domingo, 28 de agosto de 2016

MITOS SOBRE LA MADUREZ ESPIRITUAL


MITOS SOBRE LA MADUREZ ESPIRITUAL

MITO #1 SOBRE LA MADUREZ: ◄El crecimiento espiritual es automático, una vez se haya nacido de nuevo

Muchas iglesias creen en este mito, porque no tienen un plan organizado para comunicarse con los recién nacidos/convertidos. Tampoco tienen ninguna estrategia comprensiva para desarrollar la madurez de los miembros. Ellos dan por sentado que los cristianos automáticamente madurarán, si asisten a los cultos de la iglesia.

LO CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL ES INTENCIONAL. Exige de la persona una dedicación al crecimiento. La persona debe desear crecer; decidir crecer; y hacer un esfuerzo para crecer. Si el crecimiento espiritual fuera automático, a esta fecha hubiera más cristianos en todo el mundo, ya que, con solo escuchar una porción de una prédica, la persona comenzaría a crecer espiritualmente y automáticamente. Sin embargo, este no es el caso.

Mito #2: ◄El crecimiento espiritual es místico, y la madurez la logran solo unos cuantos elegidos

LO CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL ES MUY PRÁCTICO. Cualquier creyente puede madurar si desarrolla los hábitos necesarios para el crecimiento espiritual. San Pablo con frecuencia comparaba la preparación para la vida cristiana con la manera en que los atletas se preparan y se mantienen en buena forma física. Es necesario prepararnos espiritualmente. Cristo estuvo en el desierto por 40 días y 40 noches; y de seguro que allá se preparó más, espiritualmente hablando.

Nosotros tarde o temprano tendremos que abandonar esta vida física e irnos a la vida espiritual; y para eso tenemos toda la vida que Dios nos presta; para prepararnos espiritualmente y estar listos para pasar una eternidad con Cristo. Pero si no estamos listos……y sabiendo que nadie sabe hasta cuándo Dios nos prestará la vida. Por eso hay que aprovechar el tiempo y prepararnos para una transición suave y segura.


Mito #3: ◄El crecimiento espiritual puede ocurrir instantáneamente si tan solo se logra encontrar la clave correcta►

Muchos cristianos sinceros pasan toda su vida buscando sinceramente una experiencia, una conferencia, un avivamiento, un libro, o una sola verdad que los transforme instantáneamente en un creyente maduro. Su búsqueda es inútil. LO CIERTO ES QUE EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL ES UN PROCESO GRADUAL DE DESARROLLO. No hay acortamientos en el camino a la madurez. Quizás por eso Cristo solía decir: «Mi tiempo aún no ha llegado» (San Juan 2:4).

Mito #4: ◄La madurez espiritual se mide por lo que se sabe

Muchas iglesias evalúan la madurez espiritual solamente a base de cuán bien usted pueda identificar personajes bíblicos, interpretar pasajes bíblicos, citar versículos bíblicos, y explicar la teología bíblica. Aunque el conocimiento de la Biblia es fundamental para la madurez espiritual, no es la medida total de ella. LO CIERTO ES QUE LA MADUREZ SE MUESTRA MÁS CON EL COMPORTAMIENTO QUE CON LAS CREENCIAS. La vida cristiana no es solo un asunto de credos, convicciones y conocimiento; incluye la obediencia a Dios, la conducta y el carácter. Por su obediencia total, Dios exaltó a Cristo hasta lo máximo (Filipenses 2:5-11).

Mito #5: ◄El crecimiento espiritual es un asunto personal y privado

Esta es una aberración (error) norteamericana con la verdad. La idolatría del individualismo en nuestra cultura ha influenciado la manera en que pensamos sobre el crecimiento espiritual. Mucha de la enseñanza sobre la formación espiritual se basa y se concentra en el yo, sin ninguna referencia a nuestra relación con los demás cristianos. Esto es totalmente no bíblico e ignora mucho del Nuevo Testamento. LO CIERTO ES QUE LOS CRISTIANOS NECESITAMOS DE LAS RELACIONES PARA CRECER. No crecemos en el aislamiento, sin los demás. Nos desarrollamos en el contexto de la confraternidad.

Mito #6: ◄Lo único necesario para ayudar a crecer es el estudio bíblico

Muchas iglesias evangélicas han sido establecidas sobre este mito. Algunos las llaman “iglesias de sala de clase”. LO CIERTO ES QUE ES NECESARIA UNA VARIEDAD DE EXPERIENCIAS CON DIOS PARA PRODUCIR LA VERDADERA MADUREZ ESPIRITUAL.  Además del estudio bíblico, son necesarios las experiencias de adoración, el ministerio, la confraternidad, y el evangelismo. En otras palabras, el crecimiento espiritual ocurre como resultado de la participación en todos los cinco propósitos de la iglesia.

Durante Su estadía en Israel como persona, Cristo estuvo activo en todos los cinco propósitos de la Iglesia. Porque él buscaba conocimiento de las escrituras (San Mateo 4:4,7), adoraba al Padre (San Lucas 4:8), se encargaba de Su ministerio (San Marcos 3:13-19), convivía con los discípulos y la gente (San Mateo 4:40-42) y estuvo dedicado a la evangelización (San Mateo 9:35). Los cristianos maduros hacen más que estudiar la vida cristiana—ellos la experimentan.

Que Dios le bendiga

viernes, 19 de agosto de 2016

EL CRECIMIENTO: CONTINUACIÓN


EL CRECIMIENTO: CONTINUACION

El crecimiento espiritual no se da sin dolor. Cada uno de nosotros tiene que hacer frente a nuestras propias dificultades del crecimiento. Pablo, Pedro y cualquier otro cristiano verdadero del pasado, tuvieron que afrontar los desafíos que exigieron de ellos el tener que crecer.

Muchos acontecimientos en nuestros días nos obligan a examinarnos y reconocer en dónde nos hemos desviado del ejemplo que nos dio Cristo.

Para concluir este tema, es importante tener en cuenta que, en el crecimiento espiritual, como en todo crecimiento, hay un proceso de maduración.

Una persona en el Reino de Dios, no nace siendo un adulto, sino que nace (espiritualmente) siendo como un niño; y luego vamos creciendo como hijos bajo el cuidado de nuestro Padre Celestial. Para eso nuestro Padre Celestial dispone del Espíritu Santo.




