viernes, 5 de agosto de 2016

¿CÓMO SERÁ LA VIDA EN EL CIELO II?


¿COMO SERA LA VIDA EN EL CIELO? (Segunda Parte)

Continuamos con el último TEMA. Intentemos explicar –– aunque con nuestra mente limitadamente –– como será el gozo en el Cielo. En el Cielo amaremos a Dios con un amor intensísimo; embelesados por todas sus cualidades, las cuales son perfectas, maravillosas e infinitas. Ese amor que sentiremos, atraídos por Su Amor, será correspondido perfectísimamente por Él; sin las desilusiones propias del amor humano. Estaremos con Su ternura infinita y en la intimidad más dulce que poda­mos imaginar.

Distinto a como son los amores humanos, ese gozo será de una plenitud siempre nueva; de una novedad constante que no cesa jamás. Además, ese Amor durará para siempre, siempre y siempre. Allá en el Cielo es un océano de gozo, que llena por completo las profundidades del alma y satisface por completo las aspiraciones del corazón; sin que se pueda desear o necesitar absolutamente nada más. El Cielo es el cumplimiento del «ENTRA PARA SIEMPRE EN EL GOZO DE TU SEÑOR» (Mateo 25:21).

En los Evangelios encontramos que Cristo nos dio todas estas esperanzas acerca del Cielo. Por tanto, no hay razón por qué dudar de ellas. En la Biblia encontramos que el Cielo es: Alegría y gozo eterno––la tristeza y el lamento huirán (Isaías 35:10). El Cielo es cántico, alabanza, y adoración a Dios (Apocalipsis 5:9-14; 19:1-8). No habrá más muerte, ni lamento, ni llanto, ni dolor, ni maldición, ni oscuridad, ni maldad (Apocalipsis 20:10; 21:4; 22:1-5). No habrá necesidad de hospitales, ni de policías, ni de cárceles, cementerios ni ambulancias. Isaías 11:6-9 nos dice que durante el reino milenial, habrá perfecta paz en el reino animal. Cielos nuevos y tierra nueva (Isaías 65:17; 66:22; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).

La Nueva Jerusalén (Apocalipsis 3:12; 21:2) estará hecha COMO si fuera de oro puro (o quizás de un ORO celestial más puro que el que conocemos). Algunos creen que el tamaño de La Nueva Jerusalén es aproximadamente de 1,400 a 1,500 millas de alto, largo y ancho; tendrá paredes de jaspe, calles de oro, y puertas de perla que nunca serán cerradas (Apocalipsis 21:15-27). El arquitecto y constructor de la Santa Ciudad será Dios mismo (Hebreo 11:10). No habrá necesidad del sol ni de luna pa­ra alumbrar «PORQUE EL CORDERO ES SU LUZ» (Apocalipsis 21:23; 22:5). El rio del agua de vida, el árbol de la vida, el trono de Dios y del Cordero estarán en la ciudad (Apocalipsis 22:1-5); y habrá una GANANCIA en comparación con esta vida (Filipenses 1:21) preparada para los que aman a Dios (Santiago 2:5); para los justos (Mateo 25:34-40).

¿Cómo Puede USTED Ir Al Cielo Cuando su cuerpo Muera?

La Biblia nos dice que al Cielo se llega: POR GRACIA; NO POR OBRAS (Efesios 2:8,9); pero es necesario ser obediente a los mandatos de Jesús. El creyente tiene que ir directa y sinceramente a Jesucristo, como lo hizo el ladrón que encontró perdón (Lucas 23:42,43; Juan 5:39,40). No olvidemos que Dios conoce nuestros corazones, así que la persona debe ser sincera. Nosotros debemos amar a Jesucristo con un amor especial que no debe ser opacado por los amores terrestres –– amor hacia los padres, esposo o esposa, hijos, hermanos, hermanas; y aun sin conflictos con la vida propia de uno –– (Mateo 10:37; Lucas 14:26).

Jesucristo dijo: «Así, pues, cualquiera de ustedes que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:33). Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígale (Lucas 9:23). Esté dispuesto a morir físicamente por Jesucristo, si fuera necesario (Mateo 10:39; Lucas 17:33; Apocalipsis 12:1 1). Persista en hacer el bien para que Dios le conceda vida eterna (Romanos 2:7). Siembre para el Espíritu y cosechará vida eterna (Gálatas 6:8,9). Obedezca a Cristo, porque Él es la fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen (Hebreos 5:9). Viva para Cristo ahora (Filipenses 1:21). 1 Juan 5:12 nos dice: «El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» Por eso hay que tener a Cristo.

