¿COMO SERA LA VIDA EN EL
CIELO? (Segunda Parte)
Continuamos con el último TEMA. Intentemos
explicar –– aunque con nuestra mente
limitadamente –– como será el gozo en el
Cielo. En el Cielo amaremos a Dios
con un amor intensísimo; embelesados por todas sus cualidades, las cuales son
perfectas, maravillosas e infinitas. Ese
amor que sentiremos, atraídos por Su Amor, será correspondido perfectísimamente
por Él; sin las desilusiones propias del amor humano. Estaremos con Su ternura
infinita y en la intimidad más dulce que podamos imaginar.
Distinto a como son los amores humanos, ese gozo será de
una plenitud siempre nueva; de una novedad constante que no cesa jamás. Además,
ese Amor durará para siempre, siempre y siempre. Allá en el Cielo es un océano de gozo, que llena por
completo las profundidades del alma y satisface por completo las aspiraciones
del corazón; sin que se pueda desear o necesitar absolutamente nada más. El
Cielo es el cumplimiento del «ENTRA PARA SIEMPRE EN EL GOZO DE TU SEÑOR»
(Mateo 25:21).
En los Evangelios encontramos que Cristo nos dio todas
estas esperanzas acerca del Cielo. Por tanto, no hay razón por qué dudar de
ellas. En la Biblia encontramos que el Cielo
es: Alegría y gozo eterno––la tristeza y el
lamento huirán (Isaías 35:10). El Cielo es cántico, alabanza, y adoración a
Dios (Apocalipsis 5:9-14; 19:1-8). No habrá más muerte, ni lamento, ni llanto,
ni dolor, ni maldición, ni oscuridad, ni maldad (Apocalipsis 20:10;
21:4; 22:1-5). No habrá necesidad de hospitales, ni de policías, ni de cárceles,
cementerios ni ambulancias. Isaías 11:6-9 nos dice que durante el reino milenial,
habrá perfecta
paz en el reino animal. Cielos nuevos y tierra nueva (Isaías 65:17; 66:22; 2
Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).
La Nueva Jerusalén (Apocalipsis 3:12; 21:2) estará hecha COMO si fuera de oro puro (o quizás de un ORO celestial más puro que el que conocemos). Algunos creen que el tamaño de La Nueva Jerusalén es aproximadamente de 1,400 a 1,500 millas de alto, largo y ancho; tendrá paredes de jaspe, calles de oro, y puertas de perla que nunca serán cerradas (Apocalipsis 21:15-27). El arquitecto y constructor de la Santa Ciudad será Dios mismo (Hebreo 11:10). No habrá necesidad del sol ni de luna para alumbrar «PORQUE EL CORDERO ES SU LUZ» (Apocalipsis 21:23; 22:5). El rio del agua de vida, el árbol de la vida, el trono de Dios y del Cordero estarán en la ciudad (Apocalipsis 22:1-5); y habrá una GANANCIA en comparación con esta vida (Filipenses 1:21) preparada para los que aman a Dios (Santiago 2:5); para los justos (Mateo 25:34-40).
¿Cómo Puede USTED Ir Al
Cielo Cuando su cuerpo Muera?
La Biblia nos dice que al Cielo se
llega: POR GRACIA; NO POR OBRAS (Efesios 2:8,9); pero es necesario ser
obediente a los mandatos de Jesús. El creyente tiene que ir directa y
sinceramente a Jesucristo, como lo hizo el ladrón que encontró perdón (Lucas
23:42,43; Juan 5:39,40). No olvidemos que Dios conoce nuestros corazones, así que la
persona debe ser sincera. Nosotros debemos amar a Jesucristo con un amor especial
que no debe ser opacado por los amores terrestres –– amor hacia los padres, esposo o esposa, hijos,
hermanos, hermanas; y aun sin conflictos con la vida propia de uno –– (Mateo 10:37; Lucas 14:26).
Jesucristo dijo: «Así, pues, cualquiera de ustedes que no
renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo» (Lucas 14:33). Niéguese
a sí mismo, tome su cruz cada día y sígale (Lucas 9:23). Esté dispuesto a morir
físicamente
por Jesucristo, si fuera necesario (Mateo 10:39; Lucas 17:33; Apocalipsis 12:1
1). Persista en hacer el bien para que Dios le conceda vida eterna
(Romanos 2:7). Siembre para el Espíritu y cosechará vida eterna (Gálatas
6:8,9). Obedezca
a Cristo, porque Él es la fuente de salvación eterna para todos los que le
obedecen (Hebreos 5:9). Viva para Cristo ahora (Filipenses 1:21). 1 Juan 5:12 nos
dice: «El que tiene al Hijo, tiene la
vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida» Por eso hay que tener a
Cristo.
La Perspectiva de una
Recompensa Celestial
Jesús, en más de una ocasión, declaró
que no todos los que entren en el Cielo disfrutarán de sus bendiciones en el mismo grado. No que
haya algún juicio o castigo para los que van al cielo. Pues, la Biblia dice: «Ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús» (Romanos 8:1). Pero Jesús dijo que en Su reino «Muchos primeros serán postreros, y
postreros, primeros» (Mateo 19:30).