Pedro caminó con Jesús durante tres años. Vivió los momentos más gloriosos del ministerio del Señor. Pedro vio como Cristo sanó a los ciegos y calmó las tormentas. Sin embargo, cuando tuvo que tomar una decisión pública por Cristo, Pedro lo negó (Mateo 26:34).

Pero cuando Pedro recibió la promesa en el aposento alto, la plenitud del Espíritu Santo lo capacitó para ser un testigo fiel. La lección aquí es clara: No cambiamos porque veamos milagros y maravillas; ni porque participamos en una hermosa celebración. Por eso Judas Iscariote, aunque vio milagros de Cristo, nunca cambió.

Lo único que realmente influye en la transformación es la experiencia personal con Cristo, a través de su Espíritu Santo. Por eso debemos ir a donde está Cristo. Debemos acudir a nuestro Salvador y Ayudador mediante el crecimiento. Este ha de ser el anhelo que surge de cada corazón; pues estamos en el mundo para buscar de Cristo y a Cristo; sabiendo que nuestra ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20).


jueves, 18 de agosto de 2016

EL CRECIMIENTO: CONTINUACIÓN


EL CRECIMIENTO

No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo deseamos. Pues  Dios ha facilitado todo lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer; familia de la cual Él es el amoroso Padre.

Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo dependerá de cada uno de nosotros.

Imagínese en las reuniones, a todos los que toman asientos lado a lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).

Tal como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento físico y el crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La mayoría de nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La clave es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe estar bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas en las clases bíblicas, si es que asistimos.


Debemos saber que la vida cristiana es una de desarrollo, porque consiste en llegar a conocer a nivel cada vez más profundo al verdadero Dios inagotable, por medio de nuestro Señor y Salvador.

En los tiempos de Pablo, éste quería que los cristianos de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro caso, para poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y poner en práctica lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación personal con Él y con Cristo.

El crecimiento es algo que todos necesitamos; pues la vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.

La vida espiritual es un proceso activo mediante el cual analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los resultados por las normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita experiencia, estudio de la Biblia, oración y una relación íntima con Dios el Padre y con Cristo; porque es necesario someternos a Cristo para que Él viva en nosotros y así crecer.

En este proceso de refinamiento, es normal que haya fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento cristiano en Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero»

Es normal que haya caídas en nuestra marcha. Por eso Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras. Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento sólido de la edad adulta.

Tal como ya hemos visto en otras exposiciones, el crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar de crecer, creyendo que ya hemos tocado el techo. Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha prometido estar involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura toda la vida. Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo en el día de Cristo Jesús»

Jesús es la fuente del crecimiento espiritual. Esto se halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan arraigados y edificados en él, apoyados en la fe, tal como fueron instruidos, y siempre dando gracias»

Bien se ha dicho que la vida cristiana es como montar en una bicicleta; pues sabemos que, en una bicicleta, si la persona no avanza, se cae. Por tanto, debemos avanzar y crecer.

miércoles, 17 de agosto de 2016

DIOS QUIERE QUE CREZCAMOS


DIOS DESEA QUE CREZCAMOS ESPIRITUALMENTE

¿No es emocionante ver a los bebés crecer? Igualmente lo es en el aspecto espiritual. Muchos pasajes bíblicos subrayan la necesidad de crecimiento espiritual. En el Antiguo Testamento, Salmos 92:13 nos dice del crecimiento que ha comenzado. En el Nuevo Testamento encontramos en 2 Tesalonicenses 1:3, donde nos dice del crecimiento en la fe y de un amor que abunde; y en 2 Pedro 3:18 encontramos acerca del crecimiento como un mandato.

Para ser lo que deberíamos ser; y hacer lo que deberíamos hacer, es necesario que crezcamos espiritualmente (ver Efesios 4:11-16). En este sentido, Cristo es la medida. Cristo es la única persona completamente madura espiritualmente que alguna vez vivió sobre la tierra. Este crecimiento del que habla Efesios 4:11-16 es posible únicamente en Cristo; y si cada miembro del cuerpo de Cristo crece, la Iglesia crecerá (versículo 16).

En todos estos versículos, Dios está diciendo que ya es hora de que crezcamos; es hora de que seamos lo que deberíamos ser:
a) En nuestras emociones;
b) En nuestro andar diario;
c) En nuestra respuesta a la vida;
d) En la manera como manejamos las exigencias de la vida;
e) En la manera como tratamos con las demás personas;
f) En nuestra relación con Cristo.

Lamentablemente, en el ambiente espiritual, muchos de nosotros no hemos crecidos como deberíamos. También siempre esto es lamentable cuando sucede en el mundo material:
1) Los niños que no crecen físicamente;
2) Los niños que no crecen mentalmente;
3) Los que no se desarrollan emocional ni socialmente


En el ámbito espiritual, no solamente es trágico; también es desastroso.

En el siglo I, hubo algunos en la Iglesia que no siguieron el plan de Dios para el crecimiento (1 Corintios 3.1-3; Hebreos. 5.11-14). Pero esto no ha sido solamente en el siglo (I). Hoy en día tenemos iglesia KINDERGARTEN; llenas de cristianos que todavía son BEBÉS. En las iglesias muchos tenemos programas sin propósito; concebidos por personas sin profundidad, para gentes sin Dios. En una de esas iglesias, una madre le decía a su joven hijo predicador: “La tarea más difícil que tendrás, es la de amamantar a los santos veteranos”. Por eso es que cada uno de nosotros debe examinarse a sí mismo y preguntarse: ¿Cuánto he crecido en los últimos dos... cinco... diez años
No importa en qué nivel nos encontremos espiritualmente, siempre hay necesidad de crecer (Filipenses 3.12-14); siempre podemos crecer, si lo deseamos. Pues  Dios ha facilitado todo lo necesario para nuestro crecimiento. Así, Dios ha facilitado el alimento (la Palabra), la oportunidad para hacer ejercicio (de la obediencia) y el amor. Ha facilitado un grupo de apoyo —una familia (la iglesia), en la cual crecer; familia de la cual Él es el amoroso Padre.

Nosotros podemos asegurar que ya la mayoría de nosotros tiene una buena idea de lo que es el crecimiento espiritual. Por tanto, no hay una excusa para no crecer espiritualmente. Al final, sea que crezcamos o no, todo dependerá de cada uno de nosotros.

Imagínese en los cultos, a todos los que toman asientos lado a lado en las clases; en los cultos, etc. Algunos crecen; otros no. Pero la diferencia se debe a que los terrenos (los corazones de los oyentes) son diferentes (Lucas 8:4-14; Marcos 4:3-20).