La Perspectiva de una Recompensa Celestial

Jesús, en más de una ocasión, declaró que no todos los que entren en el Cielo disfrutarán de sus bendiciones en el mismo grado. No que haya algún juicio o castigo para los que van al cielo. Pues, la Biblia dice: «Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). Pero Jesús dijo que en Su reino «Muchos primeros serán postreros, y postreros, primeros» (Mateo 19:30).

El apóstol Juan declaró que es posible que los creyentes entrarán en la presencia de Cristo, ya sea «con confianza» o ALEJARSE DE ÉL AVERGONZADOS (1 Juan 2:28). Pedro escribió que es posible que entremos en el Cielo ya sea en forma triunfal o CAYENDO (2 Pedro 1:10,11). El apóstol Pablo dijo que podemos ser ya sea RECOMPENSADOS o SUFRIR PÉRDIDA; que es posible ser «salvo, aunque, así como por fuego» (1 Corintios 3:13-15). Tal vez el «fuego» al que se refiere Pablo es una referencia a la mirada penetrante del Cristo glorificado, cuyos ojos Juan describió como una «llama de fuego» (Apocalipsis 1:14).

La Biblia también dice: «Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo» (2 Corintios 5:10). La palabra que describe lo que es «malo», en este caso se refiere no simplemente a lo que es MALVADO sino a aquello que desde la perspectiva de Dios NO TIENE VALOR. No solo nuestras OBRAS serán evaluadas, sino que también los motivos mismos de nuestro corazón (1 Corintios 4:5). Las Escrituras nos dicen que la alabanza vendrá de Dios para cada creyente (1 Corintios 4:5); pero para algunos habrá más; y para otros, menos.

¿Qué Diferencia Hace el Cielo?

La esperanza del Cielo transforma nuestra perspectiva acerca de las desilusiones y sufrimientos de esta vida. Una cosa que puede hacer la esperanza del Cielo es ayudarnos a poner el LADO OSCURO de la vida en perspectiva. Pablo escribió: «Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). La gloria venidera será inconmensurablemente mayor que la profundidad de cualquier aflicción que podemos conocer hoy.

Las Escrituras también nos dicen que nuestros sufrimientos presentes cumplen un papel en prepararnos para esa gloria venidera. Como lo expresó el apóstol, cuando dijo: «Porque esta tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria» (2 Corintios 4:17). Las mismas cualidades y virtudes que nos equipan para el Cielo están siendo hoy urdidas en nuestra alma a través de las muchas aflicciones de nuestra vida presente; liberándonos de las ataduras de la auto-indulgencia; creando en nosotros un corazón compasivo para con otros; y empujándonos para que nos acerquemos cada vez más a Aquel cuya presencia disfrutaremos por toda la eternidad venidera.

¿Cuál es la naturaleza de la recompensa que puede ser ganada o perdida? Muchos pasajes en la Biblia hablan de nuestra recompensa celestial en términos de la responsabilidad que se nos confiará cuando reinemos con Cristo. En la parábola de Jesús acerca de los talentos, Él habló de recompensar a aquellos que habrán sido fieles, poniéndolos «sobre mucho» en Su reino (Mateo 25:21, 23). En otro lugar, Jesús habló de poner a algunos de nosotros en lugares de autoridad sobre ciudades en Su Reino (Lucas 19: 17, 19). Para aquellos que estuvieron al lado de Él en sus pruebas terrenales, Jesús les prometió colocarlos EN TRONOS JUZGANDO A LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL en su reino futuro; además de sentarlos a su lado en su mesa (Lucas 22:28-30). No solo serían dignos de que les sean confiadas responsabilidades mayores, sino que serían capaces de disfrutar la comunión más intima con Cristo.

En muchos pasajes bíblicos las recompensas celestiales son comparadas a las «coronas» usadas por los ganadores de las competencias atléticas. Sean literales o metafóricas, estas coronas representan distintos aspectos de nuestra recompensa celestial. La «corona de vida» es prometida a aquellos que perseveran bajo las pruebas (Santiago 1:12; Apocalipsis 2:10); la «corona de justicia» a aquellos que aman su venida (2 Timoteo 4:8); una «corona incorruptible» para aquellos que tienen autocontrol (1 Corintios 9:25); la CORONA DE GOZO para aquellos que llevan a otros a Cristo (1 Tesalonicenses 2:19,20); y «la corona incorruptible de gloria» para aquellos que sirven sin egoísmo como líderes espirituales (1 Pedro 5:2-4). El hecho más importante acerca de nuestras recompensas celestiales es que están basadas no en nuestra posición o capacidad, sino en nuestra fidelidad. Vez tras vez Jesús les dijo a sus seguidores que: «el que es fiel en lo poco, también en lo más es fiel» (Lucas 16:10; 19:17).

Que Dios siga bendiciendo a todos

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