El apóstol Juan declaró que es posible
que los creyentes entrarán en la presencia de Cristo, ya sea «con confianza» o ALEJARSE DE ÉL
AVERGONZADOS (1 Juan 2:28). Pedro escribió que es posible que entremos en el
Cielo ya sea en forma triunfal o CAYENDO (2 Pedro 1:10,11). El apóstol Pablo
dijo que podemos ser ya sea RECOMPENSADOS o SUFRIR PÉRDIDA; que es posible ser «salvo, aunque, así como por fuego» (1 Corintios 3:13-15).
Tal vez el «fuego» al que se refiere
Pablo es una referencia a la mirada penetrante del Cristo glorificado, cuyos
ojos Juan describió como una «llama de
fuego» (Apocalipsis 1:14).
La Biblia también dice: «Es necesario que todos nosotros comparezcamos
ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho
mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o malo» (2 Corintios 5:10). La
palabra que describe lo que es «malo»,
en este caso se refiere no simplemente a lo que es MALVADO sino a aquello que desde la perspectiva de
Dios NO TIENE VALOR. No solo nuestras OBRAS serán evaluadas, sino que también
los motivos
mismos de nuestro corazón (1 Corintios 4:5). Las Escrituras nos dicen que la
alabanza vendrá de Dios para cada creyente (1 Corintios 4:5); pero para algunos habrá
más; y para otros, menos.
¿Qué Diferencia Hace el
Cielo?
La esperanza del Cielo transforma
nuestra perspectiva acerca de las desilusiones y sufrimientos de esta vida. Una cosa que puede hacer
la esperanza
del Cielo es ayudarnos a poner el LADO OSCURO de la vida en perspectiva. Pablo escribió:
«Pues tengo por cierto que las
aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que
en nosotros ha de manifestarse» (Romanos 8:18). La gloria venidera será
inconmensurablemente mayor que la profundidad de cualquier aflicción que
podemos conocer hoy.
Las Escrituras también nos dicen
que nuestros sufrimientos presentes cumplen un papel en prepararnos para esa gloria venidera.
Como lo expresó el apóstol, cuando dijo: «Porque
esta tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y
eterno peso de gloria» (2 Corintios 4:17). Las mismas cualidades y virtudes
que nos equipan
para el Cielo están siendo hoy urdidas en nuestra alma a través de las muchas
aflicciones de nuestra vida presente; liberándonos de las ataduras de la
auto-indulgencia; creando en nosotros un corazón compasivo para con otros; y empujándonos
para que nos acerquemos cada vez más a Aquel cuya presencia disfrutaremos por toda
la eternidad venidera.
¿Cuál es la naturaleza de la
recompensa que puede ser ganada o perdida? Muchos pasajes en la Biblia hablan
de nuestra recompensa celestial en términos de la responsabilidad que se nos
confiará cuando reinemos con Cristo. En la parábola de Jesús acerca de
los talentos, Él habló de recompensar a aquellos que habrán sido fieles, poniéndolos
«sobre mucho» en Su reino (Mateo
25:21, 23). En otro lugar, Jesús habló de poner a algunos de nosotros en
lugares de autoridad sobre ciudades en Su Reino (Lucas 19: 17, 19). Para aquellos que estuvieron
al lado de Él en sus pruebas terrenales, Jesús les prometió colocarlos EN
TRONOS JUZGANDO A LAS DOCE TRIBUS DE ISRAEL en su reino futuro; además
de sentarlos a su lado en su mesa (Lucas 22:28-30). No solo serían
dignos de que les sean confiadas responsabilidades mayores, sino que serían
capaces de disfrutar la comunión más intima con Cristo.
En muchos pasajes bíblicos las
recompensas celestiales son comparadas a las «coronas» usadas por los ganadores de las competencias atléticas.
Sean literales o metafóricas, estas coronas representan distintos aspectos de nuestra
recompensa celestial. La «corona de
vida» es prometida a aquellos que perseveran bajo las pruebas (Santiago 1:12;
Apocalipsis 2:10); la «corona de
justicia» a aquellos que aman su venida (2 Timoteo 4:8); una «corona incorruptible» para aquellos que tienen
autocontrol (1 Corintios 9:25); la CORONA DE GOZO para aquellos que llevan a otros a Cristo (1 Tesalonicenses
2:19,20); y «la corona incorruptible de
gloria» para aquellos que sirven sin egoísmo como líderes espirituales (1
Pedro 5:2-4). El hecho más importante acerca de nuestras recompensas
celestiales es que están basadas no en nuestra posición o capacidad,
sino en nuestra fidelidad. Vez tras vez Jesús les dijo a sus seguidores que: «el que es fiel en lo poco, también en lo
más es fiel» (Lucas 16:10; 19:17).
Que
Dios siga bendiciendo a todos
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