Tal como hemos visto ya, existe un paralelo entre el crecimiento físico y el crecimiento espiritual. Pero también hay grandes diferencias. La mayoría de nosotros crece físicamente sin pensarlo. Sin embargo, no sucede así espiritualmente; pues para este crecimiento hay que concentrar esfuerzos. La clave es ésta: Para crecer como hijo de Dios, su relación con el Padre debe estar bien afincada en el Hijo por medio del estudio de las Escrituras y la orientación del Espíritu Santo. Para eso debemos prestar mucha atención a lo que la Biblia nos dice y enseña; y también, prestar atención a las enseñanzas en las clases bíblicas, si es que asistimos.

Debemos saber que la vida cristiana es una de desarrollo, porque consiste en llegar a conocer a nivel cada vez más profundo al verdadero Dios inagotable, por medio de nuestro Señor y Salvador.

En los tiempos de Pablo, éste quería que los cristianos de Roma crecieran y llegaran a ser más como Jesucristo. En nuestro caso, para poder crecer, tenemos que estar dispuestos a: escuchar, aprender y poner en práctica lo que Dios nos está enseñando mediante nuestra relación personal con Él y con Cristo.

El crecimiento es algo que todos necesitamos; pues la vida en general es una serie continua de sucesos que inducen a nuestro crecimiento físico y emocional. El crecimiento cristiano no es un rito natural que nos lleva de etapa en etapa hasta llegar a la madurez. Se trata más bien de una lucha. En esa lucha, avanzamos dos pasos y retrocedemos uno.

La vida espiritual es un proceso activo mediante el cual analizamos nuestros pensamientos y acciones; juzgando los resultados por las normas de la Palabra de Dios. Para esto se necesita experiencia, estudio de la Biblia, oración y una relación íntima con Dios el Padre y con Cristo; porque es necesario someternos a Cristo para que Él viva en nosotros y así crecer.

En este proceso de refinamiento, es normal que haya fracasos. El apóstol Pablo describe la batalla de su crecimiento cristiano en Romanos 7:14-25. En el versículo 19, Pablo dijo: «De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero»

Es normal que haya caídas en nuestra marcha. Por eso Cristo murió por nuestros pecados. El apóstol Pedro nos exhorta así: «Y, por ser niños recién nacidos, busquen ansiosamente la leche espiritual no adulterada, que les permitirá crecer hasta que alcancen la salvación» (1 Pedro 2:2). Este deseo de crecer es un proceso continuo, como nos lo enseñan diversos pasajes de las Escrituras. Debemos avanzar paso a paso, y pasar de la leche de la infancia al alimento sólido de la edad adulta.

Tal como ya hemos visto en otras exposiciones, el crecimiento espiritual no tiene límites. Jamás debemos dejar de crecer, creyendo que ya hemos tocado el techo. Tampoco podemos detenernos; pues recordemos que Dios ha prometido estar involucrado en el proceso del crecimiento espiritual que dura toda la vida. Esto se halla en la Biblia, en Filipenses 1:6, donde se lee: «Y si Dios empezó tan buen trabajo en ustedes, estoy seguro de que lo continuará hasta concluirlo en el día de Cristo Jesús»

Jesús es la fuente del crecimiento espiritual. Esto se halla en Colosenses 2:6-7, donde dice: «Puesto que ustedes aceptaron a Cristo Jesús como el Señor, vivan de acuerdo con lo que es él. Permanezcan arraigados y edificados en él, tal como fueron instruidos, y siempre dando gracias»

Bien se ha dicho que la vida cristiana es como montar en una bicicleta; pues sabemos que, en una bicicleta, si la persona no avanza, se cae. Por tanto, debemos avanzar y crecer.

lunes, 15 de agosto de 2016

SEÑALES PROCEDENTES DE ADÁN Y EVA


SEÑALES PROCEDENTES DE ADAN Y EVA

La mayor parte de la humanidad ha escuchado hablar de Adán y Eva: La primera pareja de humanos que Dios creó, según la Biblia cristiana. Pero no todos los que han escuchado o leído acerca del relato de Adán y Eva, aceptan esa información bíblica.

La mayoría de la humanidad acepta que hubo un comienzo cuando el ser humano empezó a habitar la faz de la tierra. Pero, como ha de esperarse, hay diferentes versiones acerca del origen humano; y la versión que más desafía el relato bíblico es la teoría de la evolución. En realidad, todos queremos comprender cómo apareció la existencia del ser humano; y de ahí es que no todos los individuos se conforman con simplemente «creer» tal y cual relato. Sin embargo, los cristianos por FE aceptamos el relato bíblico de la aparición humana; y a esa fe le agregamos cualquier matiz razonable que confirme o respalde la tolerancia que vertimos a nuestra fe. Afortunadamente, es muy común que el cristiano que practique la fe bíblica, a lo largo de la trayectoria ese cristiano encuentra razones lógicas las cuales apoyan su fe.

Por ese lado, yo me siento bienaventurado porque ahora yo puedo comprender ciertas indicaciones que apuntan a señalar que todos descendemos de una primera pareja humana.


¿A qué me refiero? Veamos: Normalmente dos humanos de sexos opuestos se casan, se unen; o simplemente tienen relaciones sexuales casuales. Sea cual sea el caso, no importa las dos personas de sexos opuestos que se casen o se unan conyugalmente; de esas dos personas vienen hijos o proles en forma normal. No importa que se una un escandinavo con un africano; o un aborigen australiano con un esquimal del polo norte; o un pigmeo africano con un aborigen del Amazona, etc. De esas uniones conyugales siempre vienen hijos en forma normal. Esta es la más distintiva herencia que tenemos, la cual es procedente de una primera pareja. Es una característica universal heredada de ellos dos y que une a todas las personas del mundo.

Los científicos han hecho experimentos, pero NO han podido hacer nacer un hijo en forma normal de un hombre y una mona; o de una mujer y un mono (o con cualquier otro animal). Solo de humanos con humanos sin importar la raza, o dónde se originó esa persona, pueden resultar los hijos humanos; y eso por fuerza de lógica indica que todos descendemos de una pareja original que fue 100% humana.

Ahí no pudo haber intervenido UNA EVOLUCION, donde uno de los dos era de solo 75% humano; o 99% humano. Sino que cada uno de esa primera pareja, desde un principio era 100% humano.

