¿COMO SERÁ LA VIDA EN EL CIELO?
(Primera Parte)
La Biblia nos informa
que la vida que nos espera en el Cielo no es solamente MUCHO MEJOR que cualquier forma de vida
que podamos soñar aquí, sino que de acuerdo con el apóstol Pablo, ES MUCHISIMO
MEJOR (Filipenses 1:23). Consideremos algunas de estas
cosas que serán MUCHISIMOS MEJORES para cada uno de nosotros; y que nos esperan en el Cielo.
MEDITEMOS EN ESTO: Una vez que los propósitos de Dios para la vida en la tierra estén
terminados, nosotros seremos resucitados y transformados para un nuevo
tipo de vida. Filipenses 3:21 nos dice que el Señor Jesús mismo: «transformará
el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la
gloria suya» (como el de él).
En 1
Corintios 15, la relación entre nuestro cuerpo mortal presente y nuestro cuerpo
resucitado futuro es comparada a la que existe entre una semilla y la planta a
la que se convierte esa semilla, después de sembrada en la tierra; donde la
semilla MUERE (1 Corintios 15:35-38). Así como sale una planta de una semilla
enterrada, así también sale nuestro espíritu del cuerpo con rumbo al
Cielo (si calificamos). Recordemos que la planta necesita un poco de agua para
poder nacer. También nosotros debemos nacer
del agua (Juan 3:5).
Cuando una planta sale
de la tierra, aparece con todo el potencial que estaba reservado en la semilla
de la que nace. Cuando nuestros cuerpos sean transformados poseerán todo aquello en lo que ahora
solo podemos soñar. Nuestros cuerpos no solo serán libertados de las
enfermedades y del envejecimiento sino que nuestras capacidades serán
expandidas y transformadas inmensamente. Pablo lo describe como un cuerpo que es ESPIRITUAL, HONORABLE, IMPERECEDERO Y
PODEROSO.
En el Reino de Cristo viviremos en mansiones
celestiales con Él para siempre (Juan 14:2). Jesús se refirió a esto como: LA
REGENERACION (Mateo 19:28); que es el mismo término
utilizado para describir el nuevo nacimiento del creyente. Pablo lo
describe como el tiempo en que la creación SERA LIBERTADA DE LA ESCLAVITUD DE
CORRUPCION (Romanos 8:21). En Apocalipsis se
nos dice que allá en Reino de Cristo no habrá más LLANTO, NI CLAMOR, NI DOLOR (Apocalipsis 21:4). Y en la profecía del profeta
Isaías leemos que las glorias serán tan maravillosas que: DE LO PRIMERO NO
HABRA MEMORIA, NI MAS VENDRA AL PENSAMIENTO (Isaías 65:17).
No solamente los
sufrimientos de esta vida presente se desvanecerán en comparación con
la gloria nueva (Romanos 8:18), sino que hasta las experiencias presentes más
maravillosas serán eclipsadas de tal forma, en nuestra nueva vida, que apenas
sobrevivirán en nuestra memoria. Cuando al
apóstol Juan se le dio una visión de esa nueva vida, él fue anonadado de tal
forma que se le tuvo que recordar que registrara lo que estaba viendo
(Apocalipsis 21:5); y se le tuvo que asegurar en dos ocasiones que lo que
estaba contemplando realmente ocurriría (Apocalipsis 21:5; 22:6).
¿Y cómo ocuparemos nuestro tiempo en este nuevo tipo de vida?
Las Escrituras nos dicen
que además de estar
involucrados en la adoración a Dios, también serviremos (Apocalipsis 22:3) y
reinaremos con Cristo (Apocalipsis 20:6; 22:5). La esfera sobre la cual
reinaremos, sin dudas, abarcará toda la creación; porque se nos dice que FUERON
CREADAS TODAS LAS COSAS para Cristo
(Colosenses 1:16) y que con Él heredaremos TODAS LAS COSAS (Apocalipsis
21:7). Si bien en muchos aspectos
habrá una cierta continuidad entre nuestra vida presente y futura, muchas
tareas y ocupaciones del orden actual ya no serán necesarias. Las empresas en
las que nos involucraremos serán totalmente creativas y productivas, y mucho
más gratificantes y excitantes que cualquier cosa que conocemos en la tierra
hoy.
¿COMO ES EL CIELO?
El Cielo es así:
indescriptible, inimaginable, insondable e inexplicable para el ser humano;
pues aquí en la tierra somos limitados para
comprender y describir lo ilimitado de Dios (recuerden que el Universo es
INCOMPRESIBLE para
el hombre); y el Cielo es básicamente la presencia de Dios en forma clara: LA
VEREMOS TAL COMO ÉL ES (1 Juan 3.2). El
Cielo es una de las opciones que el ser humano tiene para la otra vida; y es la
opción por la cual debemos batallar
por lograr. En realidad, el Cielo es la opción para la cual fuimos creados;
pues Dios desea comunicarnos Su completa y perfecta felicidad, la cual
es eterna––es decir, para siempre. El Cielo es la
patria, que como cristianos, hacia la cual caminamos; es nuestro verdadero
hogar; es el sitio de la felicidad perfecta y total.
Lograr una descripción adecuada de lo que es el Cielo, con nuestras limitadas
categorías humanas de tiempo y espacio; con la limitación de ideas y de
lenguaje, ES IMPOSIBLE. Pablo, quien según sus escritos pudo vislumbrar el Cielo, solo puede referir que «oyó
palabras que no se pueden decir; cosas que el hombre no sabría expresar....ni el ojo vio, ni el oído
escuchó, ni el corazón humano puede imaginar lo que tiene Dios preparado para
aquellos que le aman» (2 Corintios 12:2-4; 1
Corintios 2:9).
Al morir, nos despojamos
del cuerpo, que es el peso que nos ata a la tierra. Así dejamos, entonces, todo
lo que es físico y orgánico: enfermedades, cansancios, dolores, achaques, etc.
También se queda atrás todo lo desagradable que hemos
pasado en la tierra: malestares, penurias, agravios, persecuciones, dolores,
enfermedades,
inconvenientes, aflicciones, obstáculos, maldades, desagrados, contrariedades,
rivalidades, competencia, tribulaciones,
etc. En unas palabras, TODO SUFRIMIENTO QUEDA ATRAS. Al llegar al Cielo,
el alma siente enseguida un consuelo,
una reparación; un desagravio a sus sufrimientos terrenales. «Vuestra
tristeza se convertirá en gozo» (Juan
16:20).
El día de nuestro
nacimiento, nosotros vinimos a esta vida terrenal. Pero llegar al Cielo, es
nacer a la gloria; es nacer a la vida eterna. Nuestra alma al presentarse al
Cielo tiene un solo pensar, un solo sentimiento que es el Amor de Dios. La
Sagrada Escritura nos dice que el Cielo consiste en «conocer a Dios» (Juan
17:3; Mateo 5:8); pero también en gozar de Él. «Entra en el gozo de tu Señor», dijo Cristo en Mateo 25:21; «para que vuestro gozo sea
perfecto» (Juan
15:11). El gozo del Cielo es un gozo de Amor: el amor más grande que podamos
sentir; pues es el Amor Infinito de Dios. Amaremos a Dios con todas nuestras
fuerzas y Él nos amará con Su Amor que no tiene límites. Será como la
fusión de nuestra vida con la Vida de Dios, que nos atraerá hacia Su Amor en
forma infinita.
Que Dios les bendiga.
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