2).

¿Sería tan bueno Enoc que, a tan temprana edad de su vida, Dios se lo llevó para que no experimentara la muerte? ¿Que dijo Dios de su hijo Enoc? ¡Que no valía la pena que ese diamante estuviera en la tierra! Pero todos vamos a estar de acuerdo que este es el tipo de hombre (y mujer) que se necesita en el mundo para que haga ver a los hombres el pecado en que viven (Jonás 1:1, 2).

Enoc vivía en un tiempo de dificultades. Digamos que Enoc vivía exactamente como en nuestros días de este año 2016; en esos días de Enoc el pecado se daba a gran proporción (como hoy); donde unos años después de desaparecer Enoc, Dios juzgó al mundo mandando un diluvio (Génesis 6:3, 5, 7).

Hay momentos, mi gente, en que es el mundo mismo el que clama por “JUICIO DIVINO” (Malaquías 2:17). Son los habitantes del mundo los que piden castigo a Dios, y los hijos de Dios no pueden librar a nadie (Ezequiel 14:14). En ese caso, lo que Dios hace es sacar a Sus hijos de en medio y castigar a los pecadores (Ezequiel 14:19-21).

Usted y yo nos damos cuenta si estamos caminando como Enoc; o si estamos teniendo testimonio de agradar a Dios. Enoc sabía que él no era ciudadano de este mundo, por eso vivía como si en cualquier momento Dios se lo fuera a llevar. Pablo nos dice a los cristianos, en Filipenses 3:20,21 y Colosenses 3:1-3, nos dice que busquemos lo que Enoc estaba buscando; y que, como Enoc, debemos de aguardar esta preciosa esperanza para cuando Cristo venga (Tito 2:11-15).

Por fe Enoc agradó a Dios y fue trasladado de esta vida hasta el más allá, sin experimentar la muerte. Así pasará con todos los cristianos verdaderos que estén vivos en la segunda venida de Cristo. (1 Corintios 15:51-52). Nosotros los cristianos, aunque muertos, por la fe en Jesucristo triunfaremos sobre la muerte (Juan 11:25). Pero para tener este tipo de fe, es necesario conocer y tener una experiencia con Jesús.

Es necesario también experimentar cotidianamente el proceso de transformación de nuestro carácter a semejanza al carácter de Cristo. Eso nos dará confianza en Jesús. Tendremos fe en Él, porque nos dará el placer de sentirle a nuestro lado, aunque no lo podamos ver. Él estará con nosotros todos los días, aun en las mayores dificultades; y esa compañía hará que confiemos en Él.

Es importante saber que la fe no es un don místico que viene del Cielo para quien la desee. La fe proviene de una amistad con Cristo. Nace al conocerlo, y crece con la convivencia con Jesús. Así como sucedió con los discípulos; y aunque no tenemos a Cristo cara a cara, tenemos al Espíritu Santo. Fue eso lo que sucedió con Enoc: él caminó con Dios. Por tanto, seamos personas de oración. Seamos personas de su Palabra. Seamos personas que camine con Jesús como lo hizo Enoc. Seamos personas conforme al propio corazón de Dios, como fue David; y así Jesús vivirá en nuestros corazones.

Ya para terminar, en el Paraíso (Lugar celestial donde están los salvados por Cristo de las garras de Satanás) hay algunos seres que llegaron de una manera especial: 1) Están Enoc y Elías que fueron trasladados sin nunca morir; 2) Está Moisés, que fue resucitado por Dios o Cristo, según creen algunos; 3) Están los 24 ancianos de Apocalipsis 4, de los cuales se cree, fueron llevados al Paraíso en ocasión de la ascensión de Cristo (Efesios 4:8). La realidad es que tal como Enoc fue traspuesto antes del diluvio, asimismo la Iglesia será arrebatada para encontrar al Señor Jesús en el aire, antes de que los juicios del Apocalipsis acontezcan (1 Tesalonicenses 4:15-18).

Dios les bendiga


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