También por fuerza de lógica, cada uno de esa pareja NO pudo haber tenido un antepasado o ascendiente que fuera menos del 100% humano; y puesto que nos estamos refiriendo a LA PRIMERA PAREJA, ha de suponerse que ellos fueron los primeros humanos y por eso no tuvieron ascendientes humanos.

Hay otros detalles que apuntan a esa primera pareja. Por ejemplo, ¿Por qué todas las mujeres del mundo están unidas con la ocurrencia menstrual? ¿De quién la heredaron, todas las mujeres? También los hechos muestran que de estos dos primeros humanos han resultados las diversidades de hombres y mujeres que existen actualmente en el mundo, donde los ambientes naturales han puesto características regionales en ellos.

CONCLUSION: Hay señales claras de que existió UNA Y SOLO UNA PRIMERA PAREJA DE HUMANOS, varón y hembra, que tuvieron que ser 100% humanos. ¿Y cual fue esa pareja? La Biblia cristiana a esa pareja la llama ADAN Y EVA. Ciertamente hay y habrá personas que no aceptan ni aceptarán el relato bíblico de que la humanidad entera ha descendido de ADAN y EVA de la Biblia cristiana; y eso es así porque esas personas INTENCIONALMENTE han decidido estar en contra del relato bíblico del origen del hombre y la mujer.

Aquí presento un canto de Rubén Hermitaño acerca de este tema: Haga “CLIC” abajo:

domingo, 14 de agosto de 2016

EL CRECER ESPIRITUALMENTE


EL CRECER ESPIRITUALMENTE

Debemos tener presente que el crecimiento espiritual es una de las cosas más importantes en la vida cristiana, ya que no podremos alcanzar todas las bendiciones que Dios nos tiene reservada si no crecemos espiritualmente. Jesús dijo que hay que nacer de nuevo para poder ver el Reino de Dios. (San Juan 3:3). Él se refería al NACIMIENTO ESPIRITUAL el cual tiene lugar por medio del Espíritu Santo. Pero no basta con nacer espiritualmente; es necesario también CRECER en el Espíritu. Sabemos que físicamente crecemos porque el hambre nos obliga a comer. Pero en lo espiritual, la persona tiene que desear CRECER; y por eso muchos no crecen espiritualmente.

Hay cuatro razones las cuales detienen nuestro crecimiento en Cristo. En Hebreos 5:11-14 leemos: «A propósito de esto tendríamos muchas cosas que decir, pero nos cuesta exponerlas, porque se han vuelto lentos para comprender. Ustedes deberían ser maestros después de tanto tiempo, y, en cambio, necesitan que se les vuelvan a enseñar los primeros pasos de las enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no alimento sólido. El que se queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en santidad, no es más que un niño pequeño. A los adultos se les da el alimento sólido, pues han adquirido la sensibilidad interior y son capaces de distinguir lo bueno y lo malo»

En este pasaje bíblico de arriba encontramos una advertencia a los hebreos, la cual nosotros hoy en día no podemos ignorar. Lo que estaba sucediendo en aquel tiempo no es muy diferente a lo que sucede hoy en día. Nosotros dejamos de crecer en el espíritu cuando somos LENTOS PARA COMPRENDER.

Muchas veces la Biblia para algunas personas no es fácil de entender. Pero esto se puede superar. Sucede que en muchas ocasiones nos ponemos a leer la Biblia, pero nos aburrimos porque no la entendemos; y entonces la ponemos a un lado.

Eso sucede porque ninguna persona puede obtener el significado de la Palabra de Dios simplemente con leerla. Para poder obtener el significado de su Palabra, tenemos que estudiarla, meditar en ella, y más importante, tenemos que aplicarla en nuestro diario vivir. Si no estamos haciendo esto, entonces se nos hará muy difícil poder entender lo que Dios quiere con nosotros. En este caso, será muy difícil llegar a conocer el verdadero significado de su mensaje


En el caso del pasaje bíblico de arriba, los hebreos se habían vuelto haraganes. Ellos estaban oyendo a los maestros y predicadores; y de vez en cuando leían las Escrituras. Pero ellos no estaban prestando atención.

Para poder llegar a tener un entendimiento de la Palabra de Dios, tenemos que leerla y concentrarnos; y en algunos casos tenemos que escucharla y concentrarnos. No existe otra manera.

No es suficiente con oír lo que se dice; tenemos que escuchar atentamente. Pues existe una gran diferencia entra el oír y el escuchar. Todos podemos decir que oímos; pero no todos podemos decir que escuchamos. Y esto mismo es lo que estaba sucediendo entre los hebreos. Ellos estaban oyendo lo que se les decía, pero no estaban escuchando.

La segunda razón que causa a que no crezcamos es que no queremos hacerlo. En muchas ocasiones, no lo queremos porque sabemos que nos conlleva a obligaciones que no estamos dispuestos a aceptar. Nos encontramos contentos con saber que somos salvos; que tendremos vida eterna; que Cristo murió por nuestros pecados; o simplemente no tomamos en cuenta que es necesario crecer espiritualmente. Cristo dijo: «No es digno de mí el que no toma su cruz para seguirme» (San Mateo 10:38).

Estos principios tan básicos es la “LECHE” de la Palabra de Dios que nos habla Hebreos 5:12,13. Estas son las verdades que deben ser enseñadas y predicadas para que los cristianos se animen a crecer espiritualmente; porque tal comportamiento es para los NO CREYENTES; para los que no están salvos y para los nuevos creyentes. Son verdades que deben ser aprendidas rápidamente por los creyentes. Para esto, el creyente tiene que moverse hacia la madurez; el creyente debe querer crecer. En el ambiente natural del cuerpo físico, el hambre nos obliga a comer; y por ende al comer, CRECEMOS en tamaño y en peso. Pero en lo espiritual el creyente tiene que DESEAR CRECER.

Si no estamos dispuestos a crecer, entonces nuestra victoria se convierte en una tragedia. Imagínense que nuestros hijos e hijas dejen de crecer físicamente y que nunca lleguen a la madurez. Eso sería una tragedia; pues ellos no serían normales (en África hay muchos casos de esto). De igual modo, no es normal decir que somos cristianos si no tenemos un crecimiento espiritual; si no nos movemos de los principios básicos a la madurez.

La tercera razón por la cual no crecemos espiritualmente es porque no conocemos la Palabra de Dios. No hemos tomado el tiempo de escuchar, estudiar, meditar y de vivir la Palabra; todavía no hemos probado el camino de la santidad sin la cual nadie verá al Señor (Hebreos 12:14).

La Biblia es la que nos enseña de Dios, de Jesucristo, del hombre, de la vida, del mundo, y como vivir vidas justas; y a esto se une la orientación que nos imparte el Espíritu Santo.

Pero debemos pensar en Dios. Pensemos en lo inmenso y glorioso que Él es. ¿Cuánto tendremos que estudiar y qué tiempo nos tomará para tener un entendimiento completo de esto?

En este caso, los hebreos (en Hebreos 5:12,13) no estaban dispuestos a poner el tiempo y la energía que conocer a Dios requiere. Nosotros no podemos tomar este tipo de actitud. Tenemos que tomar el tiempo para conocer a nuestro Padre y tener un crecimiento, para acercarnos a Él a través de Jesucristo.

Todos sabemos que nos tomará tiempo; que no será fácil, pero tenemos que hacerlo. Si no lo hacemos, entonces nosotros mismos estamos deteniendo nuestro crecimiento espiritual; nosotros mismos no nos dejamos desarrollar; nosotros mismos estamos causando la tragedia. Si no tomamos el tiempo necesario nunca podremos apreciar la justicia de Dios. No podremos apreciar la vida que Cristo vino a traernos.

La cuarta razón por la cual se detiene el crecimiento espiritual, es porque no ejercitamos nuestros sentidos mentales y espirituales. ¿Qué significa esto? Ejercitar los sentidos mentales y espirituales es discernir espiritualmente entre el bien y el mal.

Lo que sucede es que muchas veces vemos las cosas en la carne (no en el espíritu) y no nos damos cuenta del mal. No ejercitamos nuestros sentidos. El cristiano maduro sabe cuándo mirar y cuando no, qué tomar y que no tomar, cuando escuchar y cuando no escuchar, con quien asociarse y con quien no, etc. No podemos dejar nuestra defensa descuidada en ningún momento.

Siempre tenemos que estar moviéndonos hacia adelante, hacia el crecimiento. Tenemos que ejercitar todo lo que Dios nos ha dado. Si no es así, entonces lo estamos despreciando. Tenemos que estar en alerta para controlarnos y disciplinarnos nosotros mismos. Tenemos que concentrarnos y mantener nuestro foco en Jesucristo, Su vida, y el propósito de su misión.

La Palabra de Dios dice, en Hebreos 6:1 – «Así que sigamos adelante hasta llegar a ser adultos, dejando a un lado las primeras enseñanzas acerca de Cristo. No volvamos otras ves a las cosas básicas….»

Esto no nos está diciendo que nos olvidemos de la doctrina de Cristo, sino que tenemos que sobrepasar el punto básico; ni tampoco nos dice que olvidemos las enseñanzas básicas; sino movernos de éstas a otras más superiores.

Nunca podemos ignorar, descuidar u olvidar como fuimos salvados por Cristo. Lo que aquí nos está diciendo es que tenemos que tomar los principios básicos de Jesucristo, guardarlos en nuestros corazones y empezar a construir sobre ese fundamento.

Ellos deben ser las partes principales de nuestras vidas. Porque los principios básicos de Jesucristo son para que construyamos sobre ellos.

Tenemos que crecer espiritualmente si queremos recibir las bendiciones que nuestro Padre Celestial nos tiene guardada por medio de Cristo (ver Efesios 4:15). Amén.

jueves, 11 de agosto de 2016

EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL


EL CRECIMIENTO ESPIRITUAL


En Segunda Tesalonicenses 1:3,4 leemos: «Hermanos, siempre tenemos que dar gracias a Dios por ustedes, como es justo que hagamos, porque la fe de ustedes está creciendo y el amor que cada uno tiene por los otros es cada vez mayor. De modo que nosotros mismos hablamos de ustedes con satisfacción en las iglesias de Dios, por la fortaleza y la fe que ustedes muestran en medio de todas las persecuciones y aflicciones que sufre»


En estos versículos vemos el gran elogio que Pablo ofreció a los cristianos tesalonicenses.


San Pablo nos ofrece una imagen asombrosa del cuerpo de creyentes que estaban creciendo en unidad y amor. La fe y el amor de los tesalonicenses sobrepasaban los de otras iglesias. Obviamente, estos cristianos no estaban tratando de mantener su fe tan solo hasta que Jesús regrese. Ellos estaban aprendiendo; se movían y crecían espiritualmente; y sus vidas daban evidencia de ese hecho. Según Pablo, ellos eran el tema de todas las iglesias en Asia. Aparentemente, las predicaciones que estas personas escuchaban les provocaban un caminar más profundo con Cristo. Pues el Espíritu Santo en ellos rompió toda barrera étnica y de color.

En aquel tiempo, los cristianos estaban bajo una intensa persecución. Pero eso no fue obstáculo para que otros cristianos dejaran de visitar la extraordinaria iglesia de los tesalonicenses. Una muchedumbre de personas llegaba de forma inesperada. Sin embargo, estos visitantes no iban para ser deslumbrados por señales y maravillas; ni para ser maravillados por una predicación poderosa. Ellos iban para ser testigos del gran milagro en una iglesia que se movía al unísono en el amor de Cristo. Ellos querían ver por sí mismos como una reunión de creyentes fuertes y firmes crecía en la gracia y el conocimiento de Dios.



Podemos decir que en estos cristianos de Tesalónica se cumplía lo que leemos en Hechos 2:42, que dice: «Y eran fieles en conservar la enseñanza de los apóstoles, en compartir lo que tenían, en reunirse para partir el pan y en la oración»

Nosotros debemos orar para que nuestras vidas espirituales crezcan; y así estar preparados para cuando Cristo regrese. Amén.

Principio 1: Todo cristiano, si está lleno de la Verdad del Espíritu Santo, debe estar creciendo espiritualmente.

Si Usted ha sido nutrido con el agua viva y el alimento de la palabra de Dios, usted debe experimentar un crecimiento espiritual continuo en su vida. Esto debe suceder en forma automática; y aunque es automático, usted también debe estar deseando crecer. San Pablo describe nuestro crecimiento espiritual como una obra del Espíritu Santo (1 Corintios 6:11). Pablo dice que el Espíritu siempre está obrando y transformándonos de gloria en gloria (2 Corintios 3:18). El Espíritu Santo está renovando nuestra mente constantemente. Él está poniendo nuestra carne a muerte y llevando pureza a nuestro ser interno.

El Espíritu Santo obra en nuestros corazones para echar fuera la ira, la amargura, el resentimiento y todo tipo de maldad; y al mismo tiempo, produce en nosotros bondad, ternura y perdón hacia las demás personas. Podemos decir que, en este caso, el Espíritu Santo nos está criando en Cristo; nos está enseñando que todo lo que decimos y hacemos debe ser digno del Señor.

Recordemos que Cristo varias veces nos dijo que Dios enviaría al Espíritu Santo (Juan. 7:39; 14:16,17); y también nos dijo que íbamos a nacer de nuevo a través del Espíritu (San Juan 3:3). Y aún más, no solo nacemos espiritualmente a través del Espíritu, sino que también el mismo Espíritu nos va criando en Cristo si nosotros se lo permitimos.

Pablo nos insta, diciendo: «Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo...» (1 Corintios 11:28). «Examínense y vean si permanecen en la fe. Pruébense a sí mismos...» (2 Corintios 13:5). Con esto, el apóstol Pablo nos está diciendo: “OBSERVE SI USTED ESTÁ CAMINANDO SEGUN LA PALABRA DE DIOS”.

Si usted como cristiano aún está apático acerca de su crecimiento espiritual, entonces usted no ha permitido que el Espíritu de Dios obre en usted. Hágase las siguientes preguntas: ¿estoy más entusiasmado con Jesús y Su iglesia cada día? O, ¿aún guardo rencor, resentimientos? ¿Tengo yo raíces de amargura, a pesar de las advertencias de Dios? ¿Estoy creciendo espiritualmente; o mi crecimiento se ha atrofiado?

Usted tiene que hacerse estas preguntas y hallar respuestas positivas. Es posible que experimentemos UN CRECIMIENTO ABUNDANTE O EXCESIVO en muchas áreas de nuestra vida, y permanecer como niños en otras. Pablo llegó a decir: «Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas, cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño» (1 Corintios 13:11).

Principio 2: Algunos cristianos están creciendo, pero no lo saben.

Algunos creyentes le pueden contar a usted acerca del crecimiento espiritual de ellos. Y claramente, usted puede apreciar el cambio en sus vidas. Ellos testifican cómo el Espíritu Santo ha vencido al enemigo; y usted se regocija con ellos en las victorias. Sin embargo, este grupo de cristianos no representa a todos los cristianos que crecen. Muchos de los creyentes no se enteran del progreso espiritual en sus vidas. Ellos son diligentes, caminan en santidad y temor de Dios. Oran, leen la Biblia y buscan al Señor con todo corazón. Y se han alejado de toda lujuria y malos hábitos. No existe obstrucción en su crecimiento espiritual. En resumen, la vida de Cristo va en aumento en estos santos.

Cierto es que llegará un momento cuando el Espíritu les dará testimonio de sus obras buenas. Es casi seguro que algunos cristianos tesalonicenses estaban asombrados cuando escucharon la resplandeciente evaluación que Pablo hizo acerca de ellos (2 Tesalonicenses 1:3,4).

Sin embargo, Pablo sabía que muchas veces el crecimiento espiritual es algo escondido. Las escrituras lo comparan con el crecimiento de las flores y los arboles: Oseas 14:5-6 dice: «Yo seré a Israel como rocío; él florecerá como lirio, y extenderá sus raíces como el Líbano. Se extenderán sus ramas, y será su gloria como la del olivo, y perfumará como el Líbano»

Algunos creyentes puede que objeten que estén creciendo. Pero si estamos constantemente creciendo espiritualmente, llegará un tiempo cuando el mismo Espíritu nos dará testimonio de eso. En el libro de Isaías, Dios promete, diciendo: «Porque yo derramaré aguas sobre el secadal, y ríos sobre la tierra árida; mi Espíritu derramaré sobre tu generación, y mi bendición sobre tus renuevos» (Isaías 44:3). También Dios se refiere a su pueblo como «árboles de justicia...» (Isaías 61:3). El Señor mismo dice que somos árboles y flores; somos su sembrado que está muy cuidado; y él envía su rocío y su lluvia sobre nosotros.

Nosotros podemos hacer una pequeña prueba que revela si el crecimiento espiritual está tomando lugar en nosotros. Sencillamente pregúntese lo siguiente: ¿TENGO SED DE DIOS? ¿QUIERO MÁS DE JESÚS Y SU SANTIDAD? Si las respuestas son afirmativas, usted puede estar seguro que está creciendo. ¿Por qué? Dios promete derramar sus aguas vivientes sobre todos aquellos que tienen sed de Él. Jesús dijo: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia: porque ellos serán saciados» (Mateo 5:6).

Sencillamente, Dios juzga el crecimiento espiritual de usted por su hambre y sed de Él. Así que, si usted es sincero acerca de su caminar con Cristo, y está disponible para que Dios le dirija y le corrija, usted no debes desanimarse por cualquier falta de crecimiento que perciba. El verdadero crecimiento espiritual está tomando lugar dentro de usted; sea que usted lo perciba o no. Dios promete que todo aquel que tenga hambre y sed de Él, será saciado con Su propia mano. Dios nos rociará del cielo; y nos dará todos los nutrientes necesarios para producir una vida abundante en nosotros. Eso es así, sea que lo veamos suceder o no.

Principio 3: Muchos cristianos que están creciendo piensan que están cayendo.


Algunas personas cuando llegan a ser salvas no vuelven a luchar con el pecado que le asediaba. Ellos testifican, diciendo que en el momento que vinieron a Jesús, el Señor les quitó las tentaciones. Por ejemplo, hay personas que fueron drogadictas. Pero años atrás fueron salvas por la misericordia de Dios, y ya no tienen problemas de adicción. Aun más, muchas de esas personas en la actualidad son ministros y trabajadores sociales.

Pero para una multitud de cristianos, la historia es diferente. Años después de su conversión, todavía siguen luchando contra una poderosa tentación. Porque una vieja corrupción se ha mantenido en ellos; y es algo que odian y no quieren volver a ver. Para estas personas, esa atadura es lo que no permite que ellos alcancen la plenitud de Dios. Ellos llevan culpabilidad y reproche en sus vidas. No importa cuanto luchen, esa lujuria no los deja. Al pasar el tiempo, se desaniman y sus almas gimen.

Si usted está pasando por esa situación, anímese y manténgase firme. Usted en si está creciendo en medio de su lucha. Si usted tiene el temor de Dios en su corazón, usted saldrá más fuerte de la tormenta. En esa lucha contra el enemigo, usted está ejercitando y llamando toda la gracia y poder de Dios. Y aunque se sienta débil, esa gracia y ese poder le están fortaleciendo. Bajo estas condiciones, ante Dios las oraciones de usted tienen más urgencia; y también todo orgullo es quitado. Así que, ésta tormenta le está poniendo en GUARDIA ESPIRITUAL en toda área de su vida.

Cuando usted está cooperando con el Espíritu Santo en la lucha por vencer el pecado, usted está creciendo en el conocimiento de la obra del Espíritu. Cada vez que se levanta la oposición, la gracia de Dios aumenta. Usted tiene que saber que en medio de la tempestad, usted está echando raíces espirituales. Dios está desarrollando en usted una humildad profunda; y un dolor y una tristeza más grandes debido al pecado; una hambre más elevada por la justicia de Dios.

Aquellos cristianos que no conocen LA GUERRA ESPIRITUAL, pueden mirar con desdén a los hermanos y hermanas que luchan. Pero usted no tiene esa actitud. Ahora, por sus propias luchas, usted es más tierno hacia las debilidades y fallas de los demás. Porque aunque usted no se haya dado cuenta, el Señor ha usado la tormenta para profundizar las raíces de la compasión de Cristo en usted. Así es que no se desanime. Si usted tiene hambre y sed de justicia de Dios, Él siempre estará con usted y nunca le desamparará (Mateo 5:6). José del que se nos habla en el libro de Génesis pasó por todas estas cosas. Pero al final resultó triunfante, porque él nunca se dio por vencido.

En resumen, Dios está haciendo de usted un experimentado soldado de la cruz; marcado por la batalla, pero inteligente y valiente en esa batalla. A veces usted se puede decepcionar de usted mismo; pero el Señor no. El puede actuar en forma soberana en cualquier momento y sacarle de la lucha. Sin embargo Él todavía no lo hace, porque ve que eso está produciendo en usted una sed mayor por Él. Su nueva sed por Cristo no estaba presente en usted antes que entrara en LA GUERRA ESPIRITUAL (Efesios 6:12). Y ahora usted está creciendo más fuerte, a pesar de la continua batalla. Cierto es que usted ha resistido solo por fe. Y aunque usted has tropezado, siempre se levanta y vuelve a la cruz. Y en el proceso, usted está más santo, más humilde y más como Jesús. También es cierto que el diablo quiere convencerle de que su lucha contra el pecado demuestra que usted está en maldad; no lo crea. El diablo es un mentiroso y ha atrapado a un sinnúmero de cristianos con sus mentiras infernales.

La Biblia dice que Dios no apagará el pabilo que humeare (Isaías 42:3). Por eso, si usted quiere crecer espiritualmente, pídale al Espíritu Santo que brille Su luz en su área débil o de pecado; y clame a Él, más o menos diciendo: “Señor, quiero dar la medida con Tu palabra. Y sé que solo tú tienes el poder para lograrlo en mí. Por favor, ayúdame a entender por fe que tú estás no solo dispuesto a obrar en mí, sino que ya estás haciendo que yo crezca espiritualmente”.

Tenga en cuenta que esa es una oración que todos debemos hacer muy frecuentemente. Dios quiere que usted y yo sepamos, que en medio de la tormenta, Él está a nuestro lado. Él está regando su Espíritu; alimentando nuestras almas; echando raíces fuertes en nosotros; porque el Padre Celestial nuestro nos está preparando para una gran cosecha.

Que Dios le siga bendiciendo

miércoles, 10 de agosto de 2016

¿POR QUÉ LOS MUERTOS EN CRISTO DUERMEN?


¿POR QUE LOS MUERTOS EN CRISTO DUERMEN?

Realmente la muerte es como quedarse dormido. Por eso 1 Tesalonicenses 4:13 nos dice: «Tampoco queremos, hermanos, que ignoren acerca de los que duermen [en la muerte], para que no se entristezcan como los otros que no tienen esperanza»


Cuando Lázaro murió, Jesús, en Juan 11:11 a sus discípulos les dijo: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido y voy a despertarlo» Luego la Biblia dice: «En realidad Jesús quería decirles que Lázaro estaba muerto, pero los discípulos entendieron que se trataba del sueño natural. Entonces Jesús les dijo claramente: LAZARO HA MUERTO...» (Juan 11:13-14).


Daniel 12:2 dice: «Muchos de los que duermen en el lugar del polvo despertarán, unos para la vida eterna, otros para vergüenza y horror eterno»


Sin embargo, ¡el morir en la carne no es ya el fin! Isaías 26:19 dice: «Tus muertos vivirán, sus cadáveres resucitarán. ¡Despierten y den gritos de júbilo todos ustedes, que yacen en el polvo! Porque tu rocío es cual rocío de hortalizas, y la tierra darás sus muertos»


De aquellas personas que mueren y cumplieron con Dios y Jesús, el Señor les dice por medio del profeta Oseas: «De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte. Oh muerte, yo seré tu muerte; y seré tu destrucción, oh Seol...» (Oseas 13:14).


Lo más lindo de todo esto es que el poder de la resurrección lo tiene Cristo, por eso 1 Corintios 15:21-22 nos dice: «Pues, dado que la muerte es mediante un hombre, la resurrección de los muertos es también mediante un hombre. Porque, así como en Adán todos están muriendo, así también en Cristo todos serán vivificados»


Por tanto, las personas buenas como las malas serán resucitadas. Por eso Jesús en Juan 5:28-29 nos dice: «No se asombren de esto; llega la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán mi voz. Los que obraron el bien resucitarán para la vida, pero los que obraron el mal irán a la condenación»

Los justos resucitarán cuando Cristo regrese otra vez. Por eso 1 Tesalonicenses 4:16-17 dice: «Cuando se dé la señal por la voz del arcángel y la trompeta divina, el mismo Señor bajará del cielo. Y primero resucitarán los que murieron en Cristo. Después nosotros, los vivos, los que todavía estemos, nos reuniremos con ellos, llevados en las nubes al encuentro del Señor, allá arriba. Y estaremos con el Señor para siempre»

¿Cómo seremos después de la resurrección? Filipenses 3:20-21 nos dice: «Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas»


¿Hasta cuándo vivirán los justos resucitados? Lucas 20:36 dice: «De hecho, tampoco pueden ya morir, porque son como los ángeles, y son hijos de Dios por ser hijos de la resurrección»


¿Qué tiempo esperarán los injustos después de la primera resurrección antes de ser resucitados? Esperarán mil años, porque Apocalipsis 20:4-5 nos dice: «También vi unos tronos, y sentados en ellos los que tienen poder para juzgar. Vi también las almas de aquellos a quienes les cortaron la cabeza por causa de las enseñanzas de Jesús y de la Palabra de Dios. Vi a todos los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen y no habían recibido su marca en la frente o en la mano. Volvieron a la vida y reinaron mil años con el Mesías [Jesús]. Esta es la primera resurrección. El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años»


¿Cuál será el final de los injustos? Apocalipsis 20:9 dice: «Pero descendió fuego del cielo, y los devoró»


¿Quiénes son los injustos? Apocalipsis 21:8 nos dice: «Pero en cuanto a los cobardes y los que no tienen fe y los que son repugnantes en su suciedad, y asesinos y fornicadores y los que practican espiritismo, e idólatras y todos los mentirosos, su porción será en el lago que arde con fuego y azufre. Esto significa la muerte segunda»

NOTA: Las citas bíblicas son de la Biblia católica y la Biblia Reina-Valera 1960.

Que Dios le siga bendiciendo

martes, 9 de agosto de 2016

EL PARAÍSO Y EL ÁRBOL DE LA VIDA


El PARAÍSO Y EL ÁRBOL DE LA VIDA


El tercer pasaje de la Biblia que nos habla del paraíso lo encontramos en Apocalipsis 2:7, que dice: «El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré de comer del ARBOL DE LA VIDA, el cual está en medio del PARAISO DE DIOS»


Observe que EN MEDIO del PARAISO está EL ARBOL DE LA VIDA. Este detalle, del ARBOL DE LA VIDA (en medio) del PARAISO, es clave para entender mejor qué es el Paraíso ofrecido por Jesús al BUEN LADRON (San Lucas 23:43). Averiguando en qué otros pasajes del Nuevo Testamento encontramos ese misterioso ARBOL DE LA VIDA, se halla también en Apocalipsis 22:2,14. Estos dos versículos dicen: «EN MEDIO de la calle de la CIUDAD, y a uno y otro lado del río, estaba el ARBOL DE LA VIDA...bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas de la CIUDAD»


Comparemos con atención los textos de Apocalipsis 2:7 y Apocalipsis 22:2,14, porque ambos textos nos dan mucha luz sobre el llamado PARAISO DE DIOS. Aquí hay 4 puntos:

1) EL ARBOL DE LA VIDA está en medio del PARAISO DE DIOS (Apocalipsis 2:7);

2) EL ARBOL DE LA VIDA está en medio de la calle de LA CIUDAD (Apocalipsis 22:2);

3) EL PARAISO es una CIUDAD, puesto que se nos dice que el ARBOL DE LA VIDA está en medio del PARAISO y en medio de la calle de la CIUDAD (Puntos 1 y 2);

4) Los cristianos verdaderos están llamados a entrar por las puertas (Apocalipsis 22:14) de dicha Ciudad Celestial, donde está el árbol de la vida.


EL PARAISO Y LA CIUDAD

Con lo anterior, queda demostrado que el Paraíso está estrechamente ligado a la ciudad celestial (en el TERCER CIELO). Nosotros, como cristianos, somos ciudadanos de esa ciudad celestial; pues San Pablo afirma que «Nuestra ciudadanía está en los cielos....» (Filipenses 3:20). Y obviamente la palabra ciudadanía tiene que ver con una ciudad. En nuestro caso, somos ciudadanos de la CIUDAD llamada PARAISO que está en el TERCER CIELO.


LA CASA DE DIOS

Todo lo dicho hasta ahora tiene que ver con LA CASA DE DIOS. Nuestro Padre celestial nos hizo a «Su IMAGEN Y SEMEJANZA» (Génesis 1:26). Es decir, Dios es un Padre de Familia (Leer Efesios 2:19). Así también los hombres forman familias y se convierten en padres. Dios tiene su Casa Propia en donde vive (Salmo 26:8). Así también el hombre edifica una casa en donde vive con su familia (Leer Isaías 65:21). Recordemos que Jesús habló de «LA CASA DE MI PADRE», en Juan 14:2,3; y en 2 Corintios 5:1 Pablo dice que: «….tenemos de Dios un edificio, UNA CASA no hecha de manos, eterna, en los cielos»


Por otro lado, es interesante lo que el Autor del Libro a los Hebreos dice con las siguientes palabras: «Fue, pues, necesario que las FIGURAS DE LAS COSAS CELESTIALES fuesen purificadas así; pero las COSAS CELESTIALES MISMAS, con mejores sacrificios que éstos. Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, FIGURA DEL VERDADERO, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios» (Hebreos 9:23,24). Lo que el Autor de Hebreos revela aquí es que en el cielo hay COSAS; como, por ejemplo, un santuario verdadero.


También Hebreos 8:1,2 nos habla del tabernáculo que Dios levantó en el Cielo, y no el hombre. Igual ocurre con la ciudad celestial, «CUYO ARQUITECTO Y CONSTRUCTOR ES DIOS» (Hebreos 11:10).


Sí, mis hermanos espirituales, en el Cielo HAY COSAS REALES o VERDADERAS hechas por las manos de Dios. Ese tabernáculo de Dios, donde Él mora, nos incluirá a nosotros; pues la Biblia dice que: «Dios estará con los hombres, y él MORARÁ CON ELLOS» (Apocalipsis 21:2,3). Por tanto, es evidente que los justos permanecerán con Dios (Salmo 140:13), allá en la Ciudad Santa, o Paraíso, en el TERCER CIELO. Entonces, los justos entrarán a la Ciudad llamada Paraíso (Salmo 118:19,20; Apocalipsis 22:14).


CONCLUSIÓN:

Está claro que el Paraíso tiene que ver con una CIUDAD celestial, que está en el TERCER CIELO; y que también es llamada CASA DE DIOS. Y también es claro que este Paraíso o Ciudad celestial estará disponible para que los salvos puedan entrar en él y al Cielo; y morar con Dios. Algunos cristianos creen que este Paraíso o Ciudad Celestial bajará del Cielo para radicarse en esta tierra; y para eso citan Proverbios 11:31.


Aquí incluyo la liga en YouTube de un hermoso canto llamado “Dame Señor un Corazón de Niño”, de Máximo Paitán.



Que Dios le bendiga ricamente